Blog marxista destinado a la lucha por una nueva sociedad fraterna y solidaria, sin ningún tipo de opresión social o nacional. Integrante del Colectivo Avanzar por la Unidad del Pueblo de Argentina.
miércoles, septiembre 12, 2007
Lucha por la historia. Lucha por la revolución.
Pierre Broué
Hay mil maneras de luchar por la revolución. Una de ellas es trabajar por acercarse lo mejor posible a la verdad histórica, lo que podríamos llamar, no un combate por una historia revolucionaria, sino un combate revolucionario por la historia.
Como todas las tareas revolucionarias, frecuentemente pasa por un trabajo oscuro y fastidioso, la compilación de documentos, a veces larga, a veces vana, su reconstitución, su lectura, no siempre fácil, a veces su traducción, su comprensión, su fechado, su comentario.
Esto sólo es una enumeración de palabras, pero cotidianamente significa largas horas de trabajo, a veces de noche, luchando contra el sueño y el conservadurismo del pensamiento. El trabajo es agotador, pero ¡trae tan buenas recompensas! La mejor: encontrar una clave, un arma imparable para denunciar una mentira, desmentir una calumnia, restaurar el verdadero rostro de una militante o de un militante... Esta investigación me ha dado inmensas alegrías.
Comienzo por Khristian Rakovsky, el amigo de Trotsky, su más fiel camarada de combate. Este valiente parecía haberse quebrado cuando, en 1934, luego de siete años de prisión en condiciones materiales espantosas, "capituló", aunque en términos mucho menos deshonrosos de lo que se ha dicho. En el proceso que se le hizo en 1938, había "confesado" lo que el procurador quería que confiese, pero con rodeos, astucia, había hablado de su vida revolucionaria, buscando escapar de la opresión mortal de los garfios burocráticos.
Al principio, Trotsky no había creído que Rakovsky capitulaba verdaderamente. Pero en Moscú, salió a la luz su proceso, "confesó", no fue condenado a muerte. Luego se calló. Trotsky tenía dudas, más que dudas. ¿Cómo decírselo a todos cuando cada día miles confesaban, se acusaban entre ellos, pedían perdón a Stalin? Varios camaradas de México me han contado que, cuando creía que estaba solo, en su jardín de Coyoacán, Trotsky hablaba en voz alta a su viejo camarada Khristian Georgévitch, su amigo, el "último" de los héroes revolucionarios que habían estado en su vida: le decía que estaba seguro de que no lo había traicionado, que seguía queriéndolo, pero que, desgraciadamente, el único medio de defenderlo era el de hacer conocer su pasado de revolucionario, un pasado que se detenía en 1934. Incluso los camaradas trotskistas que empezaban a hacerse conocidos en la historia se volvían tímidos al mencionar a Rakovsky, hablaban de él con precaución, lo disminuían por prudencia, temían tener que tener vergüenza de él.
Como todos aquellos que han gastado sus ojos en viejos papeles de archivos, mil veces, con las mismas preguntas dando vueltas en la cabeza, yo tenía elementos: las tachaduras de Trotsky sobre la biografía de su amigo, que finalmente no había editado, también lo que había escrito espontáneamente, y luego tachado por precaución y cuidado hacia su amigo, nombres de camaradas que lo habían conocido en el exilio y que habían sido fusilados. Era un fárrago y durante mucho tiempo no pude hacer nada; una lista de nombres de personas y de lugares. Pero todo cambió bruscamente cuando me encontré, en Alemania, con una joven mujer de 90 años, antaño compañera de un secretario de Trotsky, militante de la Oposición de Izquierda, Genia Gershonskaia. Ella, en honor a la memoria y el cariño por esos muertos que eran seres tan queridos para ella, ordenó mis conocimientos, los puso en su lugar e hizo un todo coherente y articulado. Tuve también largas entrevistas con I. Ia Vratchev, angustiado hasta sus últimos días por su "capitulación" de 1927, después de dejarse atrapar en la trampa de Radek y por los incentivos fraguados de la GPU. El sentimiento de culpa que tenía no ocultaba su irreverencia, sus accesos de autoridad, su memoria.
