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martes, julio 11, 2017
Periodismo Para Todos, el 678 de Durán Barba
El regreso de Lanata, con guión escrito en la Rosada.
El retorno a la pantalla de Periodismo para Todos, el show político que conduce Jorge Lanata por canal 13, batió todos los ratings.
Su competidora, Susana Giménez, que también estaba de regreso en la TV, no pudo superarlo en toda la franja del prime time dominical. Es un hecho notable que la diva de los teléfonos y su desfile de famosos se vean superados por el politizado tanque que conduce el ex director de Página/12. No es la primera vez, sin embargo, que Lanata se adueña de la noche del domingo. Ya lo hizo muchas veces a lo largo de las cinco temporadas precedentes, logrando retener la atención de la audiencia a través de sus intrincadas denuncias sobre “la ruta del dinero K”.
A la ex presidenta, esta vez, le reservaron un lugar protagónico en el largo sketch humorístico de la apertura y algunas frases en el monólogo habitual del conductor, pero el acento del programa estuvo colocado en la figura de la gobernadora Vidal y en su supuesto enfrentamiento con las mafias políticas, judiciales y policiales. Vidal fue la protagonista exclusiva de la segunda parte del programa, con una larga entrevista exclusiva realizada en la base militar de Morón donde vive con sus hijas.
El objetivo central de esta emisión fue mostrar la “lucha” de la gobernadora contra “las mafias”.
Primero se presentó el caso de un subteniente de la policía bonaerense de Lomas de Zamora que cobra una coima de supuestos narcos en el baño de una estación de servicio, incluyendo imágenes del cobro del soborno y audios extraídos de las escuchas judiciales del caso.
Una documentada denuncia que no quita, sin embargo, que se trata de un subordinado, cuando son las cúpulas de la bonaerense las que supuran una descomposición imparable. Con ellas, la gobernadora ha buscado sistemáticamente un punto de acuerdo. Apenas asumió, Vidal ratificó en el cargo a Pablo Bressi, hombre de confianza de su antecesor, Hugo Matzkin, y del ´sheriff´ Alejandro Granados, ex ministro de Seguridad de Scioli. A su turno, Bressi se hundió por denuncias ventiladas desde el interior de la policía. Pero esto no modificó nada sustancial. El ´gatillo fácil´, de las zonas liberadas y del delito organizado a la sombra policial continúan batiendo récords de brutalidad. El pase a disponibilidad de algunos centenares de policías –que significa que continúan cobrando el sueldo fuera de servicio–, sobre una fuerza de más de 100 mil hombres, no cambió nada. En la Ciudad, la línea de compromiso con la vieja Federal se expresó en la designación de otro comisario veterano, José Potocar, al frente de la Policía de la Ciudad. Potocar también cayó en desgracia a merced de las internas policiales. En lo referido a la seguridad de los dos principales distritos del país, Cambiemos “cambió para que no cambie nada”, como en Il Gattopardo.
Siguió una desgarradora entrevista al padre de Agustín, el niño de tres años asesinado por dos menores de edad durante un asalto. Como para “equilibrar” el bloque anterior, el segmento dio pie al reclamo de endurecimiento de penas y de mayores poderes para policías y fiscales. Las razzias en el transporte público y la irrupción cada vez más frecuente de la policía en escuelas y facultades, mientras el gobierno reaviva el proyecto para la reducción de la edad de imputabilidad, son un anticipo de que en este “combate” los trabajadores y la juventud estamos llamados a ser carne de cañón si no nos organizamos. La combinación de la putrefacción policial con un reforzamiento represivo es un cóctel explosivo.
El procurador Conte Grand se ocupó de la “mafia judicial”, personificada en el ex juez Melazo –llamado “el Oyarbide de La Plata”–, políticamente asociado a Aníbal Fernández. Sin embargo, Melazo renunció a su cargo para evitar el juicio político y conservar su jubilación privilegiada, como también lo hizo Oyarbide. En ambos casos, sus renuncias fueron aceptadas, sin chistar, por Vidal y por Macri respectivamente. Más que de un “combate” contra los jueces corruptos estamos ante un salvoconducto para ellos, cuyas vacantes el gobierno aspira a cubrir con elementos afines.
El capítulo dedicado a las “mafias políticas” se refirió al caso de La Salada, aunque se limitó a un recorrido por la fastuosa mansión de Jorge Castillo, el robusto mandamás de la feria. Sin embargo, los vínculos del otro capo de La Salada, Enrique Antequera, envuelven a las señoras Elisa Carrió y Margarita Stolbizer. Al igual que en el caso de Odebrecht, la mancha venenosa de La Salada inficiona a todos los bloques políticos capitalistas.
Por último, la larga entrevista con Vidal recorrió sus vicisitudes personales y familiares y exaltó, con poca sustancia, su presunto perfil de “luchadora contra las mafias” antes mencionadas.
El guión del debut de esta sexta temporada pudo haber salido de los equipos de Durán Barba.
Jacyn
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