La variante Ómicron, indicada como la “más contagiosa y menos letal”, está rompiendo récords de infectados alrededor del mundo y provocando el colapso de los sistemas de salud. Según la OMS, se registraron 19,8 millones de nuevos contagios a nivel global, un 16% más respecto de la semana anterior. La política del contagio masivo, alias ‘nueva normalidad’, propugnada por la inmensa mayoría de los gobiernos está incrementando los niveles de mortalidad, como ahora reconocen tardíamente los expertos. “A más contagios, más fallecimientos”, descubren torpemente los mismos que hasta ayer proponían tratar al Covid como una gripe o una endemia.
Esta semana, el promedio de casos en Estados Unidos estuvo por encima de los 600 mil diarios, con picos que superaron el millón de contagios. El promedio de fallecimientos se elevó a 1900 por día, con picos de 3.800 decesos. El país norteamericano enfrenta una gran suba en el número de hospitalizaciones (la ocupación de camas superó el 80% en 24 Estados), llevando al sistema de salud al desborde, lo que a su vez está colapsando el funcionamiento de empresas y servicios. En Gran Bretaña, Boris Johnson no tuvo mejor idea que pretender zafar del escarnio por haber sido descubierto participando de fiestas privadas durante los confinamientos (¿a alguien le suena?), anunciando el levantamiento de todas las restricciones vigentes. A partir del 26/1, no se requerirá el uso de tapabocas, mostrar certificado de vacunación y su cancelan las disposiciones de teletrabajo. Días atrás, el gobierno británico había tenido que movilizar al Ejército a los hospitales, para ‘suplir’ la falta de trabajadores de la salud, masivamente infectados.
Suecia, Islandia y España integran el podio de países con el mayor número de contagios por millón de habitantes en la última semana. Le siguen Portugal, Australia, Uruguay y la Argentina. De acuerdo con el Instituto de Medición y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, más de la mitad de las personas en 53 países de Europa se infectarán con Ómicron en los próximos dos meses.
Redescubriendo a Ómicron y sus efectos
A contramano de las medidas de acortamiento de aislamientos dictadas en todas partes, un reciente estudio del Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas de Japón afirmó que Ómicron tiene un pico de eliminación tardío. De acuerdo a esta investigación, publicada en British Medical Journal, una revista científica de renombre, la cantidad de ARN viral es más alta de 3 a 6 días después del diagnóstico o la aparición de los síntomas. Es decir, que las personas infectadas con Ómicron expulsan las partículas del virus, por lo que pueden contagiar a otras, durante más tiempo del que se pensaba.
Los primeros análisis emparentaron a Ómicron con un ‘resfrío’, a diferencia de la Delta, que se relacionaba más con una ‘gripe’. Esto porque Ómicron afectaba la zona alta de respiración, es decir, la garganta, la zona de la nariz con congestión nasal, tos y disfonía, mientras que la Delta impactaba sobre la zona baja, progresando sobre los pulmones. Sin embargo, van apareciendo nuevos estudios que indican otros efectos que portan las variantes.
Es el caso de una investigación de la Universidad de Edimburgo que concluyó que las mujeres que se contagian de Covid hacia el final del embarazo tienen más probabilidades de sufrir complicaciones en el parto. Según este estudio, publicado en la revista Nature Medicine, en aquellas mujeres que enferman 28 días, o menos, antes de la fecha del parto, son más frecuentes los partos prematuros y los nacimientos de bebés muertos o que fallecen al poco de nacer. ¿Un resfrío?
Fue el propio director de la OMS el que días atrás había manifestado que Ómicron no debía categorizarse como leve, “porque sigue matando gente y produciendo hospitalizaciones. El maremoto de casos es tan abrumador que los sistemas sanitarios se encuentran sobrecargados. Los hospitales no cuentan con el personal suficiente para enfrentar esta carga, lo que no permite evitar muertes prevenibles, no solo de Covid, sino de otras dolencias”.
