Prisión perpetua y cárcel común para Menéndez
Alexis Oliva
La Justicia Federal de Córdoba condenó al otrora jefe del Tercer Cuerpo de Ejército y a sus siete subordinados a duras penas de prisión, que colmaron ansias de justicia acumuladas durante treinta años y desencadenaron el festejo popular.
Las palabras '…prisión perpetua e inhabilitación absoluta perpetua' arrancaron en la sala una ovación que el juez Jaime Díaz Gavier apenas pudo contener para seguir leyendo y a los pocos segundos decir '…en consecuencia revocar su prisión domiciliaria y ordenar su inmediata detención y alojamiento en una unidad carcelaria dependiente del Servicio Penitenciario de la Provincia de Córdoba' y desatar otro aplauso.
Era la resolución 9ª de la sentencia de la 'causa Brandalisis', acaso el enunciado más esperado de la historia reciente de Córdoba. Porque las frías y gastadas palabras, repetidas en cualquier proceso penal, esta vez le cambiaban la vida nada menos que a Luciano Benjamín Menéndez, el máximo símbolo del terrorismo de Estado en la provincia de Córdoba y en otras nueve que estuvieron bajo su dominio durante la dictadura militar. Esta vez, esas palabras trocaban como nunca impunidad por justicia.
Después siguieron las condenas a Hermes Oscar Rodríguez (22 años), Jorge Exequiel Acosta (22 años), Luis Alberto Manzanelli (prisión perpetua), Carlos Alberto Vega (18 años), Carlos Alberto Díaz (prisión perpetua), Oreste Valentín Padován (prisión perpetua) y Ricardo Alberto Ramón Lardone (prisión perpetua), penas que todos deberán cumplir en cárceles comunes y que minutos después la hinchada de militantes de HIJOS que saltaba en las butacas traduciría: '¡Se van a Bouwer, la puta que los parió!'.
No era para menos. Treinta años después, en el Palacio de Justicia por fin se hizo justicia. Memoria y justicia. Eso tan anhelado se dejaba oír en los gritos y sollozos, y asomaba en los abrazos, las sonrisas, las lágrimas, en las caras de satisfacción de los familiares de las víctimas, fiscales, abogados querellantes, testigos, militantes, periodistas y referentes sindicales, políticos y sociales, mezclados con las máximas autoridades provinciales y de la ciudad.
La temperatura ambiente y la adrenalina perlaban caras y encendían miradas que buscaban a otras caras con quien compartir la alegría, mientras el coro se acordaba de dedicarle el triunfo a María Angélica 'Keca' Olcese de Moller, la querida fundadora de Familiares que falleció ayer sin alcanzar a ver desde este mundo eso por lo que tanto luchó.
También se pronunciaban los nombres de Humberto Brandalisis, Hilda Palacios, Carlos Lajas y Raúl Cardozo, aquellas jóvenes víctimas secuestradas, torturadas y asesinadas a fines de 1977 por quienes recién hoy van a comenzar a pagar sus culpas. La reconstrucción del calvario de estos cuatro militantes revolucionarios permitió -además- recordar, dimensionar y comprender lo que fue el terrorismo de Estado en una de las provincias más castigadas del país.
La emoción se extendía como una ola hacia afuera de la sala y hasta la calle, desde la que llegaba el eco de los cánticos y bombas. Pero muchos se demoraron en la sala y en el primer piso de ese edificio que tantas veces fue escenario de frustraciones, para paladear un momento que sentían histórico.
Poco a poco, cada uno fue bajando las escaleras y atravesando el hall para salir al calor de una tarde como elegida para semejante festejo popular.
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