En las tierras de la provincia de Santa Cruz, luego de que se produjese una de las mayores masacres contra la clase obrera de nuestra historia ocurrió un hecho poco conocido pero que fue rescatado de los archivos por el historiador Osvaldo Bayer cuando investigo sobre los fusilamientos en la Patagonia.
La situación para enero y febrero de 1922 en Santa Cruz el tema de las huelgas, las asambleas y toda acción obrera organizada estaba controlada, o mejor dicho había desaparecido. El trabajo que le fue encomendado al Teniente Coronel Varela por el entonces presidente Hipólito Yrigoyen fue realizada satisfactoriamente para todas las partes que habían pactado un crimen contra los trabajadores y peones. Después de estos acontecimientos debía prepararse el retorno a la provincia de Buenos Aires, de todas las tropas de soldados que fueron movilizadas para fusilar obreros.
Dos meses después, exactamente el 17 de febrero de 1922 en la ciudad de Puerto San Julián se preparaban los barcos para partir pero antes, tal como relata Osvaldo Bayer en “Los vengadores de la Patagonia Trágica”, el Coronel Varela quería darles a los soldados un descanso y que puedan “descargarse” de los muchos días que llevaban en la Patagonia solo entre hombres.
Los soldados tenían órdenes de ir por tandas a los prostíbulos del lugar, se los preparó incluso con recomendaciones para no contagiarse gonorrea, ya tenían todo arreglado con las dueñas de los lugares para que sean atendidos. Sin embargo en uno en particular sucedería algo que les haría retorcer el estómago de bronca a quienes esperaban sacarse las “ganas” con las mujeres. Las Catalanas era el nombre del prostíbulo donde cinco mujeres se negarían a atender a los soldados responsables de los asesinatos de los obreros de la Patagonia.
“Cabrones mal paridos, asesinos y porquerías” fueron los gritos de las jóvenes mujeres y que con mucho valor rechazaron aquellos hombres haciéndoles saber el rechazo que sentían por quienes se habían atrevido a matar a sangre fría a tantos obreros. No podían ser obligadas a atenderlos y eso generó la bronca de los soldados que en patota y por la fuerza intentaron entrar al prostíbulo, pero fueron corridos por las pupilas con escobas y palos teniendo ellos que retroceder. A partir de allí las que serían perseguidas y sufrirían el escarmiento por rehusarse a acostarse con asesinos serían ellas, que serían encarceladas en la comisaría del pueblo de San Julián, en un calabozo por haber ofendido el uniforme y por ende a la patria.
Hoy se cumplen cien años de aquel acontecimiento que fue si no es el único que pudimos conocer que conmueve por la valentía de cinco jóvenes mujeres, un gesto que simbólicamente tiene un contenido político fuertísimo porque decidieron no ser ajenas a lo que había pasado con los obreros, les hicieron saber a esos soldados que en la conciencia de las trabajadoras sus actos no quedarían impunes.
En Santa Cruz en pleno 2020 durante la cuarentena estricta por el Covid -19 se llevó adelante la demolición de la comisaría donde estuvieron detenidas las pupilas de Las Catalanas, a pesar que desde varios sectores que revindican y rescatan la memoria de los huelguistas habían presentado su rechazo y solicitado que este espacio se convierta en un museo de la memoria para que estas mujeres no queden en el olvido, poco duro la resistencia y el discurso de los funcionarios del gobierno de cumplir este reclamo.
La mujer obrera, la más empobrecida y explotada, destinada a ser una mujer en la fábrica, a estar en el hogar o a ser una prostituta era lo que el capitalismo industrial requería de ellas, eso representaban en la época, rebelarse contra lo establecido alzar la voz era impropio y así es que recibieron su castigo por atreverse, por rebelarse ante la injusticia.
Consuelo García (29) Argentina, Ángela Fortunato (31) Argentina, Amalia Rodríguez (26) Argentina, María Juliache (28) Española y Maud Foster (31) inglesa, son los nombres de las pupilas de San Julián.
A pocos días de un nuevo Día Internacional de la Mujer Trabajadora, queremos hacerles un homenaje a estas mujeres reivindicando su memoria, a cien años la organización contra la explotación y contra todo tipo de violencia está más vigente que nunca, nos rebelamos ante el Estado y los gobiernos encubridores de cientos de abusos y femicidios, gritamos contra quienes garantizan impunidad a las fuerzas de seguridad que siguen cometiendo abuso dentro de la institución y fuera de ella al amparo de los funcionarios del Gobierno Provincial.
¡Arriba las pupilas de San Julián!
Gabriela Ance
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