sábado, marzo 08, 2014

Cuba en África: Historia Olvidada

Reseña: Piero Gleijeses Visions of Freedom: Havana, Washington, Pretoria, and the Struggle for Southern Africa, 1976-19. 736 paginas. (The University of North Carolina Press, 2013)

“El opresor mata dos veces, primero mata el cuerpo y segundo, borrando las memorias.” Anónimo

“La memoria de los pueblos oprimidos es algo que no se puede borrar, y para estos pueblos con estas memorias la revuelta está a flor de piel.” ― Howard Zinn, A People's History of the United States: 1492 to Present

“La Historia es el producto del poder, pero el poder por sí mismo nunca es tan transparente que su análisis sea superfluo. La marca definitiva del poder es su invisibilidad; el reto mayor es revelar sus raíces.” Michel-Rolph Troillot. Silencing the Past: Power and the Production of History

Prologo: Piero Gleijeses, experto en la política exterior de los Estados Unidos, particularmente en Latino América nació en Venecia, Italia y ha producido una gran cantidad de investigaciones que han roto mitos creados por los apologistas del imperialismo norteamericano. Irónicamente, ha logrado esto estando situado en el centro mismo del mundo académico que produce los documentos cruciales que sirven de base para la dominación hegemónica, no solo intelectual e ideológica sino también militar de los Estados Unidos. Es catedrático en la universidad de Johns Hopkins, un centro intelectual de la diplomacia norteamericana. Ha escrito sobre la política intervencionista de los Estados Unidos en Guatemala, Republica Dominicana y Cuba. Su libro “Misiones en conflicto” en el 2002 es considerado como la mejor interpretación histórica, diplomática del rol de Cuba en África desde el 1959 hasta el 1976 en el contexto de la guerra fría. Este nuevo libro “Visiones de Libertad” cubre el rol Cubano desde el 1976 hasta el 1991 llevándonos al momento mismo de la liberación de Namibia y el comienzo del proceso de desmantelamiento del sistema de Apartheid. En esta voluminosa obra de 736 páginas ampliamente documentada con partes diplomáticos por primera vez revelados de Cuba, Rusia, los Estados Unidos y Sur África. También condujo entrevistas con algunos de los principales participantes en estos eventos, desde combatientes Cubanos, diplomáticos norteamericanos, cubanos, sur africanos y rusos además de oficiales del ejército cubano, angolés y sur africano. Gleijeses logra demoler desmitificando el trabajo ideológico de la maquinaria diplomática quien en conjunto con los medios de información de los Estados Unidos crearon el ambiente de ignorancia e distorsión de la verdad histórica que rodeó los análisis y el teatro político que los norteamericanos presentaron luego de la muerte del patriota sur africano Nelson Rolihlahla Mandela . Esta reseña destacará el rol de los cubanos en las dos derrotas que Sur África sufrió frente a los cubanos. Nelson Mándela dijo que estas épicas cubanas derrotaron el mito de la invencibilidad del gobierno de supremacía blanca en Sur África.
Los imperios clásicos antes del desarrollo del capitalismo como formación global ejercían su control político a través de la fuerza militar directa para extraer tributo de las naciones o regiones colonizadas. Los romanos permitían en gran medida que sus súbditos mantuvieran sus culturas y estructuras políticas siempre y cuando tuvieran líderes que mantuvieran sus poblaciones sometidas al imperio. Los musulmanes, luego de la conquista de España en el 711, tampoco tenían la práctica extendida de forzar a las poblaciones conquistadas a convertirse a la religión y cultura islámica. Los imperios modernos, aquellos posteriores a la conquista de las Américas por España, comenzando en el 1492, siguieron el modelo desarrollado por los españoles en los últimos años que precedieron a la colonización de las Américas. Este modelo de colonización fue desarrollado en los últimos años de la “Reconquista” cuando desarrollaron instituciones tales como la encomienda y la inquisición para controlar, reprimir y luego expulsar a los nuevos súbditos musulmanes. Motivados por su afán de crea una nación e identidad culturalmente homogénea impusieron su cultura religión y lenguaje a las poblaciones conquistadas y este proceso y práctica fue utilizado en las Américas en la colonización de los indígenas. Este modelo fue utilizado también por los Estados Unidos en la construcción de su imperio, aunque la práctica se escondía bajo la fachada de la construcción de una nación democrática.
El imperialismo norteamericano comenzando en el siglo XIX de forma sistemática, imponía su cultura y memoria histórica a las poblaciones de los territorios conquistados. Comenzando con las naciones indígenas los Estados Unidos creó instituciones para desconectar a las poblaciones conquistadas de sus orígenes, religión y memoria colectiva. En su lugar, impuso el inglés como la lengua vernácula y su particular visión de mundo. Para mantener su hegemonía y control de su población también creó todo un proceso para perpetuar la idea de que los Estados Unidos eran un ejemplo excepcional de una nación democrática y no imperial. Parte de este proceso era demostrar (o imponer) ideas sobre la superioridad de su cultura y visión de mundo. Este conjunto de instituciones y valores culturales reprodujo en los procesos políticos, educativos, y los medios de comunicación la narrativa imperial y la particular forma en que condujo su política extranjera frente a sus rivales mundiales.
