El resultado del plebiscito constitucional chileno del domingo 4, en que se impuso el Rechazo a la propuesta de modificación de la Carta Magna, tuvo sus repercusiones en el resto de América Latina.
La derecha lo asumió como un triunfo propio, por boca de referentes de Juntos por el Cambio en la Argentina y del uribismo en Colombia.
“Una Constitución es un acuerdo consensuado, no la imposición de unos sobre otros. En Chile prevaleció la sensatez. Queda abierta la oportunidad de dictar leyes inmediatas y pensar en una futura reforma constitucional para consolidar el progreso y la justicia en el país hermano”, señaló el expresidente Mauricio Macri. Es una defensa encubierta de la carta magna pinochetista, que no se impuso ciertamente por “consenso”. El “acuerdo” que reclama Macri es el poder de veto de la clase capitalista sobre cualquier iniciativa.
La ruta que señala Macri es, por otra parte, la que se apresta a seguir el presidente chileno Gabriel Boric, quien asegura que un nuevo proceso constituyente sería aún más limitado que el anterior. El proyecto puesto a votación el domingo, recordemos, no alteraba los pilares del régimen (Carabineros, las fuerzas armadas, y la salud, educación y jubilación privada) cuestionado por la rebelión de 2019 y dejaba abierta la chance de futuras modificaciones, consensuadas con la derecha, para restringirlo todavía más.
Ricardo López Murphy, Miguel Angel Pichetto, Javier Milei y José Luis Espert también expresaron su júbilo por el triunfo del Rechazo.
Si la derecha se mostró exultante, el arco progresista mantuvo bajo perfil, con la excepción del colombiano Gustavo Petro. Del gobierno de Alberto Fernández solo trascendieron algunas declaraciones informales a la prensa de funcionarios que lamentan el resultado y ratifican un respaldo a Boric. Los principales referentes del kirchnerismo no se pronunciaron en sus redes y tampoco el ecuatoriano Rafael Correa.
Evo Morales y Andrés Manuel López Obrador concentraron sus mensajes en destacar el carácter democrático de la jornada. Y el venezolano Nicolás Maduro expresó su solidaridad a la lucha “por una verdadera transformación social y política”.
El único planteo disruptivo fue el de Petro, quien sostuvo que “Revivió Pinochet”, lo que le valió el cruce de los expresidentes Iván Duque y Alvaro Uribe. La posición más honesta de este sector fue la de la senadora María Fernanda Cabral, que abiertamente defendió al dictador chileno, diciendo que “hizo a Chile próspero”.
Lo cierto es que mientras Petro hace declaraciones antipinochetistas, abrió una negociación política con los pinochetistas colombianos, como lo muestra la reunión en pos de un “acuerdo nacional” con Uribe. Y en estos días, ordenó la represión de una toma de campesinos sin tierra para ganar la confianza de las patronales agrarias.
Para avanzar en una transformación social de fondo en Chile y en la región, es necesaria una política independiente tanto de la derecha como del nacionalismo burgués.
Prensa Obrera
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