Desde su deportación hasta su capitulación, o sea desde 1927 a 1934, Rakovsky logró conservar relaciones con el centro de deportados de Biisk y, por intermedio del "centro" de Moscú, él mismo le informaba a León Sedov, el hijo de Trotsky en el extranjero, haciéndole llegar noticias y comentarios que Sedov respondía. Gershonskaia le había llevado personalmente el correo de Biisk a Barnaul... A la cabeza de esa red, un joven comunista ucraniano, Lipa Wolfson, quien jamás abandonó a Rakovsky, logró, durante años, burlarse de la policía y, en todos los lugares de deportación sucesivos de Rakovsky, esta red siguió surgiendo para reanudar el lazo histórico en la práctica militante.
Las afirmaciones de Trotsky sobre el aislamiento absoluto de Rakovsky en lo sucesivo deben interpretarse, más bien, como una precaución necesaria, porque sabía la verdad. Pero, a fines de 1933, lo que los policías stalinistas llamaban "la red Rakovsky – Wolfson", la dirección en la URSS de los bolcheviques – leninistas, fue decapitada.
Todos los documentos que pude reunir y consultar a partir de este descubrimiento coinciden, aunque no existen pruebas formales. Personalmente pienso que Rakovsky creyó posible negociar y buscar un acuerdo con la GPU: le prometió una "declaración" de apoyo al régimen stalinista amenazado por los nazis de Hitler, a cambio de la promesa de que no matarían ni a Wolfson ni a sus jóvenes camaradas. Probablemente, sobre la base de su pasado, de su experiencia, de sus relaciones, él mismo se creía capaz de reconstruir un polo de oposición pacífico y legal en la URSS.
En un primer momento, la burocracia mantuvo su promesa. Wolfson y sus amigos fueron condenados a penas de prisión ridículamente cortas cuando estaban acusados de alta traición: tres años fue la pena más pesada, la que se infligió a Wolfson... Rakovsky creyó sin dudas, que el acuerdo se mantenía.
En 1937, en el momento de su arresto y durante las largas sesiones de tortura que sufrió, respetó las bases del acuerdo anterior y tampoco fue condenado a muerte. Desapareció en las prisiones, en donde comenzaba, sin duda, el período más duro de su vida militante. Pude conocerla por los documentos del archivo de la GPU que un familiar suyo, su sobrino segundo, el coronel Khristian Rakovsky, me remitió para permitirme escribir mi libro sobre Rakovsky. Estando en prisión, Rakovsky se enteró que Stalin había hecho fusilar, a comienzos de 1927, a Lipa Wolfson y a sus jóvenes camaradas, y comprendió que había sido ingenuo, en una palabra, que había sido engañado. Pidió encontrarse con el representante de la GPU, se ocupó de decirle que lo consideraba el jefe de una banda de asesinos y que el deber de todo militante y de todo hombre honorable era decir quiénes eran los asesinos al servicio de Stalin y denunciarlos. "Usted me matará, ya lo sé", precisó. Lo mataron porque tenían miedo. Lo mataron, porque la guerra inminente, que mostraba la criminal falta de preparación de Rusia bajo Stalin, podía despertar el recuerdo de los héroes de la guerra civil, de los cuales, él era uno.
Stalin lo hizo fusilar sin juicio junto con 150 viejos bolcheviques, aproximadamente, ordenó que su cadáver cortado en pedazos sea tirado a los lobos, en el bosque cerca de Orel. Su sobrino segundo le hizo construir un sobrio cenotafio en el que figuran sus últimas palabras contra la burocracia y la GPU.
Cuando di una conferencia en la Universidad de Kharkov, en 1992, al dirigirme a varios centenares de personas, entre ellos, muchos jóvenes, me conmoví de poder responder, en ese lugar y en ese momento, a la angustia de Trotsky interrogando a su amigo en voz alta en el jardín de Coyoacán. Gracias a mis investigaciones, Rakovsky respondía "Presente".
Hice otros trabajos sobre los trotskistas que nadie ha puesto en duda, pero de los que nadie habla (sobre todo, en los periódicos y revistas que se reclaman del trotskismo en Francia)... Así, Iván Nikitich Smirnov, un obrero amigo de Trotsky, al que Lenin llamaba "la conciencia del partido" y su joven compañera, Alexandra Safonova, fundaron, después de haber capitulado, un grupo de "trotskistas ex capituladores" como decía León Sedov, que impulsó a fines de 1932 un "Bloque de Oposición" que aparece velado en el informe del primer Proceso de Moscú. Es la hija de Smirnov, la joven Olga Ivanovna Smirnova, fusilada en 1937, quien había sido el agente de ligazón entre Rakovsky y Smirnov.