Un ejemplo clásico de cómo estas instituciones continúan operando para mantener la cohesión ideológica y cultural entre la población norteamericana se revela cuando se examina la política extranjera de los Estados Unidos durante la guerra fría y en particular en su relación de constante conflicto político con la revolución cubana. La muerte reciente del revolucionario Nelson Rolihlahla Mandela ha revelado a los extremos a los que llegan estos procesos ideológicos para mantener una visión de mundo cohesiva que no lleve al resquebrajamiento de la hegemonía de la elite estadounidenses sobre las grandes mayorías de ese país. La mentira y la distorsión histórica son herramientas políticas para mantener a los norteamericanos y sus sujetos coloniales ignorantes de los procesos imperiales que afirman e imponen su hegemonía ideológica y contribuye a problematizar la posibilidad de la liberación política y cultural al interior del imperio y en las colonias.
La sorpresa y el horror que le causó a los norteamericanos el saludo de Raúl Castro y Obama durante las exequias de Nelson Rolihlahla “Madiba” Mandela en Sur África, son el resultado de los esfuerzos consciente e inconscientes de los forjadores de la narrativa norteamericana en los Estados Unidos de reescribir la historia de la relación de los Estados Unidos con Cuba y el Sur de África. La diplomacia imperial norteamericana siempre han estado representada en un ropaje moral en donde los EUA representan el bien frente al mal en un mundo maniqueo. Para lograr esto, como describió Noam Chomski, las capas altas de la sociedad capitalista controlan los medios de producir ideas, visiones de mundo y contribuyen a determinar lo que muchos consideran normal. Usualmente, con sus excepciones, los medios de comunicación y distribución de información proveen los marcos de referencia los cuales son utilizados por grandes sectores de la población para encontrarle sentido a la realidad. La realidad y las narrativas históricas son aceptada por las grandes mayoría si encajan con su visión de mundo y de lo que es razonable dentro de una realidad histórica concreta. Esto se logra, no solo con información sino también con la falta de información. Hay veces que la ausencia tiene más poder formativo que la misma presencia de información. Como decía el Pan Africanista Steve Biko parafraseando a Franz Fannon, “la mente del oprimido es el arma más poderosa de los opresores.” El consentimiento a la opresión es producto de la falta de una narrativa histórica que contradiga la propaganda diseminada de los medios de información. Es por esta razón que los imperios modernos borran la historia de las poblaciones conquistadas para que no tengan los recursos que la memoria colectiva le provee a grupos oprimidos para retar la distorsión creada por las instituciones imperiales. No es una coincidencia que la primera revolución en las Américas, luego de la norteamericana, se diera en Haití en 1791. Las fuerza Haitianas que derrotaron a las fuerzas francesas de napoleón Bonaparte, estaban mayormente conformado de Africanos que habían nacido en África y quienes estaban aún inmersos en sus culturas étnicas particularmente en sus culturas guerreras y religiosas. Esa historia por ejemplo ha sido escondida y borrada de las narrativas a las que tienen acceso la mayoría de los norteamericanos como muy bien has descrito el antropólogo Haitiano Michel-Rolph Troillot. El desconocimiento de esta y otras historias tiene dos funciones: primero, contribuye a afirmar y reproducir la falta de un sentido de poder de los oprimidos a la vez que permite la exaltación del opresor, segundo, parafraseando al historiador radical norteamericano Howard Zinn, evita que esas memorias permitan la revuelta que está a flor de piel.
Es impresionante que a pesar de la obsesión norteamericana contra la revolución Cubana, obsesión que aqueja a la cultura popular y diplomática norteamericana, el rol independiente de los cubanos en la liberación de África pasó casi desapercibido excepto en los sectores de la diplomacia e inteligencia norteamericana. Gleijeses revela que a pesar de que sectores de la inteligencia norteamericana sabían que Cuba no era una marioneta soviética, públicamente esa era la visión que se representaba en el mundo de la política y los medios estadounidenses. Los cubanos empezaron su rol internacionalista en África temprano en los 1960s. La Unión Soviética no apoyaba estas acciones de los cubanos y de hecho Raúl Castro, jefe de las FAR pensaba que “si ellos (URSS) nos dieran consejos estarían interviniendo en nuestros asuntos internos.” Este sentido de independencia de los cubanos fue fortalecido por la acción de la Unión Soviética durante la crisis de los misiles en octubre 1962 cuando negoció a espaldas de los cubanos y accedió a retirar los misiles soviéticos sin consultar con el gobierno revolucionario. Ya la determinación de desarrollar una política internacional distinta de los regímenes burocráticos socialistas de Europa tuvo su prueba cuando Angola se preparó a constituir un estado independiente luego del colapso de la dictadura portuguesa durante la rebelión de los militares en Portugal contra el régimen fascista.
