Shane Jones
El aumento de los precios del petróleo, y de la gasolina en particular, está teniendo un efecto sobre todo, además de llevar al límite nuestras ya estrechas billeteras. Tiene su efecto simplemente en tener que ir y de trabajar cada día, y hasta en el precio de los alimentos que también se han disparado debido al incremento de los costes del transporte.
Los precios del petróleo están seis veces más altos que en 2002 y han subido un 40 por ciento desde enero. Los precios de la gasolina han subido casi un dólar desde hace un año. El precio medio en la gasolinera, según la Energy Information Administration, ha superado los 4 dólares el galón [1 galón son 3,78 litros]. El precio medio en California es de 4,43 dólares el galón. Y la tendencia es que continúen las subidas de precios. El combustible ha subido un 66 por ciento en un año y varias empresas de transporte han tenido que cerrar. American Airlines ha subido los precios y también ha reducido empleos y rutas.
Los economistas dicen que el porcentaje de nuestros ingresos que va a cubrir los costes energéticos también crece muy rápido. El pasado mes de diciembre esa cifra alcanzó el 6,1 por ciento, la más alta desde 1985, equivalente a 200.000 millones de dólares. Con el ritmo actual, una familia norteamericana media tendrá que pagar 400 dólares más por el gas en 2008 que en 2007, un total de 3.000 dólares, mucho más que en 2002 cuando la media era de 1.600 millones de dólares. Para muchos estadounidenses, la subida del precio del gas se comerá todo el dinero que reciben en forma de cheques de "estímulo económico" enviados por el gobierno federal.
Hay varios factores implicados en el aumento de los costes del combustible en este último período, desde los niveles de producción de la OPEC hasta el aumento de la demanda en el mercado mundial. Es verdad que las "economías asiáticas en expansión", como China o India, consumen mucho más petróleo y mercancías que en el pasado, pero el factor principal es el sistema económico capitalista y su "libre mercado" irracional, no planificado y caótico.
Especulación
La pérdida de valor del dólar, una caída del 11 por ciento desde principios de 2007, ha tenido el efecto de subir los precios de todos los productos en el mercado internacional que se compran y venden en dólares norteamericanos. Los especuladores han tenido ventaja en el mercado. Cuando ellos compran petróleo (no para utilizarlo sino para retenerlo y venderlo después), reducen la oferta global en el mercado y obligan a que los precios suban. Esta situación lleva a otros especuladores a saltar al tren en marcha y hacer lo mismo, subiendo aún más los precios. Algunos economistas calculan que ellos han añadido tanto como 90 dólares al precio del barril de crudo.
Según fuentes del Congreso citadas por The Wall Street Journal, los especuladores ahora tienen aproximadamente el 70 por ciento de todo el crudo que se comercia en el mercado de Nueva York, en 2000 tenían el 37 por ciento. Los especuladores consiguen grandes beneficios simplemente comprando y vendiendo petróleo ya extraído. No crean ni añaden nada a su valor. En otras palabras, se hacen ricos a costa de los que debemos pagar más en la gasolinera.
Otro factor importante es la ocupación imperialista de Iraq. El economista Mamdouh Salameh, que asesora tanto el Banco Mundial como a la Organización para el Desarrollo Industrial de la ONU, ha dicho que el precio del petróleo si no fuera por la guerra de Iraq no tendría que superar los 40 dólares barril, mucho menos del precio actual de 135 dólares. Como dijo Lenin, la guerra es algo terrible, ¡terriblemente rentable!
La producción privada de gasolina en EEUU
EEUU tiene unas 150 refinerías diseminadas por 33 estados, más que cualquier otro país del mundo. Incluso más que la mayoría de los continentes. Por ejemplo, incluidas las seis refinerías rusas, todo el continente asiático tiene sólo 133 refinerías.
El 95 por ciento de la gasolina consumida en EEUU se refina en el país, pero menos del 40 por ciento del crudo refinado procede de EEUU. Aunque EEUU es el tercer productor de petróleo más grande del mundo, importa casi el 60 por ciento del petróleo que consume, y no exporta petróleo. En otras palabras, el mantenimiento de una oferta sostenida de petróleo es algo clave para los intereses estratégicos de EEUU. Es crucial para toda la actividad económica del país. Millones de empleos norteamericanos se basan directa o indirectamente en el petróleo, pero este suministro vital está en manos privadas, en mega-empresas que producen para conseguir un beneficio y no para las necesidades de la sociedad.
