Con el país conmocionado por las movilizaciones más enormes de su historia, en tan solo una semana, la Corte Suprema de Justicia -que Donald Trump modeló para garantizarse una mayoría conservadora- le dio importantes disgustos.
La semana empezó mal para Trump: el lunes 15, la Corte Suprema votó 6-3 que la ley de Derechos Civiles protege a la comunidad LGBT de cualquier discriminación laboral y que nadie puede ser despedido por su identidad de género u orientación sexual. El Ejecutivo argüía que la Ley de Derechos Civiles de 1964 sólo prohíbe la discriminación por sexo -entendido como hombre o mujer, en un sentido estrictamente biológico- y abogaba por legalizar el despido de homosexuales, bisexuales o transgénero. El fallo, que es una victoria en regla, tiene un impacto directo sobre más de 8 millones de trabajadores LGBT: hasta ahora en más de la mitad de los estados era legal despedir a los trabajadores por ser ellos mismos.
"Un empleador que despide a un individuo por ser homosexual o trans, despide a esa persona por rasgos o acciones que no habría cuestionado a miembros de otro sexo. El sexo juega un rol necesario e imposible de disfrazar en esa decisión, exactamente como lo prohíbe el artículo VII", argumentó en el fallo el juez Neil Gorsuch, el primer magistrado que Trump nominó para la Corte Suprema.
La disidencia sexual es uno de los sectores sistemáticamente atacados por el presidente, que ha prohibido a las personas transgénero servir en el ejército, eliminó las normas que protegían a estudiantes e indigentes trans. El viernes, en un claro contraataque, el Departamento de Salud y Servicios Humanos emitió un reglamento que anula la protección de los pacientes transgénero frente a médicos, hospitales y compañías de seguros de salud. Esto significa que las compañías de seguros médicos ya no están obligadas a cubrir los tratamientos de transición.
No terminó allí: el jueves, en una votación más ajustada (5-4), la Corte volvió a desairar al presidente fallando que los jóvenes hijos de inmigrantes, conocidos como #Dreamers, no pueden ser deportados. Esto bloquea el plan de Trump de poner fin al programa de Acción Diferida Para los Llegados en la Infancia (DACA). Los jueces calificaron este propósito como "arbitrario y caprichoso".
La decisión del Supremo impide la expulsión del país a unos 670 mil jóvenes que llegaron al país antes de los 16 años, y podrán permanecer en Estados Unidos con permisos renovables. El 80% son mexicanos, y Trump los ha tratado varias veces de "violadores, delincuentes, matones y" malos hombres ".
Los fallos, provenientes de un tribunal fundamentalmente conservador, fueron una sorpresa, señala el New York Times. Llegan en pleno desplome de popularidad del gobierno por la catástrofe sanitaria y el aluvión de despidos. Trump, que busca abroquelar a una base fascista mediante apelaciones a la homofobia, la xenofobia, el racismo y los prejuicios religiosos, acusó el golpe: "¿Tienes la sensación de que a la Corte Suprema no le gusto? ... Estas decisiones horribles y políticamente cargadas que salen de la Corte Suprema son disparos de escopeta en la cara de personas que se enorgullecen de llamarse republicanos o conservadores. Necesitamos más jueces o perderemos nuestro 2da. Enmienda y todo lo demás. ¡Vota Trump 2020!”. Trump a menudo ha sugerido que la Corte Suprema de tendencia conservadora lo protegería contra las decisiones adversas de los jueces de los tribunales inferiores (TWPost, 18/6).
La afirmación de Trump de que en el viraje de la Corte influyen consideraciones políticas -en noviembre se daba por sentado que avalarían la política del Ejecutivo- es indudablemente certera. “El juez John Roberts, quien da forma a las decisiones de la Corte como presidente del tribunal, parece haber cambiado de bando en vista del cambio en el clima político y se niega a verter más gasolina al fuego” (WSWS, 16/6).
Olga Cristóbal
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