Angola, un país de 6 millones de habitantes con una población de 320,000 blancos libraba una cruenta lucha de liberación contra Portugal desde el 1961. La revolución militar del Movimiento de las Fuerzas Armada (MFA) portuguesas en 1975 derrocó al gobierno “Nuevo Estado” fascista que era el gobierno dictatorial más antiguo de Europa y quien mantenía su imperio a través de una cruenta represión en las colonias y en la nación. La revolución de los “Claveles” llevó al desmantelamiento de la guerra colonial portuguesa y al inicio de la descolonización en Guinea-Bissau, Mozambique y Angola entre otras colonias portuguesas. En el caso de Angola, rica en petróleo gracias al enclave de Cabinda, la retirada de los ejércitos portugueses y la independencia de Angola en 1975 fue seguida de una guerra civil entre las guerrillas que habían conducido la guerra de liberación. Las Fuerzas Nacionales por la Liberación de Angola (FNLA) dirigida por Roberto Holden, la Unión Nacional Por la Independencia Total de Angola (UNITA) dirigida por Jonás Savimbi y el Movimiento Popular por la Liberación de Angola (MPLA) dirigido por Agostinho Neto se enfrascaron en la primavera en una guerra fratricida. Cada grupo representaba distintas etnias de la nación angolana pero el MPLA era el más grande y diverso ya que su plataforma estaba basada en la lucha de clases lo que le dio más amplitud de apoyo de diversos grupos a través de la nación Angolana. El MPLA, influenciado por el marxismo también tenía blancos en sus huestes a la vez que tenían un buen número de cuadros con educación universitaria.
Aprovechando las divisiones entre las fuerza de liberación los Estados Unidos y Sur África comenzaron a enviar apoyo material a ambos grupos el FNLA de Holden y UNITA de Savimbi. Los Sur Africanos querían mantener su dominio regional en Sur África el cual era esencial para mantener el Apartheid. Pretoria no confiaba en el MPLA de Neto pues sabía que estos apoyaban el desmantelamiento de los sistemas coloniales y raciales en el cono sur de África y apoyaban el Congreso Nacional Africano (CNA) dirigido por Nelson Mándela. El MPLA, apoyado por la Unión Soviética representaba un peligro para la dominación ilegal que Sur África mantenía sobre Namibia. La Organización de la Naciones Unidas (ONU) había llegado a un acuerdo para celebrar elecciones en el territorio que anteriormente era controlado por los alemanes. Este acuerdo fue ignorado por Pretoria a la vez que manipulaba organizaciones dentro del territorio. Ambos, el FNLA y UNITA habían logrado acuerdos de coexistencia con Pretoria por lo que no constituían un reto al sistema de Apartheid. Los norteamericanos, por su lado, envueltos en la guerra fría seguían la política elaborada el departamento de estado bajo Henry Kissinger. El objetivo de la política extranjera era la de evitar que el MPLA subiera al poder aun cuando sabían que el MPLA no iba a afectar los intereses económicos y estratégicos de los Estados Unidos. El FNLA era descrito como una organización totalmente corrupta por el Cónsul General de los Estados Unidos en Luanda, la capital de Angola. Y Jonás Savimbi era un guerrero sediento de poder dispuesto a sacrificar su gente para lograr sus objetivos.
En agosto de 1975 los primeros instructores militares cubanos llegaron a Angola. Los soviéticos solo ofrecían un tímido apoyo pues no querían afectar las negociaciones de reducción de armas nucleares con los Estados Unidos (SALT II) y además desconfiaban de Agostinho Neto el líder del MPLA. Neto era un intelectual, poeta y muy independiente a la vez que autoritario. Pero en Septiembre Washington y Pretoria estaban preocupados porque el MPLA estaba ganando la guerra civil. Esto no se debía a la ayuda militar cubana (aunque habían tropas cubanas en el país), ni a su poderío militar ya que el FNLA y UNITA estaban mejor equipados por los sur africanos y norteamericanos. Según el director de la estación de la Agencia Central de Inteligencia en Luanda el MPLA era más “efectivo, mejor educado, mejor entrenado y más motivado.” Washington urgió a Pretoria que interviniera en la guerra civil para cambiar su curso. El 13 de octubre 1975 las Fuerzas Armadas Sur Africanas invadieron Angola desde Namibia donde estaban sus bases. En su camino hacia la capital Luanda, las fuerzas del MPLA no pudieron resistir el avance del ejército más poderoso y mejor equipado de África. Además del apoyo económico y militar de los Estados Unidos, Pretoria sostenía una relación muy cercana con el estado de Israel quien también apoyaba a Sur áfrica políticamente (contactos con los congresistas en los EUA) y con equipo militar (que a su vez había recibido de los EUA). Neto había pedido ayuda a Cuba para resistir el ataque Sur Africano (aunque los creadores de los mitos en los Estados Unidos han escrito que los cubanos llegaron primero y que los Sur Africanos intervinieron después) y el 4 de Noviembre de 1975 Fidel Castro envía tropa cubanas a Angola.
Las tropas cubanas aunque inferiores en número (transportar tropas a través del Atlántico fue una épica histórica para un país pequeño como Cuba) lograron detener la avanzada militar del ejército sur africano. Según el historiador oficial Sur Africano de la guerra profesor F. J. du Toit Spies, “los soldados cubanos raramente se rendían, combatían alegremente hasta la muerte.” Los Estados Unidos preocupado por los acontecimientos se distanciaron de Sur África y condenaron la invasión que ellos mismos habían promovido. Pretoria, aislado internacionalmente, a través de su ministro de defensa criticó a los Estados Unidos por haberlos conminado a invadir y luego abandonarlos frente a la opinión pública mundial. El 26 de marzo 1976, empujados por las tropas cubanas y estando aislados de la opinión pública mundial, los sur africanos se retiraron de Angola y regresaron a sus bases en Namibia.
