Los fondos de inversión y los bancos comenzaron a desprenderse de sus tenencias en títulos del Tesoro atados a la inflación -conocidos como bonos CER- generando una corrida. Esto hizo que en un solo día saltaran los dólares financieros 4,5%, dejando al Contado con Liquidación en $219,68 y al MEP en $217,46.
En los últimos quince días se vendieron aproximadamente $100.000 millones de bonos CER. Uno de los motivos es que crecen los rumores de reestructuración, dado que el ritmo de endeudamiento del Tesoro se muestra cada vez más insostenible. El mismo ha asumido una dinámica “bola de nieve”; sin ir más lejos, solo en junio de este año los vencimientos llegan a $500.000 millones.
El acuerdo con el FMI agrava esa hipoteca en la medida que establece cubrir el déficit fiscal tomando deuda en pesos, a fin de reducir la emisión monetaria; y, además, promueve la suba de tasas del Banco Central, lo cual presiona sobre las tasas del Tesoro. Así las cosas, la política económica del país está sumamente condicionada a la voluntad del capital financiero. Con esta corrida contra los bonos CER, los bancos y los fondos de inversión también fuerzan a que se ofrezcan tasas más usurarias e instrumentos a plazos más cortos en las próximas licitaciones; a sabiendas de que si dichas subastas fracasan, la meta monetaria impuesta por el Fondo se vuelve imposible de cumplir.
Por otra parte, el “círculo rojo”, que ya en el encuentro de AEA se había mostrado disgustado con Alberto Fernández y Martín Guzmán por la salida de Kulfas y la presentación del gravamen a la “renta inesperada”, ahora expresa ese descontento desarmando sus posesiones en pesos. Lo cierto es que tamaña subordinación del gobierno conduce a que los “golpes de mercado” sean frecuentes, como mecanismo del gran capital para “marcar la cancha” y procurar que la política oficial se adecúe a su agenda.
A su vez, la venta masiva de instrumentos en pesos puede responder a que crecen las expectativas de devaluación frente a las dificultades que tiene el Banco Central para acumular reservas. Lo cual pasa a ser una profecía autocumplida, teniendo en cuenta que esta presión alcista sobre los dólares financieros agrava la brecha cambiaria, obligando al BCRA a vender sus escasas divisas para mantener a raya la cotización de los tipos de cambio paralelos o a devaluar la moneda, desarmando el negocio montado sobre la deuda en pesos, desatando así una corrida de gran envergadura. Claro está que este cuadro echaría por tierra todo el programa pactado con el FMI.
Por otra parte, existen versiones de que la Anses estuvo al frente de la venta de bonos porque necesitaba liquidez para afrontar los pagos de mitad de año. Pero luego, para frenar la caída de los bonos CER -los cuales se desvalorizaron en un 13% fruto de la corrida-, tanto la Anses como el Banco Central salieron a su compra, dado que si se desplomaba el precio de dichos instrumentos, el gobierno se quedaba sin su principal recurso para financiarse e iba a tener que transgredir topes a la emisión monetaria dictados por el FMI, poniendo en riesgo el acuerdo con el organismo. Esto demuestra hasta qué punto el gobierno es responsable del vaciamiento del sistema previsional, ya que utiliza la plata de los jubilados para financiarse mientras los condena a la indigencia hundiendo los haberes.
En definitiva, el pacto sellado con el Fondo implica la supeditación absoluta al capital financiero y somos los trabajadores quienes pagamos las consecuencias de esta política de sometimiento. Nos toca derrotarlo en las calles, apostando al paro nacional y al plan de lucha.
Sofía Hart
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