jueves, octubre 31, 2019

Deuda externa: bajo el FMI, todos los caminos conducen al infierno



Kristalina Gueorguieva. Titular del FMI

La deuda externa impagable que supera los USD 283 mil millones, es uno de los principales desafíos para el gobierno de Alberto Fernández, mientras intenta bajar las “expectativas” de una mejora. Las renegociaciones a la uruguaya sólo patean el problema para adelante. Macri se va pero el ajuste y el FMI se quedan.

Indudablemente, el macrismo se va dejando una economía en terapia intensiva, como se refleja en las mediciones oficiales de los principales indicadores económicos y sociales (pobreza, desempleo, inflación, etc). Pero no todos perdieron en los 4 años de gobierno de los CEO.
Sectores como los bancos, el campo agroexportador, las mineras y aquellos ligados a las energéticas, entre otros, lograron aumentar de forma escandalosa sus ganancias. En la cuenta de lo ganado, la gran burguesía local también podría anotar que se vio beneficiada por el blanqueo de capitales.
En la primera semana de la transición hacia el 10D pudo verse el retorno de un cepo recargado y el acercamiento entre Macri y Alberto Fernández para dar calma a los “mercados” y al FMI. Todo parece indicar que desde el lado de la política primará el consenso entre las fuerzas mayoritarias. Esto no quiere decir que se puedan descartar sobresaltos en otros terrenos. Las tensiones existentes en el plano cambiario y económico siguen latentes.
Asumiendo una “transición ordenada”, la principal contradicción que heredará el albertismo es la impagable montaña de deuda que, según datos del Indec, ascendió a U$S 283.567 millones a fines de junio (stock de deuda externa bruta total). Eso implica un incremento del 79 % en dólares desde enero de 2016.
Se calcula que esta suma equivale a que cada habitante de Argentina "debe" U$S 6.310 (o $ 380 mil). Se trata de una cifra un 72,5 % mayor a la de diciembre de 2015. Una deuda demasiado pesada repartida entre las mayorías populares -golpeadas por el ajuste- para financiar la fiesta de unos pocos.
La relación de la deuda/PBI llega ya al 100 %. En los próximos 4 años, el país deberá afrontar vencimientos en promedio -entre capital e intereses- por alrededor de U$S 51 mil millones anuales. Se trata de montos imposibles de pagar.
Ni siquiera destinando a ello todos los recursos de las exportaciones anuales, se lograría hacerse de los fondos necesarios para cumplir con los “compromisos” que promete Alberto.
La deuda es impagable. Aún con el ajuste fiscal cercano a 2 puntos porcentuales de PBI que exigiría el FMI, los números no cierran. El crecimiento económico “recomendado” por distintos economistas no está en las perspectivas de 2019 ni de 2020.

Renegociaciones que ya fracasaron

En su discurso de campaña, Alberto Fernández reiteró que no pagaría la deuda sobre la base del sufrimiento de la población. Sin embargo, al mismo tiempo afirmó que respetaría el pago completo de la misma. En la actual situación, ambos objetivos son incompatibles.
Una renegociación de la deuda no resuelve el problema que implica para las mayorías populares el saqueo en curso, organizado hoy por los grandes especuladores y organismos como el FMI.
En países atrasados y dependientes como Argentina, la deuda externa funciona como un mecanismo de extracción de las riquezas que producen los trabajadores y trabajadoras del país. Se trata de un verdadero mecanismo de extorsión que hunde a la nación. No romper con este chantaje sólo garantiza un camino de mayor ajuste y miseria asegurada para los trabajadores.
En un reciente artículo Pablo Anino remarcaba que: “En la historia reciente, las renegociaciones (Plan Baker, Plan Brady, blindaje, megacanje, canjes de 2005 y 2010), exhiben que cualquier "reperfilamiento", en la combinación que se quiera imaginar (con quita, sin quita, con extensión de plazos, a la uruguaya, a la ucraniana), sólo beneficia a los sospechosos de siempre -los buitres- y redunda en enormes ganancias para los bancos intermediarios: J.P. Morgan, Citibank, Santander, Deutsche Bank, BBVA Francés y sigue la lista.”
Durante la campaña electoral, Alberto Fernández sostuvo que buscaría alcanzar una acuerdo a la “uruguaya”. Para resumir, significa una extensión de los vencimientos paga ganar tiempo, sin quita alguna de capital o de intereses. Bajo el mando del FMI esta renegociación incluyó las recetas de siempre: fuerte ajuste fiscal, que implica menos recursos para salud y educación, desplome de la economía y la aplicación de impuestos regresivos.
La salida "a la portuguesa", o el caso de reestructuración de Ucrania, fueron otras propuestas esbozadas por los referentes económicos del albertismo en estos meses.
Sin embargo, tal como señaló la especialista Noemí Brenta, en Ucrania pasaron largos años de acuerdo Stand By, luego Facilidades Extendidas. Se trató de años y años de padecimientos para el pueblo trabajador. Lo mismo ocurrió en Portugal que no evitó el ajuste. La recuperación posterior se hizo sobre la base del enorme ataque a las masas hecho previamente.

Evitar el infierno, salir del Fondo

Alberto Fernández se sentará a negociar con el FMI las condiciones de un nuevo programa económico para garantizar el desembolso de los fondos que necesita. A cambio el organismo presidido por la Kristalina Georgieva, ha dejado trascender que buscará que se imponga una quita del 40 % a los privados.
Paga la deuda y al mismo satisfacer las aspiraciones genuinas del pueblo trabajador -que votó en gran medida contra el ajuste macrista- es una utopía.
Fernández lo sabe. Por eso propone poner en pie un pacto social entre empresarios, sindicatos y la oposición, con el objetivo de garantizar condiciones de paz social. Muy necesarias para hacer pasar un brutal ajuste.
Los discursos de campaña y los anuncios de un crecimiento futuro no pueden tapar el bosque. Si se sigue por el camino del FMI, a las mayorías populares del país les espera un infierno aún mayor.

Guadalupe Bravo
Economista | @GuadaaBravo
Jueves 31 de octubre | 00:54

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