Las tropas rusas redoblaron el fuego sobre territorio ucraniano.
Las tropas rusas redoblaron el fuego sobre territorio ucraniano el martes 1° de marzo. Este tiene cuatro focos privilegiados: por un lado, las inmediaciones de Kiev, la capital; por otro, Járkov, la segunda ciudad más grande del país, situada en el este (cerca del Donbas, en manos de los rebeldes desde el levantamiento de 2014). A la vez, hay enfrentamientos cerca de Mariúpol -una ciudad portuaria estratégica sobre el Mar de Azov- y en las cercanías de Odessa, cuya captura posibilitaría al Kremlin el control de casi la totalidad de la costa del Mar Negro.
Los países de la Otan, en tanto, desplegaron un importante apoyo armamentístico al gobierno de Kiev. Y, al mismo tiempo, han aplicado fuertes sanciones contra Rusia, que incluyen la salida de los principales bancos rusos del sistema de pagos internacional Swift; un bloqueo a las transacciones del Banco Central ruso; dificultades para emitir deuda a empresas como Gazprom; sanciones al fondo que financia la vacuna Sputnik V; un embargo comercial al Donbas; la imposibilidad de depósitos bancarios a ciudadanos rusos en Europa (un golpe a la oligarquía que se lleva sus fondos al exterior); la prohibición del uso del espacio aéreo europeo (incluidos los jets privados de los oligarcas), y hasta el apartamiento de la selección rusa y los equipos nacionales de las competiciones de fútbol internacionales. También se ha suspendido la señal Russia Today en algunos países. Noruega se ha deshecho de las acciones que poseía en la petrolera Rosneft y la anglo-holandesa Shell anunció lo mismo en el caso de Gazprom.
Si bien Alemania ha puesto en el freezer la habilitación del gasoducto Nord Stream 2, que conectaría a la nación teutónica y Rusia a través del Mar Báltico, las sanciones no abarcan aún las exportaciones de gas y petróleo ruso a Europa Occidental, principal fuente de ingresos del Kremlin. Esto se debe a la interdependencia entre la parte compradora y la vendedora, muy difícil de romper.
El primer impacto de las sanciones ha sido una caída del rublo, que el gobierno está tratando de contener mediante una suba de la tasa de interés y la transformación compulsiva de los dólares de los exportadores en moneda nacional. Moscú tiene reservas por 600 mil millones de dólares para enfrentar la depreciación, pero no es claro que pueda intercambiarlas fácilmente a la luz del boicot internacional.
Las sanciones económicas son un instrumento perverso del imperialismo que golpea principalmente a las masas trabajadoras, por medio del empobrecimiento y el desabastecimiento. Lo muestran los casos de Irán, Cuba y Venezuela. También son la ocasión para un pillaje desembozado: Londres ha congelado las reservas de oro de Caracas y Washington se ha embolsado la mitad de las reservas monetarias de Afganistán, tras el triunfo de los talibanes.
Ante las represalias financieras, Moscú amenazó con la posibilidad de confiscar fondos extranjeros o proceder a ciertas nacionalizaciones, pero por el momento solo han sido palabras.
Un escenario abierto
Entre las sanciones económicas occidentales y el apoyo militar de la Otan a Ucrania, de un lado, y el importante despliegue ruso del otro, el escenario está abierto. El lunes naufragaron las conversaciones entre Kiev y Moscú, en una localidad próxima a la frontera con Bielorrusia.
¿Qué busca Putin? Se barajan múltiples hipótesis: desde los que creen que persigue la anexión completa de Ucrania (lo que suena dudoso por la enormidad de la tarea) hasta los que piensan que apenas buscaría asegurar la independencia del Donbas y garantías por parte de Kiev.
Una de las hipótesis más probables es que esté procurando la caída del presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, y su reemplazo por un gobierno afín que le asegure que Ucrania no se incorpore a la Otan y aleje a la alianza atlántica de su propia frontera. Sería como un retorno al statu quo previo a 2014, cuando Ucrania era gobernada por Víktor Yanukóvich, con la diferencia de que ahora Putin exige el reconocimiento de la península de Crimea, anexada en 2015, como parte del territorio ruso.
El gobierno de Zelenski añora el camino inverso: acentuar los lazos con el imperialismo. Por eso insiste en el ingreso de Ucrania a la Unión Europea, algo que paradójicamente es vetado por la propia Unión, que no ha querido hasta hoy a Kiev como un socio con derechos plenos sino como un socio de segundo orden, por medio de un tratado ad hoc de asociación económica (en vigor desde 2016), que marcó un salto en la entrega económica del país y la restauración capitalista.
Tras el fracaso de las tentativas diplomáticas, todas las “divergencias” sobre el futuro de Ucrania, y con él de la región, se están procesando en el terreno militar.
Un planteo
Frente al recrudecimiento de la propaganda imperialista, que presenta a Rusia como la nación responsable de este conflicto, es importante insistir en que la raíz de la guerra actual es el proceso de colonización económica del este europeo por parte del imperialismo. Este ha ido de la mano de la expansión de la Otan, que en sucesivas oleadas se fue ampliando hasta cercar a Rusia casi por completo. Incluso columnistas enardecidos contra Putin, como Thomas Friedman, del New York Times, admiten esto último, considerándolo un “error” de Washington.
Lo cual no convalida, por supuesto, la invasión del Kremlin, que no se hace en favor de la lucha de los pueblos de Rusia y Ucrania, sino de los intereses de la oligarquía y la camarilla restauracionista de Putin. Una camarilla que mostró su rostro más crudo en Kazajistán y Bielorrusia, donde cerró filas con sus gobiernos para aplastar los levantamientos de la población empobrecida.
Por todo esto, el PO ha planteado, en su declaración del 24 de febrero, que “la consigna del momento es ‘guerra a la guerra’. Fuera la Otan y el FMI. Abajo la burocracia restauracionista de Putin”. Cese de los bombardeos e incursión militar de Moscú. Por la unidad de los pueblos de Rusia y Ucrania. Unidad internacional de los trabajadores. El enemigo está en nuestros propios países. En oposición a la política de sometimiento de la Otan y el imperialismo, por un lado, y del Kremlin, por el otro, planteamos la unión de los explotados del este y oeste en una Ucrania independiente, unida y socialista”.
Gustavo Montenegro
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