Algunos de los "trotskistas ex capituladores" como A. A. Konstantinov, a quien llamaban Kostia, o el joven David Maidenberg, arrestado en 1925, fusilado en 1937, serán los líderes de la segunda generación.
Para nosotros, el grupo de hombres destacables que han sido los impulsores de la resistencia en los campos de Stalin ya no es un misterio.
Sabemos casi todo acerca de las dos grandes huelgas y sobre el fin de los trotskistas en la URSS en 1937 – 38, sobre la triple cuestión de la guerra de España, de los procesos de Moscú y de sus derechos de "políticos": a los nombres ya conocidos de G. I. Iakovin, Fedor N. Dingelstedt y Sokrat Gevorkian, hay que agregar el de Samuel Krol, gran dirigente sindical de los huelguistas de Magadan.
La apertura de informes de los archivos permite también hoy responder a la pregunta "¿Quiénes eran los trotskistas?" Burgueses y stalinistas siempre han respondido a coro, en el mejor de los casos, que eran intelectuales, gente que hilaba demasiado fino, totalmente extraña a las preocupaciones de la clase obrera rusa e indignos del menor interés por parte de la juventud del mundo. Hemos podido establecer, a través de los elementos dados por la prensa y los de los informes de la GPU y del partido cuando fueron las expulsiones, que la aplastante mayoría de los oposicionistas de fines del año 1929 eran jóvenes trabajadores, de entre 20 y 30 años, que incluían a algunos de los más jóvenes héroes de la guerra civil.
En otros términos, eran "la generación de Octubre", y sabemos que fueron necesarios dos meses para ejecutar con ametralladoras, en un claro cerca de la fábrica de ladrillos de Vorkuta, por grupos de cincuenta, a todos los que habían sobrevivido en ese campo, en donde los habían agrupado adrede. He enviado a un Congreso realizado en Montreal sobre la historia de Europa oriental, un estudio sobre la composición de estos trotskistas por edad y por profesión.
Empecé este artículo hablando de mis descubrimientos personales, pero no puedo contentarme con eso: decenas de investigadores, en primer lugar, rusos, han encontrado en los archivos un material inutilizado, además de totalmente disimulado hasta este momento, salvo por la KGB, que lo ha explotado como una mina de informaciones durante años.
Por otra parte, sobre la historia de la Unión Soviética propiamente dicha, nosotros, los historiadores trotskistas, tenemos más que aportar sobre complementos sacados de los archivos abiertos o de los trabajos recientes, que sobre nuevas pistas.
Un soviético, el amigo Alexander Pochtchekoldin, muerto más tarde, probablemente asesinado, estudió la influencia de Stalin sobre la burocracia dispersa, su unificación y luego los privilegios que permitieron mantenerla estrechamente unida y hacer de ella una herramienta útil para cualquier cosa.
Tenemos todos los documentos que faltaban desde el año del Nuevo Curso, a fines de 1923 y comienzos de 1934, pero ya conocíamos el grueso de su contenido, sobre todo, todos los textos de Trotsky, y las respuestas que le dieron, incluso una intervención suya en el Comité Central, en el que se creía que había estado ausente.
Por otro lado, todo el mundo sabía que los resultados de los votos en el partido habían sido ultrajantemente falsificados. Supimos por el hijo de Antonov – Ovseenko, historiador de gran valor, que su padre, responsable político del Ejército de N. I. Muralov, comandante de la guarnición de Moscú, y el chequista Kote Tsintsadze, habían propuesto a Trotsky marchar sobre el Comité Central, arrestar a Stalin y confiar a militantes irreprochables la realización de una nueva votación. Trotsky había rechazado deberle el poder a un golpe de estado del Ejército Rojo, y no a la voluntad de la base expresada claramente, sin presión ni miedo.
El gran historiador Víctor Petrovich Danilov, a quien el Kremlin de Gorbatchov le retiró el pasaporte por haber elogiado a Trotsky, y a mi libro sobre él, en la revista "Eco", finalmente vio publicada una parte importante de sus trabajos sobre la colectivización, que permanecían inéditos hasta el momento.
No citaré ningún trabajo sobre la Gran Purga, aunque algunos sean destacables. Pero, sobre este tema, mucho se han expresado los investigadores. El descubrimiento más amargo es que Stalin eligió personalmente a las mujeres que habían jugado un rol en la lucha de la Oposición para condenarlas, no a la prisión o a los campos, sino al uso sexual de los prisioneros de los campos, "ya que ellas aman a los trotskistas", habría comentado.