Como explica Gleijeses, la humillación sufrida por los Estados Unidos y su subalterno Sur áfrica, llevaron a los portavoces del departamento de estado norteamericano de utilizar el mito de la guerra fría para representar a Cuba como una marioneta de la política exterior soviética. De esta forma la derrota no era producto de un pequeño país sino la responsabilidad de otro poder mundial europeo. Pero, como la Agencia Central de Inteligencia reveló en el 1981, la operación cubana fue unilateral y realizada de forma apresurada. Más tarde, aun el mismo Henry Kissinger tuvo que admitir que el apoyo internacionalista de Cuba no fue forzado por los soviéticos ni fue hecho para pagar por el apoyo económico y militar de la URSS. Lo que motivó a los cubanos, en particular a Fidel Castro era la auto defensa de Cuba y un sentido de misión revolucionaria de apoyar las luchas de liberación anti imperialistas. Cuba no recibió beneficios económicos de la gestión, solo prestigio y el agradecimiento de los países Africanos a los que contribuyó su apoyo a su libertad.
Otro factor que resulta claro de la investigación y evidencia encontrada por Gleijeses en los centenares de documentos a los que tuvo acceso, es que los cubanos no eran un ejército mercenario contrario a lo que los propagandistas norteamericanos y la derecha del exilio cubano han tratado de propagar. Cuba siempre le ofreció al gobierno de Angola retirar sus tropas cuando así lo quisieran los Angolanos. De hecho, sorprende saber, a pesar de los mitos creados por la maquinaria propagandística norteamericana que Cuba no recibió pago por el rol de las tropas en Angola. De hecho, relata Fidel que en ocasiones, habían enviado un buque mercante con comida para tres meses y al mes ya se había terminado porque los cubanos terminaban alimentando también a los Angolanos. Los cubanos siempre fueron muy cuidadosos de asegurarse que su participación en la guerra era una de proteger a Angola de la violación de las fronteras por Sur África y no de intervenir en la guerra civil a favor de uno u otro bando. Aunque hubo excepciones, los cubanos entrenaban las fuerzas armadas de Angola (Fuerzas Populares de Angola—FAPLA) pero evitaban participar en acciones militares de la guerra civil. Esto era la política cubana a pesar de las muchas presiones de los Angolanos a que participaran en la lucha contra, particularmente, la UNITA. Las tropas cubanas permanecieron en Angola hasta la segunda invasión de Sur África y su participación fue determinante en la liberación de Namibia y el desplome del Apartheid en Sur África. De hecho, desde el 1976 hasta el 1978 fueron gradualmente removidas las tropas cubanas, luego de la primera derrota de Sur África, hasta que solo permanecieron los instructores militares cubanos. Los Angolanos pidieron que los médicos cubanos permanecieran dado el pobre estado de la infraestructura de salud de Angola.
Otra acción militar importante en la cual los combatientes cubanos participaron fue en Etiopia. En el 1978, a la vez que las tropas cubanas se retiraban de Angola Somalia en el Cuerno de África invadió la región de Ogaden en Etiopia. Mengistu, el líder etíope les pide ayuda a los cubanos. Los cubanos ayudaron a derrotar las fuerzas invasoras de Somalia. Paralelo a la guerra con Somalia en Eritrea habían comenzado una guerra de independencia contra el estado Etíope y aunque Mengistu pidió la ayuda de las tropas cuban para reprimir la rebelión de los Eritreos los cubanos establecieron clara reglas para su participación militar. Las tropas cubanas no reprimirían a los Eritreos, anteriormente los cubanos, cuando Etiopia estaba bajo el dictador Haile Selassie estos habían ayudado a los Eritreos. Luego que el gobierno inicialmente progresista de Mengistu subiera al poder Cuba se negó a intervenir en los asuntos internos de ese país. Mucho personal médico ayudó a la reconstrucción del sistema de salud. De hecho en el 1991 el gobierno etíope construyó un monumento a los 163 soldados cubanos que murieron en la defensa de la soberanía de la nación etíope.
Otro mito que los propagandistas de la guerra fría habían elucubrado, era que estos soldados eran conscriptos, casi esclavos serviles obligados a servir en África. De forma similar hoy día desde Miami a Washington los esfuerzo contemporáneos de los médicos internacionalistas de Cuba son caracterizados en la prensa norteamericana como trata de esclavos profesionales. Los soldados cubanos eran voluntarios, algunos decidían servir de nuevo luego de sus dos años de servicio. Su salario se le pagaba a quien el soldado designara. De forma similar se bregó con el personal médico, solo los oficiales estaban asignados.
