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jueves, agosto 14, 2008
La basura capitalista inunda lo que fué la soviética y socialista Estonia de los trabajadores
El paraíso del póquer: Tallin, con 90 casinos, ha superado ya a Montecarlo
• El Gobierno de Estonia prepara una ley para controlar a las empresas del juego ante el aumento de la adicción
TALLIN
Es conocida principalmente por su casco antiguo medieval. La capital de Estonia, Tallin, se ha convertido un poco en Las Vegas con sus 90 casinos, cuyo éxito está empezando a preocupar a las autoridades. Miles de jugadores extranjeros vienen a propósito a este país báltico para dedicarse a su pasión, puesto que el juego no está apenas controlado por la Administración.
Para la revista de póquer Bluff Europe, Tallin es ahora el tercer destino preferido por los jugadores del continente europeo, después de Londres y de Dublín. Sin embargo, destacan que la capital estonia se encuentra por delante de lugares tan prestigiosos como Montecarlo. "Con razón se la puede considerar como una de las mejores ciudades de la nueva Europa para poder divertirse. Tallin es un lugar obligado para la élite de póquer en Europa", dice la publicación.
La revista subraya que los últimos dos años, los organizadores de los campeonatos de póquer suecos han optado por cruzar el Báltico para instalarse en el Casino Olímpico, que se ha convertido en la institución más importante de Tallin. Su propietario, Armin Karu, se ha convertido en uno de los hombres más ricos de Estonia.
Liberalismo desbocado
Después de casi cinco décadas bajo el yugo de la Unión Soviética, Estonia ha abrazado el liberalismo radical de los nuevos tiempos después de su independencia en 1991. La industria de las apuestas se ha beneficiado de esta tendencia y ha vinculado a la herencia comunista cualquier intento de aprobar normas para su control.
Durante este tiempo, el Gobierno ha cerrado los ojos mientras ha llenado sus arcas gracias a los impuestos. El año pasado, el Estado estonio ingresó un total de 30 millones de euros, 17 veces más que en 1994.
Después de más de una década de permisividad, los funcionarios estonios están empezando a preocuparse por las consecuencias que la pasión por el juego está causando a sus ciudadanos. Varios estudios revelan que aproximadamente el 1% de los estonios --alrededor de 13.000 personas de una población total de 1,3 millones de habitantes-- sufren alguna dependencia del juego y un número aún mayor --unas 16.000 personas-- son considerados adictos, es decir, enfermos.
Auge de la adicción
En dos años, el número de personas dependientes creció un 30%. "Estas cifras siguen aumentando, y realmente se debe hacer algo con urgencia", dijo Jaanus Mutli, teniente de alcalde de Tallin.
El Ministerio de Hacienda está preparando un proyecto de ley para exigir a todos los establecimientos que registren el nombre de los jugadores. Los casinos tendrán un mínimo de 40 máquinas tragaperras, que habrá que controlar. Y se eliminarán las pequeñas empresas que acogen como clientes a los jugadores menos afortunados de las zonas desfavorecidas.
La ley también prohibirá la presencia de casinos en algunas zonas urbanas, especialmente cerca de las escuelas. El alcalde de Tallin tiene esperanzas de eliminar algunas ubicaciones y obligar a los establecimientos a cerrar durante unas horas al día, ya que en la actualidad pueden permanecer abiertos las 24 horas del día. El proyecto debe ser presentado en el Parlamento en otoño con el fin de que el texto pueda entrar en vigor el 1 de enero del 2009.
Los establecimientos de apuestas han reaccionado bien y han aceptado los planes del Gobierno. "Reconozco que tenemos un grave problema con los juegos de azar y doy la bienvenida a todas las medidas adoptadas para regular mejor los juegos", dijo Tonis Ruutel, presidente de la Asociación estonia de operadores de casinos.
Sin embargo, un nuevo movimiento anticasinos considera que el texto es a todas luces insuficiente. "Los juegos de azar son una enfermedad que no se puede curar", afirma Leonhard Puksa, que fue jugador hasta el año 2001 y que ahora encabeza una asociación que atiende a los afectados.
Afirma que la ley solo prevé la prohibición de entrada de los jugadores que lo pidan. Y, con el fin de concienciar a la población, el movimiento anticasinos pide que se levante un monumento a las víctimas del juego, a los que se suicidaron tras arruinarse.
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