Durante la felizmente finalizada pesadilla del gobierno del ingeniero Mauricio Macri se produjeron, además de las trágicas consecuencias para el país de las cuales nos llevará varias décadas recuperarnos, una serie de epifenómenos sociales, económicos, políticos y culturales de gran impacto mediático. Uno de estos fue el de la aparición, difusión y sonada promoción de un conjunto de técnicas de manejo de potencialmente grandes masas de datos conocidos como Big Data. Esto no solo dio origen a una suerte de subcultura devota y predicadora de las bondades de estos métodos sino también el surgimiento como parte de esa subcultura de lo que podríamos denominar los Baby´s Big Data. Estos por lo general jóvenes, entusiastas, proactivos y remodernos, salieron a llevarse el mundo por delante con sus supuestas habilidades adquiridas.
Su trabajo básicamente consistía en captar de las redes sociales información sobre sus adherentes y tratar de orientar consumos, inducir el voto hacia algunos candidatos, atraer intereses diversos hacia determinados objetos o individuos, todos estos como corresponde a la ideología dominante tratados como simples mercancías. Algunos incluso, en un acto de absoluta “audacia intelectual” y sofisticación técnica llegaban a cartografiar con herramientas muy modernas la información resultante.
Increíblemente ahora cuando más los necesitábamos, frente a los enormes desafíos e interminables interrogantes que los nuevos problemas nos plantean: coronavirus, deuda externa, desarrollo económico, etc., los Babys han desparecido. ¿Se llamaron a silencio?, ¿decidieron hundirse en un baño de modestia?, ¿o que pasó?
Lo que realmente sucedió es que se les acabó la “joda”. Se terminaron las épocas en que con algunos pocos datos se podían construir rápidamente un perfil de los consumidores. El desafío actual implica operar con gigantescas masas de información accesibles por otros caminos que las redes sociales y contar con poderosas herramientas estadístico-matemáticas que permiten extraer conclusiones y recomendaciones relevantes a efectos de dar respuestas rigurosas a los nuevos desafíos.
No sólo los Babys han difundido ampliamente su ímpetu por defender el nuevo tótem, sino que han escrito libros, artículos y brindado cursos que tienen un común denominador: ninguno avanza más allá de una frontera impuesta por las matemáticas.
A esta altura es muy importante recordar que la preocupación por operar con enormes masas de datos no es un fenómeno reciente en el campo de las Ciencias Humanas y Sociales tal cual como los Babys intentan presentarlo. Por el contrario, este instrumental tiene bastante más de un siglo de existencia. Basta con revisar los trabajos pioneros del psicólogo inglés Edward Sperman de principios de la centuria del XX (1902) en su búsqueda de un componente principal y otros periféricos para caracterizar diversas patologías psiquiátricas, los modelos basados en ecuaciones diferenciales de de W.O. Kermack y A.G. McKendrick destinados a analizar los sistema de propagación de epidemias de la década de 1930, también resulta imprescindible reivindicar los trabajos de la década de 1950 del gran politólogo norteamericano Rudolph Rummel tendientes a determinar a través de técnicas matemáticas muy avanzadas la identificación de áreas de potenciales conflictos bélicos a nivel mundial o mucho más recientes, en especial para mis colegas geógrafos, los trabajos de Brian Berry basados en enormes matrices geográficas y los análisis de regresión múltiple aplicados a la determinación de flujos interespaciales, los aportes del holandés Peter Nijkamp en materia de modelos multicriterio y en particular multiobjetivo aplicados a la planificación económica, urbana y regional, también el trabajo extraordinario del matemático y geógrafo mendocino Manuel Rego sobre la “Marcha del análisis cuantitativo de los datos espaciales” o más recientemente las aplicaciones del Análisis Factorial en matrices gigantes de datos y Algoritmos de Enlace basados en distancias no Euclidianas aplicados a una zonificación de la República Argentina (Luis Yanes), a esto entre otros muchos ejemplos deberían añadirse las contribuciones de Luc Anselín en materia de sistemas de autocorrelación o los modelos gravitacionales utilizados para predecir la propagación de la pandemia de covid-19.
Lo que realmente pasó con los Babys es que fueron víctimas de un mezcla de su propia soberbia y del limitado herramental que verdaderamente dominaban. Existen desde hace muchísimos años técnicas y métodos estadístico-matemáticas tremendamente poderosos que podrían y deberían ser más difundidos y que se constituyen en muy apropiados frente a nuevos problemas.
Personalmente creo posible avanzar en una ciencia social crítica que incorpore el análisis cuantitativo. Sin embargo esta pretensión intelectual no puede reducir lo geopolítico y geoeconómico a un mero conjunto de datos cuantitativos, ya que tal posición no hace más que ser funcional al sistema dominante el cual se correlaciona con el mantenimiento de las condiciones de reproducción imperantes.
Luis A. Yanes. Profesor Titular de Análisis Espacial. Departamento de Geografía. UBA.
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