Diez empresas controlan el 81 por ciento de las refinerías de EEUU. Las cinco primeras petroleras son: ExxonMobil, British Petroleum, Royal Dutch Shell, Chevron y ConocoPhillips, entre ellas poseen más del 40 por ciento de las refinerías norteamericanas. Si nos hiciera alguna prueba más de que ellas están interesadas sólo en maximizar beneficios, han respondido a la caída de demanda de gasolina debido a su alto coste, con una reducción de la producción, y así mantienen los precios altos. La utilización de las refinerías cayó a un 81,4 por ciento en la segunda semana de abril, comparado con el 90,4 por ciento en el mismo mes del año pasado. En junio de este año las refinerías han estado funcionando al 85 por ciento de su capacidad. ¿Cuál es la razón? "Están reduciendo la producción de gasolina porque no están en los negocios para perder dinero, no están para hacer obras de caridad a los camioneros y motoristas". Estas palabras son de Fadel Gheit, un analista de Oppenheimer & Co.
En los años noventa y en los primeros años de este siglo, una serie de fusiones redujo el número total de refinerías y concentró aún más el control en un sector ya muy desregulado. En otras palabras, las grandes petroleras son capaces de manipular el mercado para conseguir más beneficios, con la mínima regulación del gobierno. Según Mark Cooper, director de investigación del Consumer Federation of America: "Les permitimos acumular poder de mercado a través de una ola de fusiones y estos últimos cinco años estamos pagando el precio. Si el número de jugadores en el mercado es pequeño, ellos aprenden de sus respectivos comportamientos".
Los Demócratas y los Republicanos: hombres y mujeres de las petroleras
Como en el caso de los Republicanos, los Demócratas han hecho su parte para ayudar a las grandes petroleras a conseguir beneficios a costa de la clase obrera. Es de sobra conocido que Bush y compañía son hombres y mujeres del petróleo, pero no es un caso único. El dinero del petróleo corre rápidamente por las manos de Washington, a cambio de favores de aquellos que están en el poder.
Incluso el "ecologista" Al Gore ha participado. Durante los años de gobierno Clinton/Gore el gobierno federal hizo su mayor privatización, cuando el Departamento de Energía vendió 47.000 acres de la reserva petrolera Elk Hill a la empresa energética Occidental. La venta de la reserva de petróleo pública a manos privadas llegó cinco años después de presiones, Clinton y Gore vendieron Elk Hill en 1995 dentro de la iniciativa "reinventar el gobierno", a pesar de la recomendación contraria a la privatización de la National Academy of Public Administration. Gore asistió participó en el consejo de dirección de la empresa privada contratada para evaluar el impacto ambiental y además tenía acciones de Occidental por valor de 500.000 dólares. Después de la venta, las acciones de Occidental subieron un 10 por ciento. Esta operación engordó las ganancias de Al Gore.
Además, las petroleras no han pagado por los menos 10.000 millones de dólares en comisiones que tendría que haber pagado por el derecho a perforar una tierra pública. Esta situación comenzó con Clinton y ha continuado y se ha intensificado con Bush. Whistleblowers, del Departamento de Interior, ha informado de la intimidación recibida dentro del departamento cuando se ha intentado rectificar esta situación.
¿Podemos esperar que cambie algo cambie cuando Bush se vaya y entren los Demócratas en el gobierno? Obama, de manera oportunista y demagógica, se presenta como el oponente de las grandes empresas. Por ejemplo, a principios de este año apareció en la televisión diciendo: "Yo soy Barack Obama. No acepto dinero de las petroleras o de los lobbys de Washington, no dejaré que nunca más bloqueen el cambio...".
Desde 1907 la ley federal prohíbe a las empresas contribuir directamente a los candidatos federales. Sin embargo, reciben millones de las petroleras durante la campaña de nominación e incluso sirven a los intereses empresariales una vez están en el cargo. Lo que Obama no menciona es que, aunque no ha recibido dinero directamente de las empresas, sí ha recibido cientos miles de dólares en contribuciones de los altos ejecutivos de las petroleras en forma de contribuciones individuales. George Kaiser, el presidente de la empresa Kaiser-Francis Oil Co., está en el puesto 68 de la lista Forbes de los más ricos del mundo, aparece en la página web de Obama como uno de los contribuyentes con una cantidad que está entre los 50.000 y los 100.000 dólares. También ha recibido contribuciones de "individuos" de ExxonMobil, Shell, Chevron y BP. En total, ha recibido más de 213.000 dólares de "individuos" pertenecientes a la industria del gas o el petróleo.
Obama, al que muchos ven como el candidato de la "diversidad", lo es igualmente respecto a la financiación, porque también ha recibido de la industria nuclear. Por ejemplo, los ejecutivos y empleados de Exelon, con base en Illinois, han contribuido con por los menos 227.000 dólares a las campañas de Obama, primero a la del senado y después a la de la presidencia. Dos altos ejecutivos de Exelon, Frank M. Clark, vicepresidente ejecutivo, y John W. Rogers Jr., director, están entre sus principales contribuyentes.