La segunda etapa de la guerra contra Sur África se dio en el 1987 y termino en 1988 con la victoria Cubana sobre las fuerzas de la Fuerzas De Defensa Sur Africanas (FDSA). Entre los soviéticos y los cubanos existieron serias diferencias sobre estrategia militar. Por ejemplo, en el 1985 las Fuerzas Armadas Para la Liberación de Angola (FAPLA) lanzaron una gran ofensiva desde Cuito Cuanavale hasta Mavinga en la región este del país cerca de la frontera con Namibia, la idea era montar un ataque a Jamba que era la base militar principal de Jonás Savimbi y UNITA. Esta ofensiva era promovida por los soviéticos y los Angolanos aceptaron la estrategia. Era tentador pensar que podrían darle un golpe mortal a las fuerzas de la UNITA. Los cubanos, sin embargo desde el principio no estuvieron de acuerdo. El Coronel General Konstantin Kurochkin jefe de las fuerzas soviéticas había tenido un rol destacado en la guerra en Afganistán por lo que los Angolanos tomaban muy en serio sus consejos.
Por otro lado el General Polo Cintra Frías, jefe de las fuerzas cubanas desde el 1983 no estaba de acuerdo con la estrategia de Konstantin y sostuvieron discusiones en ocasiones acaloradas sobre los méritos de un ataque a través de Mavinga. Esa área del este estaba casi desierta no tenía ningún valor económico y además estaba muy cerca de Namibia donde los sur africanos tenia bases aéreas lo que le daba supremacía aérea en toda la zona. Las FAPLA no tenían equipo, ni aviones ni baterías anti-aéreas, para repeler un ataque aéreo. Además, para suplir las tropas era necesario transitar una distancia larga desde donde los cubanos tenían su línea de defensa. Según los angolanos Konstantin tenía una perspectiva muy académica basada en su experiencia en la Segunda Guerra Mundial. Su conocimiento sobre la guerra de guerrillas era limitado. Konstantin se quejó de Polo en Moscú y La Habana pero Polo, apoyado por Fidel se mantuvo como dirigente de las fuerzas cubanas hasta el 1986. Durante este periodo los soviéticos y los cubanos tuvieron que aguantar las acciones intempestivas del nuevo presidente Angolano Eduardo Dos Santos luego de la muerte de Nieto en el 1979. Dos Santos había comenzado una negociaciones con Washington y Pretoria sin informar a sus aliados soviéticos y cubanos.
Durante todo este tiempo Konstantin siguió urgiendo el ataque a Jamba a través de Mavinga por las fuerzas del FAPLA, esta acción tendría que comenzar desde el pequeño pueblo de Cuito Cuanavale que era la única población cercana con un rudimentario aeropuerto. Entonces las fuerzas de la FAPLA tendrían que atravesar 200 kilómetros por caminos rústicos hasta Mavinga en un área controlado por las fuerzas de la UNITA. Los cubanos preferían que las FAPLA atacaran a UNITA en las regiones centrales de Angola que eran las más importantes en términos económicos para la nación. Jorge Risquet, dirigente del Partido Comunista Cubano le informó al jefe militar soviético General Varennikov que Raúl Castro, ministro de defensa de Cuba creía que no era conveniente enviar las fuerzas de la FAPLA a la región este pues ya anteriormente en diciembre del 1983, una maniobra similar sugerida por los soviéticos llevó a la derrota de las FAPLA porque las FDSA tenían superioridad aérea en la región. Los soviéticos y los cubanos, como asesores militares de los angolanos se mantuvieron debatiendo esta acción con el jefe del estado mayor de la FAPLA, Ndalu, el jefe de las fuerzas armadas de Angola (y quien había estudiado en Cuba) estaba de acuerdo con la perspectiva del general cubano Polo Cintra Frias de una guerra de contra insurgencia. Pero los angolanos estaban presionados por la realidad de que la mayor parte de las armas provenían de los soviéticos lo que les daba a los soviéticos una gran influencia en las decisiones. Fidel Castro dijo en una ocasión que los soviéticos planeaban sus acciones militares como si estuvieran en el teatro europeo y no en una guerra en las selvas africanas.
Al final de cuentas los Angolanos, asesorados por los soviéticos decidieron lanzar una ofensiva contra la base central de UNITA en Jamba a través de Mavinga en el este de África. Los angolanos fueron persuadidos porque los soviéticos proveían los materiales de guerra y además la ilusión de poder destruir de un golpe la base central de la UNITA era bastante seductora para los angolanos. La ofensiva se llamó Segundo Congreso en honor al congreso del MPLA, pero tal y como habían advertido los cubanos la acción resulto un desastre para los angolanos. Los cubanos habían advertido que estos retiraron sus tropas pues no estaban de acuerdo en participar en una operación militar que ellos consideraban aventurera e irresponsable. Los cubanos no querían arriesgar más vidas cubanas en una acción que consideraban temeraria e incorrecta desde el punto de vista de estrategia militar. En agosto del 1985 cerca de 6,000 soldados acompañados de 60 asesores militares soviéticos comenzaron la marcha desde Cuito Cuanavale, pasando por Mavinga para lograr llegar a Jamba. Las Fuerzas de Defensa de Sur África (FDSA) utilizaron su fuerza aérea y la artillería dentro de Angola y atacaron masivamente las FAPLA. El ministro de defensa sur africano Malan se escudó de la realidad que las FDSA estaban dentro de Angola diciendo que meramente habían estado persiguiendo las fuerzas de la organización guerrillera de Namibia, la Organización Africana del Pueblo del Sur Oeste (SWAPO) del patriota Namibio Sam Nujoma. Luego, Malan informó a la prensa que de hecho estaban ayudando a las fuerzas de Jonás Savimbi (UNITA). Esto hizo oficial la intervención de Sur África en la guerra civil de Angola. A pesar de la admisión de Malan, Jonás Savimbi, en una conferencia de prensa alego que “ni un soldado sur africano está envuelto en Mavinga.” Savimbi en una conferencia de prensa exhibió a un piloto angolano el cual le dijo a la prensa que los sur africanos no estuvieron envueltos en la batalla. Además, soldados de UNITA se tomaron fotos posando frente a equipo angolano destrozado asumiendo poses de héroes.