Y no puedo dejar de mencionar que el pretendido "misterio" que rodeaba la muerte de Andrés Nin, secretario del POUM, fue definitivamente esclarecido, confirmando todas nuestras hipótesis, por el trabajo de los cineastas catalanes del film Operación Nikolai.
Jean Jacques Marie no sólo ha confirmado lo que los investigadores rusos habían indicado discretamente acerca de Polonia, sobre la liquidación de todos los miembros del PC polaco y la fecha de esta campaña de exterminio. Nos ha enseñado también y por sobre todo, la existencia, en este partido, de una oposición decidida a defender su honor y a proseguir con la actividad comunista del partido, formando así la Oposición de Izquierda, y que conoció la misma suerte, con el asesinato a manos de la GPU del dirigente de este combate, el antiguo miembro del Comité Central L. V. Lipski, de sus hermanos Anton y Ludwig Lipski y de sus camaradas Jerzy Szczot y Zelm Konstanty.
La investigación también permitió desenmascarar a algunos "agentes": comenzando por los que se habían infiltrado en el SWP.
Finalmente, Orlov, en sus archivos, dejó la prueba de que "el periodista francés" Georges Soria era, como yo había denunciado varias veces, un agente de la GPU, encargado particularmente del pellejo de los trotskistas.
De los otros personajes importantes acusados de haber desempeñado un papel destacado en las operaciones de la GPU, recordemos que Margarita Nelken, de la dirección del PC español, era uno de ellos, a las órdenes de los enviados de Moscú a Madrid, como, entre otros, el cínico Ernö Gerö.
En Polonia me enteré que el agente de la GPU en España que infiltró el POUM y al que se lo tenía por un ruso de nombre Lev Narvitch, era, en realidad, un polaco llamado León Narwicz.
Sobre la política de la Comintern, debo hablar también de los trabajos de camaradas que están cerca mío. En primer lugar, Alexander (Sacha) Pantsov es el primero en haber visto los archivos sobre la revolución china y sacó un libro colmado de pruebas, de ejemplos, de homenajes a los "bolcheviques chinos", muy brillante en los matices que aporta, sin por esto y lejos de esto, cuestionar la interpretación de Trotsky.
Bernhard Bayerlein, publicará inminentemente, en Berlín, una obra en la que juntó todos los documentos concernientes al año 1923 y la revolución alemana: un resumen que va a molestar a todos los partidarios de la desaparición de la revolución del horizonte de la humanidad, en el pasado, en el presente y en el futuro. Pude utilizar estos documentos para mi libro sobre la historia de la Comintern.
También Bayerlein está corrigiendo una obra de la que tuve el placer de consultar el manuscrito de su traducción alemana, sin poder mencionarlo, las memorias de Georgi Dimitrov, el "jefe" de la Internacional que entregaba a sus oficiales y a sus hombres a los verdugos de Stalin, quien lo tenía cuidadosamente en cuenta.
En el marco de este artículo, no creo poder penetrar en la masa de informaciones que los archivos de la Comintern en Moscú amontonan y en los que se encuentran en Harvard, en los papeles de Trotsky. Finalmente, se puede tratar completamente por primera vez, la cuestión de la resistencia de los militantes del KPD a la capitulación sin combate de su partido frente a las bandas de Hitler, y su posterior sacrificio.
Esta historia por sí misma da la trama de la derrota de los revolucionarios frente a Stalin – Hitler, que los años siguientes confirmaron. Habría un libro entero para hacer sobre el famoso "complot de la Comintern" que, en 1938, costó la vida a tantos comunistas refugiados o de regreso a Moscú para ser asesinados allí. Habría que hacer otro sobre los islotes de resistencia en el seno mismo del aparato, no sólo de la GPU, sino de sus responsables extranjeros, "el grupo Neumann – Lenski", lo llamaban en 1932. No trataremos a Heinz Neumann con el desprecio que le manifiestan los secuaces de Stalin o los escribas que lo aprobaban o lo aprueban.
Viendo estos documentos, hemos adquirido una mirada muy nueva y muy diferente de la personalidad de Bela Kun, y, en sentido inverso, un revestimiento menos heroico de Luiz Carlos Prestes en las valientes rebeliones armadas brasileñas, infestadas, tanto por la policía política brasileña como por la GPU, y la horrorosa masacre de todos los enviados a Moscú, a quienes les fueron reservados los tratos más innobles y más humillantes.