Por supuesto, la clase obrera no puede esperar más de McCain. Aunque él ha dicho: "Estoy muy enfadado con las grandes petroleras", igualmente acepta su dinero, concretamente 720.613 dólares. El sector petrolero hace sus apuestas para garantizar que sus intereses estén representados independientemente de qué partido gane la presidencia.
El petróleo nacionalizado cuesta menos a los trabajadores
Aunque la nacionalización por sí sola no lleva directamente al socialismo, sí se pueden ver los beneficios de la nacionalización desde la perspectiva de la clase obrera. En casi todos los países donde la industria petrolera está total o en parte nacionalizada, los trabajadores pagan menos por la gasolina que sus hermanos de clase en países donde la industria petrolera es de propiedad privada.
Venezuela es un claro ejemplo, donde a pesar de los intentos de la oligarquía y la burocracia por desbaratar y esquilmar la riqueza petrolera, la savia de la economía venezolana, la gasolina está subvencionada y cuesta sólo 0,19 dólares el galón. Algunos otros países con el petróleo nacionalizado y donde el galón de gasolina cuesta menos que en EEUU son: Kuwait 0,79 dólares; Nigeria 0,38 dólares; Arabia Saudí 0,45 dólares; Qatar 0,83 dólares; Egipto 1,21 dólares; Emiratos Árabes Unidos 1,40 dólares; Trinidad y Tobago 1,82 dólares; México 2,64 dólares.
Se podría decir, por supuesto, y tendrían razón, que estos países cuentan con grandes reservas de petróleo y que hay mucha disparidad económica. Sin embargo, si se mira la diferencia entre el petróleo de Arabia Saudí a 45 centavos el galón, con el que procede de los pozos petroleros más grandes del mundo conocidos y el siguiente país en la lista, Canadá, donde un galón cuesta una media de 5,49 galones, uno se pregunta ¿por qué esta diferencia tan grande? Una parte de la respuesta es porque en Canadá la industria petrolera no está nacionalizada, como en EEUU, está dirigida sólo al beneficio.
¡Por la nacionalización de la industria petrolera!
Según el Departamento de Energía de EEUU, "El petróleo es la savia de la economía norteamericana. Actualmente suministra más del 40 por ciento de nuestra demanda energética total y más del 99 por ciento del combustible que utilizamos en nuestros coches y camiones". Quizás en ningún otro país el petróleo y la gasolina son tan importantes para el funcionamiento de la sociedad y para la vida de los trabajadores como en EEUU. Y aún así, la industria está destinada a satisfacer los intereses de un pequeño sector de la clase dominante, que en sí misma es una fracción minúscula de la humanidad.
Los combustibles fósiles no son una fuente sostenible inagotable y que pueda satisfacer la creciente demanda energética mundial. La continua dependencia del petróleo sólo puede tener cada vez efectos más adversos para el medio ambiente y para la calidad de vida de miles de millones de personas. Es difícil saber si hemos llegado al "máximo del petróleo", la cuestión es que las reservas y los niveles de extracción del planeta están en una fase de declive, está claro que los recursos petroleros del planeta son limitados. Por eso es necesario un plan de producción racional, democrático y planificado, con nuevas regulaciones o impuestos a la "cascada de beneficios". La sociedad necesita controlar sus recursos energéticos y ponerlos al interés de todo. No se puede controlar lo que no posees. Mientras los recursos estén controlados por un puñado de intereses privados, la clase obrera estará a merced de los especuladores, de las grandes petroleras y de sus representantes en el gobierno.
El movimiento obrero debe exigir la nacionalización de la industria petrolera, que se gestiona bajo el control democrático de los trabajadores en interés de toda la sociedad. Miles de camioneros no sindicalizados han iniciado huelgas contra los altos costes del combustible. SI la dirección del AFL-CIO y Change to Win defendieran la nacionalización de la industria petrolera tendrían un enorme eco. Incluso si un puñado de sindicatos, por ejemplo, el Teamsters (Camioneros) y el OCAW (Sindicato Internacional de Trabajadores de la Química del Petróleo y Energía Atómica), movilizaron sus filas alrededor de esta reivindicación, podían atraer a millones de trabajadores cuya calidad de vida está en declive debido al aumento de los precios del combustible.
Finalmente, la sociedad necesita continuar el desarrollo y la inversión en la energía renovable, reducir el consumo extendiendo el transporte público. Pero, mientras tanto, mientras seamos dependientes del petróleo, debemos exigir la nacionalización de la industria petrolera bajo el control democrático de los trabajadores.
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