Por eso cuando quiere demostrar capacidad de mando y que él es el presidente, realiza conferencias a diario en horario central en la peor etapa de la pandemia, en una especie de cadena nacional camuflada.
Cadena mediática con la que sus asesores de imagen tratan de mostrar un presidente activo y presente, la que -dicho sea de paso- le negó a Madres y Familiares de Desaparecidos, a la central única de trabajadores PIT-CNT y a la Comisión Nacional Pro Referendo.
Pero por otro lado se muestra laxo y ausente. Como por ejemplo con las ollas populares que prefiere ignorar (no ha pisado ni una). Ollas donde hasta el día de hoy se alimentan miles de uruguayos y uruguayas desamparados por las medidas del gobierno de la coalición de derecha; y que son sostenidas por otros compatriotas que en muchos casos están casi en la misma situación de los que ayudan.
Eso sí, Lacalle ha asistido a cuanta inauguración en los balnearios del este del país se han sucedido. Inauguración de hoteles lujosos y selfies con el jet set esteño. Se lo vió en los incendios forestales en Paysandú, departamento al litoral norte, cuando ya estos estaban controlados por los bomberos.
Tampoco tuvo empacho para criticar al anterior gobierno frenteamplista. “No sé si se aflojó las riendas. No estoy hablando de este gobierno, estoy hablando del anterior. Tal vez se debió ser más estricto.” Recordemos que Lacalle gobierna desde hace casi dos años y el Frente Amplio perdió las elecciones en 2019.
Esta vez el gobierno-agencia de publicidad ha bajado un tono su impronta de querer “humanizar” al presidente Lacalle. El verano pasado fue una catarata de selfies con él, con el presidente surfeando, el presidente juntando papeles de la calle, el presidente veraneando, el presidente posando solo de bermuda y sin remera, el presidente comprando verduras, etc.
En un rapto de macrismo oriental –intento de parecerse al expresidente neoliberal argentino Mauricio Macri, que dejó en la ruina su país- se fotografió a Lacalle sacando la basura a un contenedor público. Se deja la barba en las conferencias de prensa y luce bronceado y aparece bajo la lluvia en los incendios.
El presidente está cuando decide estar y cuando conviene para su imagen. En recientes declaraciones ratificó la estrategia del gobierno y se preguntó “qué medidas quieren” ante la demanda del novel presidente del centroizquierdista Frente Amplio Fernando Pereira, debido a la ola de contagios de covid-19.
Parece que la temporada estival seguirá su rumbo a pesar de que el sector turístico exige medidas y ha denunciado que no se cumplen los protocolos. Al momento que se escribe esta nota, se registran 10.000 casos de covid-19 en un solo día.
Por otro lado, los voceros no oficiales del gobierno salen desbocados a decir lo que el presidente no se anima, o no prefiere decir, ya que con su silencio está siendo cómplice y avalando dichas declaraciones. La semana pasada la senadora nacionalista Graciela Bianchi, tercera en la línea sucesora presidencial luego de la vicepresidenta, expresó que el Poder Judicial estaba “infiltrado” y que eso “motiva a que no haya más frenteamplistas en cana” (presos).
Además de un gesto poco republicano, cosa de la que tanto se jacta la propia senadora, es que no hay frenteamplistas en “cana”, por eso resuena aún más la frase de que “haya más”. Esta frase en boca de cualquier otro dirigente en tiendas frenteamplistas refiriéndose a otra formación política habría generado un revuelo de grandes magnitudes.
Por último, el inefable diputado del Partido Colorado, Felipe Schipani, famoso por su persecución a los gremios de la educación, ha dicho que espera un carnaval con muchos ataques al gobierno y a la Ley de Urgentte Consideración, la impopular LUC,, por lo que instalarán puestos para defender la ley en el Velódromo y el Teatro de Verano.
El primero, es el tablado más grande de la capital donde actúan las murgas y los conjuntos canavaleros, y el segundo, es donde se realiza el concurso de Carnaval. “Nos vamos a meter en la boca del lobo a militar”, remató el diputado.
El 27 de marzo se realizará el referendo para la derogación de 135 artículos de la LUC, luego que el sindicalismo y la izquierda recogieran más de 700 mil firmas. Si el domingo próximo se votara el referéndum, el 49,4% de los ciudadanos estaría de acuerdo en derogarlos, según la consultora Nómade. En tanto, otro 41,2% de las personas votaría por mantener la LUC, al tiempo que 9,4% se manifestó indecisa.
Como es ya costumbre, la derecha quiere atacar al carnaval. En el 2020 lo atacaron con virulencia con intentos supinos de censura. En el 2021 lo suspendieron debido a la pandemia y este 2022 se colocan como víctimas de ataques. Si gobernaran para el pueblo, otro sería el cantar… también el de las murgas.
Nicolás Centurión. Licenciado en Psicología, Universidad de la República, Uruguay. Miembro de la Red Internacional de Cátedras, Instituciones y Personalidades sobre el estudio de la Deuda Pública (RICDP). Analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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