Este domingo se celebran las elecciones presidenciales y legislativas en Uruguay. El gobernante Frente Amplio es favorito pero no le alcanzaría para evitar el ballotage en noviembre. Lo que está claro es que gane quien gane habrá ajuste, como lo vienen anunciando todos en la campaña.
Las internas que se llevaron adelante en junio definieron los candidatos a la presidencia de los partidos políticos que se presentan a esta elección.
En el Frente Amplio el ex intendente de Montevideo, el ingeniero Daniel Martínez, superó a Carolina Cosse y se transformó en el candidato de la coalición de centro izquierda.
El partido de gobierno viene acusando el desgaste de 3 periodos de gobierno donde no dio respuesta a las expectativas que había generado en los trabajadores y sectores populares con su triunfo en 2004 y se enfrenta a una elección difícil.
Aunque las encuestas lo dan ganador en la primera vuelta, con un porcentaje que ronda entre el 40 y el 43 % de los votos, no le alcanzaría para evitar un ballotage que en este país requiere superar el 50%.
En esa segunda vuelta en noviembre no está claro qué puede suceder ya que al segundo más votado, que es casi un hecho que será el representante del tradicional Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, se sumaría la mayor parte de los votos del resto de la derecha representada por el Partido Colorado y Cabildo Abierto.
Lacalle Pou es hijo del ex presidente por el mismo partido Luis Lacalle Herrera quien gobernó en la década del 90 con políticas abiertamente neoliberales, y mantiene ese perfil neoliberal.
El tercer lugar aparece disputado entre Ernesto Talvi, candidato del derechista Partido Colorado y el militar Guido Manini Ríos, encubridor de crímenes de la dictadura.
Talvi, venció en la interna al ex presidente Julio María Sanguinetti y pertenece al mismo partido que Jorge Batlle, el ex presidente que gobernó durante la terrible crisis económica y social del año 2002.
Por su parte Guido Manini Ríos, con su joven partido Cabildo Abierto, es la sorpresa en estas elecciones, logrando una adhesión elevada en los votantes de la derecha que reclaman mano dura y seguridad; un fenómeno que tiene puntos de contacto con Bolsonaro en Brasil.
Manini Ríos fue comandante del ejército nombrado y sostenido por el Frente Amplio e hizo todo lo posible para obstaculizar la búsqueda de detenidos desaparecidos de la última dictadura.
Aunque los principales partidos intentan diferenciarse y marcar un perfil propio lo que ha mostrado esta campaña es que son muchas más las similitudes y coincidencias que lo que separa a los principales candidatos.
Por otro lado, también se vota la propuesta de reforma constitucional “Vivir sin Miedo” que impulsa la derecha y, con la excusa de “combatir la delincuencia”, pretende conformar una nueva fuerza especial represiva con integrantes de las fuerzas armadas , legalizar los allanamientos domiciliarios nocturnos y aumentar las penas entre otras medidas punitivistas y represivas que atacan los derechos democráticos.
Recientemente hubo en Montevideo una impresionante manifestación de quienes nos oponemos a este avance represivo y venimos impulsando una campaña masiva para frenar la reforma.
¿El Frente Amplio es un freno a la derecha?
Tras 15 años de gobiernos frenteamplistas en su electorado y parte importante de sus partidarios ya no hay expectativas de que pueden lograrse cambios profundos a favor de los trabajadores y el pueblo pobre con gobiernos del Frente Amplio.
Si desde su fundación la clase trabajadora y los sectores populares pensaron que con la llegada del FA al gobierno habría cambios estructurales, esta ilusión prácticamente se ha desvanecido y en todo caso solo se lo visualiza como una herramienta política que puede conservar los pequeños avances logrados.
Aunque es un proyecto político que ya no entusiasma, aún existe la creencia de que votando al Frente Amplio se evitarán los ajustes antipopulares y se pondrá freno a la derecha del PN que junto a los colorados históricamente han representado los intereses de los grandes capitales nacionales y extranjeros.
Sin embargo el camino que nos muestra el candidato a presidente Daniel Martínez, así como los principales dirigentes frenteamplistas, va en el mismo sentido que lo que promete la derecha, aunque quizás con otros tiempos y otras formas que los que le gustaría a los sectores patronales.
Tres periodos en el gobierno han demostrado que el Frente es confiable para el gran capital y los empresarios, cuestión que es reconocida por los propios organismos financieros internacionales o sus medios de prensa, que no paran de alabar la gestión del ministro de economía Danilo Astori y compañía.