Debido a que Namibia, ocupada por Sur África, estaba bajo la supervisión de la ONU por resoluciones que demandaban de Sur África que hubiera elecciones para decidir su destino, los sur africanos manipulaban la opinión pública internacional con el concurso de los Estados Unidos e Israel. A pesar de que la Organización Africana del Pueblo del Sur Oeste (SWAPO) era reconocida por la Organización de las Naciones Unidas como un movimiento liberador, las FDSA, conducían ataques militares para destrozar sus bases militares dondequiera que estuvieran. El consejo de seguridad de la ONU aprobó una medida criticando a Sur África pero los Estados Unidos se abstuvieron de votar a favor de una sección de la resolución donde les pedían a los miembros de la ONU que ayudaran a reforzar militarmente a Angola contra la intervención de Sur África.
Las tropas de la FAPLA fueron derrotadas y forzadas eventualmente ser rescatadas por otra brigada angolana y luego como sugerían los cubanos retirarse hasta Cuito Cuanavale. Los soviéticos no permitieron que su fuerza aérea defendiera a los angolanos pero enviaron helicópteros para rescatar a los asesores soviéticos. La fuerza aérea cubana, muy lejos del escenario de guerra solo pudo defender a los angolanos por limitado tiempo ya que la distancia solo le dejaba poco combustible para contraatacar. A pesar de la situación precaria los asesores soviéticos aun sugerían que después de recibir los pertrechos las brigadas angolanas debían de resumir el ataque. Los cubanos sugirieron que se retiraran hasta Cuito Cuanavale y que dejaran gran parte del equipo para aligerar su movilización y así sucedió. Los soviéticos, entendieron que no había alternativa y prometieron enviar más equipo al ejército de Angola incluyendo baterías anti-aéreas. Los cubanos y la Agencia Central de Inteligencia estuvieron de acuerdo en caracterizar el esfuerzo de las FAPLA como evidencia de cómo las fuerzas habían mejorado su efectividad. La supremacía aérea sur africana determinó la conclusión final de esta etapa de guerra. Más de 2,000 angolanos de los 6,000 que participaron en esta batalla perecieron.
Es interesante como en muchas ocasiones los cubanos incluyendo a Fidel Castro trataron de explicarles a los soviéticos lo errado de su estrategia. Los soviéticos querían crear un ejército convencional para lidiar en una guerra de guerrillas. Esto resultó en que había dos ejércitos, uno convencional bien equipado pero sin estar desarrollando experiencia en los campos de batalla y otro ejército mal equipado luchando la guerra contra la UNITA. En una reunión que el nuevo ministro soviético de asuntos extranjeros Shevardnadze en La Habana, Castro le explicó a Shevardnadze lo erróneo de la estrategia militar soviética que había conducido al debacle en Mavinga. Fidel le dijo a Shevardnadze que no fue la UNITA la que derrotó a la FAPLA sino que fue la fuerza aérea de las FDSA. Continuó explicando que era necesario crear la fuerza y los recursos para enfrentar al poderío sur africano. Para eso era necesario que los soviéticos les proveyeran más Migs 25 y 29 a los cubanos para cambiar la correlación de fuerzas. Estas conversaciones fueron seguidas por conversaciones entre los militares cubanos Ulises y otros incluyendo a Risquet donde claramente explicaron la necesidad de apertrechar la fuerza aérea cubana.
Luego en el 1986, Castro sostuvo una conversación con Gorbachov quien había asumido las riendas de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Castro dijo “si ponemos fin a las aventuras de Sur África en el sur de Angola, no solo será posible implementar la resolución 435 (resolución de la ONU para proceso liberar Namibia) pero el Apartheid colapsara.” Estas palabras de Fidel serian proféticas. Lamentablemente, los soviéticos estaban sobre extendidos por la intervención soviética en Afganistán así que no pudieron proveer de inmediato lo que Cuba requería. También los soviéticos temían que la pasión de los cubanos por la liberación de África los llevaría a atacar a Sur África. Gorbachov en sus memorias escribió que aun cuando Cuba ayudo a la URSS en su política extranjera “Castro siempre mantenía su independencia.”
