La reunión de este lunes entre Fernández, Kicillof y Larreta tuvo como telón de fondo al agravamiento sin atenuantes de la pandemia en el área metropolitana. Mientras los contagios ya superan los 2.000 casos por día, la ocupación de camas de terapia intensiva se ubica entre el 60 y 70% de su capacidad. Los que proyectan la curva de casos prevén un colapso de estas unidades para mediados de julio, aunque la información sobre las camas del sector privado es mucho menos clara. Se suma a este cuadro la escasez de médicos y enfermeras especializados para las unidades intensivas, lo que se agrava por la escalada de contagios y muertes entre los trabajadores de la salud. Increíblemente, a pesar de este escenario el ´trío del AMBA´ postergó cualquier decisión. Según informan los diarios, se impuso la posición de Larreta de esperar hasta el jueves para adoptar cualquier medida restrictiva. Durante esa misma jornada, los infectólogos -y hasta el mismo Ginés García- clamaban por la vuelta inmediata a la fase 1, aunque según otros habría que dar marcha atrás con la reapertura comercial sin volver por completo a la etapa previa. Con seguridad, dispondrán algunas medidas menores de control sobre la circulación de las personas o los paseos recreativos, a sabiendas de que el Estado no tiene condición alguna para verificarlas o hacerlas cumplir. El corazón de la flexibilización, sin embargo, permanecerá intacto: nos referimos a la amplia apertura de industrias en la provincia y del comercio en la Ciudad, con el impacto consiguiente en la circulación del transporte. Las grandes fábricas de la provincia han sido el escenario de contagios en ascenso, al igual que los basrrios obreros. De lo que no se habló fue del equipamiento de más unidades de terapia intensiva, menores jornadas diarias del personal de salud y mayores licencias; de un mejoramiento radical de los equipos de protección del personal sanitario; de la incorporación masiva de médicos, enfermeros y auxiliares de salud.
El “endurecimiento” llega luego que gobierno FF ha despilfarrado enormes recursos fiscales y monetarios, no para preservar a la fuerza de trabajo, sino en aras de la “salud” de la clase capitalista, que recibió subsidios y asistencias de todo tipo, ya sea en forma directa o para garantizar el otorgamiento de créditos. En medio de una emisión récord y una caída también inédita de los ingresos fiscales, el gobierno no cesa de “recompensar” a los bancos con Letras de Liquidez (Leliq), equivalentes a toda la base monetaria actual. En vez de destinar los recursos del fisco y la propia emisión a la atención directa de la emergencia sanitaria y de la población afectada por la crisis económica, el gobierno hizo pasar la “asistencia” por el cedazo de la clase capitalista. Los resultados están a la vista: de un lado, continuidad de la fuga de capitales y superganancias bancarias. Del otro, un sistema sanitario sin equipamientos ni personal suficiente y el agravamiento de la miseria social.
Las conferencias de prensa que hacían lucir a un presidente que decía conciliar “la salud y la economía” se han terminado. El gobierno ingresa ahora en el desmanejo. Es muy claro, entonces, que las luchas urgentes que tendrán lugar en hospitales, fábricas y grandes comercios necesitan un programa de conjunto: protocolos sanitarios redactados por los trabajadores; incorporación masiva de trabajadores de la salud para asegurar el turno de 6 horas para todos; equipamientos sanitarios obligatorios para todos los médicos y enfermeras; urgente subordinación del sistema de salud a las necesidades que plantea la pandemia, para establecer un plan único de atención y asignación de camas bajo control de trabajadores y técnicos; La nacionalización de la banca es un puntal de esta lucha, para que la financiación que desarrollan el banco central y el Tesoro vaya en forma directa a las necesidades de la salud y de la protección de la población, y no a sostener a los grandes capitales, que han entrado en un sistema de concurso de acreedores generalizado, como parte de la crisis capitalista internacional en su conjunto.
Podría tenerse la impresión de que lo que ocurre con Vicentin, con Latam y con los acreedores internacionales nada tendría que ver con la política a seguir para derrotar la pandemia,. No es así. El gobierno ha retrocedido frente a los Vicentin de todo el país, reforzando a la clase de los grandes capitalistas que exige poner fin a las cuarentenas, así como con los protocolos en los lugares de trabajo que contraríen sus intereses, o sea aumenten costos. Lo mismo ocurre con Latam, cuyo abandono de Argentina representa un costo fabuloso para sus trabajadores, la actividad aero-comercial y la producción en su conjunto. Todo este conjunto de intereses, bajo la batuta de los fondos internacionales que controlan el financiamiento y la inversión internacional, están imponiendo su política frente a la expansión del nuevo virus.
La lucha por la salud y la vida aparece entonces como lo que es y siempre ha sido: una lucha política. Quienes defienden al gobierno por simpatías previas o como, incluso, un mal menor, no advierten la subordinación creciente de los Fernández a los mismo intereses que dijeron venían a combatir o al menos frenar. Es necesario, entonces, impulsar una movilización sobre la base de un programa de los trabajdores, no de quienes tienen otro diferente, e incluso abandonan ante las presiones del capital.
Planteemos nuestras reivindicaciones de un modo integral; coordinemos las luchas para imponerlas; impulsemos un congreso de trabajadores que vote un programa económico y político de la clase obrera, en oposición a los planteos y acciones saquedoras de la clase patronal.
Marcelo Ramal
23/06/2020
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