Continuar por este camino es lo que propone Daniel Martínez; un modelo basado en subsidios y exoneraciones impositivas para los empresarios, grandes oportunidades de negocios para las transnacionales, privatizaciones y tercerizaciones, empleos precarios y bajos salarios.
Actualmente hay más de 600 mil trabajadores, es decir alrededor del 30% de la población económicamente activa, cobrando salarios menores a 25 mil pesos (unos 650 dólares) y el salario mínimo no llega a los 400 dólares. Mientras tanto la canasta familiar es de alrededor de 2200 dólares, por lo cual los ingresos de una familia trabajadora son claramente insuficientes.
Por si esto fuera poco el Frente Amplio es uno de los principales promotores de subir la edad jubilatoria, lo que implica al decir del ex presidente José “Pepe” Mujica, que los uruguayos van a tener que “trabajar 5 años más”. La crisis del sistema provisional la pagarán los trabajadores, mientras los militares siguen con su caja militar propia y sus privilegios (como por ejemplo jubilarse con alrededor de 50 años y el 100% de su sueldo) y las empresas que administran las jubilaciones privadas lucran con el trabajo ajeno.
Frente al desempleo creciente y los cierres de fábricas que vienen en aumento, Martínez propone profundizar la matriz extractivista, primarizadora y contaminante.
El ejemplo de la planta de celulosa UPM2 que se va a instalar en el centro del Uruguay es paradigmático; atraer inversiones a cualquier costo, y si es necesario restringir derechos laborales, hacer infraestructura a medida y a costa del Estado (como el Ferrocarril Central que transportará la producción) o darle injerencia en la educación a las multinacionales.
En el terreno de los derechos humanos tampoco ha habido más que decepciones para quienes tenían expectativas en los gobiernos frenteamplistas, como ocurrió con la no anulación de la Ley de Caducidad que garantiza impunidad a los represores de la dictadura, o la demanda popular de cárcel común para los genocidas que tampoco prosperó.
No está de más recordar, que junto a los partidos tradicionales, el Frente Amplio fue también un garante de la impunidad para los genocidas de la dictadura militar participando del pacto del Club Naval en el año 1983, en el que se negoció la transición y se comenzó a acordar la impunidad para los crímenes de la dictadura.
Los responsables de asesinatos, torturas y vejaciones para miles de presos políticos así como de las desapariciones de compatriotas permanecen libres en su amplísima mayoría; y es el propio Frente Amplio (por supuesto con el total apoyo de blancos y colorados) el que ha intentado dar vuelta la página y avanzar en el camino de la reconciliación.
Martínez, a lo sumo hace algún comentario a favor de conocer la verdad sobre el destino de los desparecidos, pero eso parece ser más bien un intento de cerrar el tema definitivamente que una política de avanzar en el camino de la justicia y las condenas para todos los responsables del terrorismo de Estado.
En lo referente a la agenda de derechos (legalización de la marihuana, aborto legal, cupo laboral trans, matrimonio igualitario etc.) el Frente Amplio dio pasos positivos dando respuesta a décadas de lucha de colectivos y minorías.
La derecha, representante histórica de la burguesía y las patronales
Por supuesto que de los candidatos de la derecha no se puede esperar absolutamente nada; gobernaron 150 años al servicio de los terratenientes y la burguesía, y en acuerdo absoluto con el imperialismo; siendo cómplices más o menos activos del golpe de estado y el periodo dictatorial.
Lacalle, Talvi o Manini son directos representantes de los sectores de poder y un gobierno de cualquiera de ellos (o en coalición) sería un instrumento directo para el ajuste y reformas antiobreras.
El voto de la izquierda anticapitalista
El único horizonte posible para la izquierda es no resignarse a ser un simple administrador prolijo y ordenado del capitalismo; por el contrario se trata de luchar por terminar con este sistema que no tiene nada para ofrecer a los trabajadores y sectores populares.
En entrevista con La Izquierda Diario Uruguay, uno de sus redactores Damián Recoba señaló que en este escenario de polarización es importante plantear una alternativa de independencia política de las opciones patronales y que la crisis la tienen que pagar los capitalistas, y no el pueblo trabajador.
Por eso desde la Corriente de Trabajadores por el Socialismo (CTS) y La Izquierda Diario se llama a apoyar en estas elecciones la Lista 1917 (que integra la CTS); porque es importante llevar al Parlamento una voz de la izquierda que no se resigna, aquella que pelea por defender cada una de las conquistas y a la vez pelear por una salida de fondo, obrera y socialista. Una alternativa política que contribuya a desarrollar la lucha y la movilización en las calles contra el avance de la derecha y las ilusiones en la falsa izquierda.
Hernán Yanes
Sábado 26 de octubre | 00:02
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