Argentina
Argentina es una expresión agravada del cuadro internacional, con una tasa de positividad récord en el mundo, superior al 70%. De acuerdo a un informe de la Fundación FIEL, Argentina podría tener un ascenso de víctimas fatales de entre 400 y 1000 fallecimientos por día dentro de las próximas tres semanas. Esto se debe al período que transcurre entre el nivel altísimo de casos actuales y la evolución de sus cuadros clínicos. Esto fue admitido en el día de ayer por la ministra Carla Vizzotti, pero no parece ser un factor que el gobierno contemple, cuando ha respondido a los requerimientos de las patronal recortando todas las medidas de aislamiento.
Siguiendo al español Pedro Sánchez, el ministro bonaerense, Nicolás Kreplak, consideró que “ya no tiene sentido seguir contando los casos diarios”. Ni cuidados, ni testeos. El larretista Quirós, por su parte, aseguró que las escuelas empezarán de forma presencial, sin importar el cuadro sanitario. La reducción o directa cancelación de los aislamientos en casos positivos y contactos estrechos nos llevó al pico más alto de casos desde que se inició la pandemia. La salud de los trabajadores fue entregada a la ‘economía’ capitalista, con la paradoja de que empresas, fábricas e inclusive hospitales encuentran con serias dificultades funcionar.
En el Hospital Posadas, los médicos de guardia anunciaron que solo podrán atender urgencias con riesgo de muerte.
En el Hospital Tornú, la delegación de Sutecba denunció que la Terapia Intensiva quedó atendida por un solo enfermero. En lugar de incorporar enérgicamente más personal, la ‘solución’ que los gobiernos estarían tramando es que los trabajadores de la salud vayan a trabajar igual, aunque sean positivos. Ni derecho a la salud, ni derecho a enfermarse.
Si la salud está determinada por las condiciones materiales de vida y éstas, a su vez, están mercantilizadas, el salario que debe solventarlas es una buena medida de la situación de salud de los profesionales de la salud. Según un informe de la Asociación de Profesionales del Servicio Social (APSS), el salario en el sistema público de salud porteño perdió la mitad de su valor en los últimos cuatro años.
Viendo la estampida de casos, hay agoreros que aconsejan que ya es demasiado tarde para cualquier medida que pretenda revertir el desmadre, es decir Covid cero. Es falso, por la sencilla razón de que siempre se puede estar todavía peor. El planteo de vivir con el virus, se llame endemia o nueva normalidad, es criminal. Paises como Australia, que han tenido un éxito enorme con la política Covid cero, la han abandonado por la presión de los pulpos capitalistas, para los cuales la circulación del capital es más importante que combatir la circulación comunitaia del virus. El caso de Argentina se ha convertido en extremo, en vitud de que se han tirado por la borda todas las medidas de lucha contra el virus, con la finalidad de ofrecer un déficit fiscal cero al FMI.
Para desarrollar una política de covid cero es necesario, en primer lugar, que los trabajadores controlen los lugares de trabajo, para establecerla el derecho al ausentismo laboral remunerado de infectados y contactos estrechos. Este derecho a la salud debe defenderse con recurso a la huelga. Las vacunas, de carácter emergencial, se han transformado de instrumentos de protección de la salud en pretextos para exponer a los trabajadores a la infección, a enfermedades de larga duración (“long-Covid”), que incluyen la incapacidad y la muerte, y al riesgo de muerte inmediata.
La iniciativa debe extenderse a todas las empresas y espacios educativos, a partir de los cual un congeso obrero con participación de científicos establezca las medidas a tomar para cortar la circulación comunitaria. O sea un plan de salud, económico y político. A nadie se le escapa que el afán por llegar al acuerdo que reclama el FMI y la burguesía nacional e internaciona, condiciona la vida, nada menos, de los seres humanos . Es necesaria la huelga y la organización de la clase trabajadora en los lugares de trabajo, con asambleas, coordinadoras y congresos de bases, para ponerle un freno a la maquinaria del capital en defensa de la vida.
Florencia Suárez y Lucía Guevara
22/01/2022
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