Al final del 1986, y a pesar de la derrota de Mavinga los soviéticos aun deseaban una ofensiva masiva contra la UNITA. Konstantin, el enviado del secretario de defensa soviético Sokolov le dijo a Castro en una reunión en Luanda, Angola que ellos querían una ofensiva y que le iban a proveer los recursos necesarios (baterías anti aéreas etc.) a los angolanos para resistir la fuerza aérea de la FDSA. Castro no quería que se enfrascaran en una batalla en el este donde estaba la base de UNITA en Jamba, sino en el suroeste para enfrentarse al ejército sur africano. Castro había dicho que el objetivo no debía ser Namibia sino el apartheid. Los soviéticos seguían en su posición preocupados por sus relaciones con los Estados Unidos. Los cubanos siempre fueron persistentes en sus diálogos con los soviéticos al punto que algunos de los jefes militares soviéticos se sentían “irritados” por la persistencia cubana.
La intervención militar de la Unión Soviética en Afganistán, los cambios que empezaban a darse al interior de la URSS, la preocupación de los Soviéticos por sus relaciones con los Estados Unidos (la economía soviética estaba en crisis) y la falta de experiencia de los estrategas militares rusos (comparado a los cubanos) limito e impidió una ayuda más consistente y eficaz al conflicto en Angola. Después de un malogrado ataque a Mavinga que los cubanos no apoyaron por considerarlo aventurero las FAPLA estuvieron en una mala situación cuando se replegaron a Cuito Cuanavale. Cuito Cuanavale no era una gran ciudad era una pequeña aldea con un aeropuerto pequeño y en malas condiciones. La 8va brigada del FAPLA que escoltaba un convoy de municiones y comida para Cuito Cuanavale fue terriblemente atacado por la fuerza aérea sur africana quien aún controlaba el espacio aéreo. Cuando arribaron a Cuito al final del 1987 estaban tan desmoralizados que los asesores soviéticos hacían planes para evacuar a sus asesores. En Diciembre 1987 llegaron los primeros refuerzos cubanos 106 fuerzas especiales y 15 oficiales quienes de inmediato comenzaron a reorganizar las tropas angolanas contribuyendo a levantar la moral de los combatientes. Para enero del 1988 ya había 1,500 soldados cubanos.
El mes de noviembre 1987, Fidel Castro había decidido lanzar la Maniobra XXXI aniversario para cambiar el curso de la guerra en Angola. Cuba había construido un aeropuerto en Menongue que le permitía a la fuerza aérea cubana estar más cerca del escenario de batalla. Aun cuando los pertrechos que los soviéticos habían prometido no habían llegado, Fidel decidió que enviaría los mejores pertrechos, baterías anti aéreas, pilotos y aviones con los que Cuba contaba. Los sur africanos pensaban que el tiempo les favorecía pero esta movilización cubana cambio el escenario de la guerra en Angola. La ruta desde Menongue hasta Cuito era la única vía para abastecer a las tropas en Cuito y ahora con la supremacía aérea cubana la vía de comunicación estaba asegurada. Como los MIGS cubanos protegían el área la artillería poderosa de los sur africanos no podía atacar ya que se convertían en un blanco de la muy efectiva fuerza aérea que Cuba había desplegado en el sur de Angola. Desde diciembre las Fuerzas de la Defensa Surafricana (SADF) había declarado en un informe que los Cubanos tenia supremacía aérea. Aunque Gleijeses tuvo acceso a muchos documentos desclasificados de Sur África aún no han desclasificado documentos relacionados con este periodo. Los SADF a través del director de operaciones en Pretoria alegaban que solo tenían 5,000 hombres desplegados en el área. Luego del fracaso de la campaña dijeron que solo había 3,000 soldados envueltos en los conflictos. Comoquiera eran las fuerzas convencionales más grandes que los SADF habían utilizado en el conflicto. La falta de una victoria en Cuito Cuanavale estaba afectando la moral de las tropas sur africanas. Otro asunto desmoralizador era, de acuerdo con el Coronel Fred Rindle, el agregado militar de la embajada sur africana en Washington D.C., la perdida de los “muchachos blancos” estaba poniéndose insostenible políticamente. Las fuerzas del SADF utilizaban oficiales blancos y algunas tropas de sur africanos negros pero era le perdida de los blancos lo que preocupaba a Pretoria.
Mientras tanto la moral de los angolanos y los cubanos estaba muy altas. En una entrevista que realizo el London Times un combatiente internacionalista cubano Ernesto Garcia Ramirez le decía al periodista Jan Raath “contaba los días para estar de regreso en Santiago de Cuba con su esposa y dos hijos” Pero añadió que “estaremos aquí cuanto sea necesario pues esta es una causa justa.” La situación había mejorado tanto para los cubanos y angolanos que el “U.S. Joint Chief of Staff” determino que la situación para los sur africanos era difícil y que la superioridad aérea de los cubanos era palpable y que se notaba la ausencia de la fuerza aérea de SADF. Las fuerzas armadas de Sur África concluyeron lo mismo en un informe.