Sobre China, deseamos que Pantsov prosiga con su trabajo, al menos hasta llegar al final de la segunda guerra mundial, en donde sonó la campana del trotskismo en China.
Una historia seria del PC checoslovaco podría construirse alrededor de personalidades que hoy conocemos bien por estos archivos: las luchas fraccionales terminaron destruyendo casi enteramente un enorme capital político y moral humano, cuya encarnación más deslumbrante es el historiador, escritor y periodista surrealista y comunista Zavis Kalandra, colgado por orden de Stalin en 1948.
Algunas cuestiones no recibieron aún la respuesta esperada. ¿Quién mató a Julio Antonio Mella, el héroe romántico del trotskismo cubano? ¿Los stalinistas, como creen algunos trotskistas, los machadistas, como lo juran los stalinistas y los Auténticos, o incluso muchos machadistas? ¿Fue excluido de las filas comunistas después de su primer entrevista con Vittorio Vidali? ¿Dónde se quedó?
La historia de los "andartes" griegos ha permanecido durante mucho tiempo como episodios de la historia militar, cuando se trata de una historia muy política, la de una guerra civil. Se supone solamente que Dimitros Sakarelos era un hombre de la GPU asesino de un trotskista en los años ’30, encargado durante la guerra de enfrentar, de irritar la paciencia de los líderes de los comunistas griegos y que fue asesinado accidentalmente.
Las probabilidades de pertenencia a la GPU contra Tina Modotti son aplastantes, hay muchas acusaciones pero ninguna prueba de los asesinatos de que se la acusa. Sudoplatov llamó por sus nombres a los asesinos de Rudolf Klement, secretario de Trotsky: Korotkov y Taubman enseguida hicieron buenas carreras de burócratas.
En el sentido inverso, hubo algunas sorpresas. Somos pocos los que sabemos que el gran historiador ruso de la revolución francesa, Victor Daline había sido miembro de la Oposición de Izquierda y que había intentado en vano preservar los archivos: los de la GPU han hablado con gran sorpresa de algunos señores ex stalinistas en las universidades francesas.
Hasta aquí, he hablado mucho de la GPU que ha infectado toda la historia del comunismo, y ha sustituido todo, comenzando por el partido bolchevique, que había sido revolucionario. Sin embargo, sus progresos han sido más lentos de lo que se cree. Así, encontré en los archivos del partido en Kharkov, documentos emanados del stalinista Postychev en 1927, sobre todo una carta dirigida a Stalin, en la que se defiende con energía de tener responsabilidad en los intentos de violencia contra Rakovsky, a lo que se dedicaban "desconocidos" y en donde todo indica que se trataba de agentes de la GPU: Postychev reprobaba estos "métodos" y creía que Stalin también los reprobaba, y Stalin debía, en parte, esconderse detrás de estos "desconocidos".
Son elementos de este tipo los que me dictan una conclusión. Todos juntos, los historiadores honestos de todos los países, marxistas o no; a pesar de las deshonestidades que son más numerosas aún y que muchos han denominado engañosamente "marxistas", hemos restablecido la verdad sobre un cierto número de puntos. Sin embargo, a veces, esta realidad pasada no aflora más que de manera imperceptible. En otros términos, se ha hecho un paneo superficial, ahora hay que profundizar. Y hay que profundizar sin perder de vista que no es "el arte por el arte", que la verdad es revolucionaria y que es porque uno es revolucionario que se busca la verdad y que se encuentra en ella un fragmento que permite atrapar la punta del ovillo, tirar de él y avanzar en la comprensión de este mundo en marcha que es necesario transformar.
* Pierre Broué es historiador del movimiento trotskista y director del Instituto León Trotsky de Francia, uno de los más importantes centros de difusión de su obra y del trotskismo a nivel mundial. Entre sus publicaciones se destacan los "Cahiers León Trotsky", con cerca de 70 volúmenes editados, y las "Oeuvres", un compendio sistemático del pensamiento del revolucionario ruso realizado por Broué y sus colaboradores que comenzó en 1978. Es autor del libro "Historia del Partido Bolchevique" y ha contribuido a difundir la historia de la Oposición de Izquierda en Rusia, gran parte de ella contenida en los archivos de la KGB recién abiertos tras la caída del régimen stalinista.
Falleciò en 2005.
Revista Estrategia Internacional Nro. 16 - Invierno austral de 2000
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