Unas semanas antes de su muerte, el historiador Burnett Bolloten, autor de "La Revolución española -La Izquierda y la lucha por el poder durante la guerra civil", un libro excelente editado por Grijalbo, tuvo la amabilidad de enviarme, desde California, un documento que acababa de descubrir en el archivo de Salamanca: la carta que los militantes del POUM encarcelados en la Prisión del Estado de Barcelona (antiguo convento de Deu y Mata, transformado hoy en Colegio) enviamos el 17 de enero de 1939, ocho días antes de la caída de Barcelona, a Juan Negrín, a Lluis Companys y a los comités dirigentes de los partidos políticos, de la CNT y de la UGT.
En esa carta, firmada por Juan Andrade, Julián Gorkin y el autor de estas líneas, los condenados por revolucionarios en el proceso stalinista que se había celebrado a fines de octubre de 1938 y los que estábamos sometidos a un segundo proceso del mismo tipo, reclamábamos nuestra libertad y la de todos los presos antifranquistas, la legalización del POUM y el respeto de las conquistas de los trabajadores, al objeto de participar activamente en la defensa de Cataluña y en particular de Barcelona.
Eran, aquellos, unos dias realmente dramáticos. Barcelona, hambrienta y desmoralizada por una política que había limitado y desfigurado las conquistas obreras del 36 y la autonomía política de Cataluña, sometida a intensos bombardeos, sentía dolorosamente que se acercaba el asalto de las tropas de Franco y temia que la ofensiva contra Cataluña tuviera consecuencias desastrosas para todo el campo republicano.
No obtuvimos las respuestas que esperábamos. Pero supimos enseguida que Lluis Companys reclamó nuestra liberación inmediata a Azaña y a Negrín. Supimos también que el socialista Ramón González Peña, héroe de Octubre de 1934 y ministro de Justicia, hombre que nos conocía y que había hecho lo necesario para que tuvieramos un régimen carcelario de "personalidades políticas", temia que, en cualquier momento, pudiéramos ser objeto de una agresión por parte de un grupo policíaco stalinista o franquista, si se nos dejaba en la Prisión de Deu y Mata. Esta hipótesis tenía su sentido, ya que el 21 de Enero, el director de la prisión,el socialista asturiano Vicente de Vicente, siguiendo instrucciones de González Peña, había solicitado dos camiones al stalinista Santiago Garcés, jefe del Servicio de Información Militar(SIM),y éste le había contestado: "Se trata de evacuar a los presos del POUM, ¿verdad?. Pues para ellos no hay camiones. ¡Que los fusile Franco!"
A este propósito, vale la pena decir que en un libro publicado en 1987 en París, "Le P.C.F.et la guerre d'Espagne", el Partido Comunista Francés revisa su política con respecto a la Revolución Española y denuncia la "grosera intrusión soviética en los asuntos de España". Su autor, el profesor de la Sorbona Carlos Serrano, escribe: "bajo la presión del Partido Comunista Español se inició una persecución contra el POUM y uno de sus líderes, Andreu Nin, fue detenido y desapareció en condiciones inexplicadas entonces, pero de hecho fue asesinado por agentes soviéticos"
En el mismo libro, en el marco de un análisis crítico del papel de las Brigadas Internacionales, basándose en una declaración del comunista checo Arthur London, se sostiene que durante la retirada de Cataluña, las unidades de las Brigadas que aún quedaban "liberaron a los presos poumistas detenidos en Cataluña para evitar que cayeran en manos de los franquistas". Sin comentarios.
La verdad es que los dirigentes del POUM más conocidos (Andrade, Arquer, Gorkin, Gironella, Bonet, Solano, Rodes, Farré Gassó) salimos de la Prisión del Estado de Las Corts la noche del 24 de enero por orden del ministro de Justicia. Se nos amontonó en un camión con nuestros guardianes y, tras un exódo agotador de 15 horas, que no tenía nada que envidiar al de la población civil y de ciertas unidades militares, llegamos a Cadaqués, donde Vicente Sol, Director General de Prisiones, trató de improvisar una nueva cárcel para nosotros. Desde Cadaqués solicitamos una entrevista con Negrín, que se encontraba en el Castillo de Figueres, para exigir nuestra liberación.
Mientras tanto, en Barcelona, el Comité del POUM que animaba Josep Rovira, ex-jefe de la 29 División, liberó a los presos políticos de la Cárcel Modelo y de la Prisión de Mujeres (donde estaban varias compañeras como las esposas de Gorkín y Andrade) pocas horas antes de la caída de Barcelona. Nosotros, al ver que era difícil el contacto con el Gobierno y la entrevista que Negrín nos había prometido, decidimos liberarnos por nuestra cuenta y, tras algunas peripecias singulares y el afortunado encuentro con varios jefes militares del POUM, nos dirigimos hacia la frontera, donde fuímos "descubiertos" por un equipo militante del Partido Socialista Obrero y Campesino de Francia (PSOP), organizado por Marceau Pivert y Víctor Serge, cuya misión era protegernos y llevarnos a París. De esa manera, evitamos el campo de concentración y la suerte que nos deseaba el jefe estalinista del SIM,
Asi fue nuestra marcha hacia el exilio. Pasamos largos años lejos de España y, al fin, tras el naufragio de la URSS, pudimos comprobar en los archivos de Moscú que el proceso y la represión contra el POUM, asi como el asesinato de Nin, habían sido organizados por la policía de Stalin (GPU) y su jefe para España, el general Orlov.
Wilebaldo Solano
15 de Febrero de 1999
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