Aunque no hubo una batalla final en Cuito Cuanavale la derrota de Sur África tuvo un poder simbólico para los africanos. Primero, la victoria cubana y su supremacía aérea y segundo, la victoria defensiva de los cubanos y angolanos manteniendo los sur africanos fuera de su área de control constituyeron victoria psicológica para ellos y desmoralización para las SADF. El significado simbólico fue mejor descritos por las palabras de Nelson Mandela “destruyo el mito de la invencibilidad del opresor blanco... (Y) inspiró a las masa africanas en lucha en Sur África…Cuito Cuanavale fue el punto de viraje para la liberación de nuestro continente---y de mi pueblo---de la plaga del Apartheid.”
Pero fue la actividad militar de Cuba en el oeste del país lo que intimidó a los sur africanos ya que no sabían si los cubanos tenían intenciones de invadir a Namibia donde los sur africanos tenían sus bases militares. Esta invasión no hubiera podido ser detenida ya que los cubanos habían movilizado decenas de miles de combatientes equipo y ya era tropas con experiencia y motivación. Se calcula que los cubanos tenían 40,000 tropas listas para la acción de ser necesario.
Los Estados Unidos no querían que los cubanos participaron en las negociaciones que se dieron para ultimar los detalles del fin de las hostilidades. Chester Crocker, Secretario Auxiliar para Asuntos Africanos no quería la participación de los cubanos pero tuvieron que acceder ya que los angolanos coordinaron con los cubanos un frente común. Fidel siempre estuvo al tanto de todos los procesos militares y diplomáticos. Era como si él estuviera sentado en las conversaciones en Angola o donde se dieran los conversatorios. Las conversaciones diplomáticas que se dieron en lugares distintos durante el proceso de negociación desde Luanda, Londres Egipto etc. fue intenso. Larry Napper, Sub-Director de Asuntos Africanos en el Departamento de Estado de los Estados Unidos caracterizó el esfuerzo diplomático de los cubanos: “Esta gente (los cubanos) son sólidos como la roca. Fueron muy profesionales. Fueron fuertes, duros como los clavos, y eran mantenidos muy controlados---no hacían una decisión sin consultar a Fidel. Pero cuando se comprometían lo cumplían.” Un aspecto interesante de este proceso es que a pesar de que la prensa caracterizaba a los cubanos como marionetas de los soviéticos los cubanos exhibieron mucha independencia. De hecho, cuando había la posibilidad de invadir a Namibia los cubanos notificaron a los soviéticos poniéndolos al tanto de la situación pero no en forma de consulta sino en forma de información.
Eventualmente la lucha popular dentro de Namibia, la presión militar de Cuba y luego de la SWAPO de Sam Nujoma llevó a que las fuerzas de Sur África dejaran el país. Aun el conservador Washington Times llegoó a esta evaluación. Pero aun a estas alturas el imperio quería re-escribir la historia y borrar de la memoria colectiva esta derrota del imperialismo. En un discurso de Ronald Reagan en la Universidad de Virginia dijo que “la retirada de 50,000 efectivos cubanos de Angola fue el resultado de la intervención norteamericana y el segundo revés militar de Cuba desde la invasión norteamericana de Grenada en el 1983.” El ministro de relaciones extranjeras de Cuba Isidoro Malmierca respondió “La historia establecerá… el verdadero significado del marco de los acuerdos que han sido firmado independientemente de las mentiras y distorsiones que podemos esperar.”
El 25 de mayo de 1991 el último grupo de tropas cubanas llegaron a La Habana donde recibieron un recibimiento de héroes. El legado del esfuerzo cubano lego una Namibia libre, en las elecciones el partido de San Nujoma SWAPO gano 57.3 por ciento mientras que los opositores del pro-sur africano Partido Alianza Turnhalle perdió con 28.6 por ciento. También aseguró la independencia de Angola ya que en las elecciones del 1992 las fuerzas angolanas de la UNITA bajo Jonás Savimbi fueron derrotadas. MPLA recibió el 53.74 de los votos mientras que UNITA solo recibió el 34.10 por ciento. Luego Savimbi perdió el apoyo norteamericano y luego de otro limitado conflicto militar iniciado por Savimbi al no aceptar el resultado de las elecciones perdió su escasa influencia. Savimbi murió de causas naturales en el 2002.
Piero Gleijeses trata de elucidar cual fue la motivación de los cubanos y Fidel para embarcarse en un conflicto tan riesgoso como el de Angola. Encontró que la inteligencia norteamericana evaluó correctamente, ya que según el director de la Junta Nacional de estimados de la Agencia Central de Inteligencia en el 1963 dijeron que Castro “es primero que todo un revolucionario.” Henry Kissinger por otro lado dijo que Castro había enviado la tropas a Cuba porque era probablemente el más genuino revolucionario en el poder.” Castro “le da particular importancia a mantener una política extrajera con integridad y principios.” No es que la “política no tenga contradicciones…pero en cuestiones de importancia básica como el derecho y el deber de apoyar movimientos nacionalistas revolucionarios y gobiernos amigos en el tercer mundo, Castro no permite transar por ventajerias económicas o políticas.”
Pocos conocen la magnitud del esfuerzo cubano, pero en el Mural de la Libertad en Sur África los únicos nombres de combatientes extranjeros son los nombres de los internacionalistas que ofrendaron su sangre por la libertad en Angola.

Victor M. Rodriguez

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