Como lo había anticipado toda la prensa, Trump salió ileso del juicio político que le trabó el partido Demócrata. Luego de que fuera absuelto por el Senado, donde tiene mayoría, existe un acuerdo de que salió fortalecido del trance, y que esto le abre la ruta para la reelección en noviembre próximo. Para echar a Trump era necesario reunir los dos tercios de esa cámara, algo que los demócratas no podían conseguir, en principio, de ninguna manera.
La iniciativa de un ‘impeachment’ contra Trump planeó desde el comienzo de su mandato. Desde la negativa a presentar su declaración de impuestos hasta la acusación de que se había combinado con Putin para distorsionar la campaña electoral de 2016, las razones para impugnarlo sólo iban creciendo con el tiempo. La crisis había penetrado a fondo en su propio gabinete, en lo que resultó, probablemente, la mayor expulsión de secretarios y ministros en un corto período de gobierno, incluida la renuncia de John Mattis, el jefe del Pentágono. La guerra económica y política que desató Trump contra la Unión Europea y sus gobiernos dividió enfrentó una oposición considerable de parte de las corporaciones capitalistas norteamericanas, así como también de la CIA. La sobrevivencia política de Trump no puede ser desligada del éxito relativo que ha tenido esa guerra, en especial en lo que se refiere a China. El reciente acuerdo comercial USA-México-Canadá fue celebrado como una barrera a la penetración China en el norte de América, y por eso mismo votado con las dos manos por la oposición demócrata en el Congreso.
El liderazgo del partido demócrata resistió la presión para iniciar un juicio político a Trump en varias ocasiones. Se puede afirmar con certeza que nunca pretendió voltearlo. El propósito del ‘impeachment’ que votó finalmente la Cámara de Representantes tuvo el propósito de montar un escenario para descalificar a Trump en el arranque de la campaña electoral. En ningún momento del proceso que acaba de concluir, la jefatura demócrata movilizó la artillería pesada de la CIA y el FBI, que tiene de su lado. El acta que acusa a Trump de extorsionar al gobierno de Ucrania para que investigue los negociados en ese país del hijo del ex vicepresidente Biden, ahora candidato en las primarias demócratas, fue ofrecido por un ‘soplón’ de la CIA, (“whistleblower”) encargado de supervisar las comunicaciones telefónicas del Presidente. En el debate parlamentario, los demócratas denunciaron la retención, con ese fin extorsivo, de una entrega de armas a Ucrania, votada por el Congreso, como una prueba de la complicidad de Trump con Putin, quien apoya a las regiones secesionistas del este de Ucrania. Putin coincide con muchos laderos de Trump en apoyar a la derecha europea contra los gobiernos establecidos – por ejemplo, a Le Pen en Francia, Salvini en Italia, y Vox en España – Trump, sin embargo, acaba de imponer el retiro de las compañías internacionales que trabajan con la rusa Gazprom en la construcción de un gasoducto que une a Rusia con Alemania por el norte de Europa.
El momento crucial del juicio político fue cuando Trump logró prohibir la comparecencia de testigos. Evitó que el reciento del Senado se convirtiera en una tribuna política contra él y su afán de reelección. También evitó que los testigos hablaran fuera del parlamento, con el pretexto de que podrían afectar la seguridad nacional. Fue el caso del super-halcón John Bolton, ex secretario de Seguridad Nacional, quien aseguró haber escuchado a Trump chantajear al presidente de Ucrania. Trump se batió contra la derecha y contra la izquierda del escenario oficial. Denunció que Bolton pretendía que Estados Unidos invadiera Venezuela para derrocar a Maduro. Los republicanos denunciaron que los demócratas rechazaban la comparecencia de Biden y de su hijo, para ocultar un claro caso de corrupción en un país extranjero. Con Biden como eventual contrincante en las elecciones de noviembre, Trump tendría asegurada la reelección por goleada. En cierto modo, el liderazgo demócrata se jugó al inicio de un ‘impeachment’ de resultado incierto, para salvar al único candidato que representa al aparato del partido. En este aspecto, la derrota de los demócratas no podría haber sido mayor. Es probable que Biden quede ahora afuera en las primarias del partido demócrata.
Muchos confunden la victoria de Trump con un fortalecimiento del régimen político norteamericano. Ha ocurrido lo contrario –ese régimen ha recibido un golpe duro al dar paso a un régimen de poder personal. Representa un factor de desestabilización política internacional, como lo demuestra la intención de imponer un plan de anexiones en Palestina, que pisotea todas las resoluciones que se han votado en décadas. Trajo como invitado a Guaidó a sesión inaugural de la asamblea legislativa, en lo que anticipa un reforzamiento del bloqueo económico a Venezuela. La prensa ha advertido, en estos días, que si los Fernández quieren el apoyo de Trump en el FMI, tendrán que acompañar la violencia contra Venezuela y la represión contra el indigenismo y el MAS en Bolivia. Atizará, a partir del Brexit, la guerra económica y política con la Unión Europea. Los ataques a la libertad de prensa, en EEUU, se incrementarán; mucho más los ataques al movimiento obrero en lucha y a las movilizaciones de la mujer. Esta polarización unilateral se reflejará, aunque deformadamente, en las internas del partido Demócrata, donde su comité nacional está decidido a bloquear las que entiende como candidaturas contestatarias –Bernie Sanders. Trump representa un intento de llevar hasta el final la tendencia desestabilizadora del imperialismo yanqui.
Jorge Altamira
06/02/2020
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