La decisión del FMI de dar por aprobada la segunda revisión del acuerdo con la Argentina, y “girarle” los fondos que el país le volverá a reembolsar, dejó en segundo plano a lo más importante: el informe del Fondo traza una perspectiva lapidaria, y coloca en un cono de sombras el futuro del acuerdo, en medio de alusiones a una completa “incertidumbre” económica y política.
El FMI se demarca del único éxito que se atribuye Massa -el dólar soja- con un argumento que suena risueño: señala que la medida “viola” los estatutos del FMI. Con la censura al dólar soja, el Fondo abre el paraguas respecto de los monumentales desequilibrios que ha dejado la medida oficial. Por un lado, obligó al Banco Central a emitir medio billón de pesos para pagarle a los exportadores el dólar de 200 pesos. Esa cifra se agrega al billón emitido anteriormente para levantar el valor de la deuda pública en pesos, que se derrumbó en julio-agosto obligando al gobierno a un 'reperfilamiento' de vencimientos, o sea, un default no declarado. Como esa fabulosa emisión es absorbida por el propio banco a través de la llamada 'deuda endógena' -letras y pases- la deuda del Banco Central duplica en este momento a la moneda circulante o en depósitos a la vista (base monetaria), totalizando unos 50.000 millones de dólares. Los intereses de esa deuda, actualmente en el 100% anual, representan en un año una cifra similar a la hipoteca acumulada por el Central.
Los bancos privados están destinando casi las dos terceras partes de sus depósitos a comprar esa deuda. En suma, se ha puesto en pie un régimen monetario perfectamente parasitario, dirigido a postergar en el tiempo la bancarrota de la propia entidad que emite la moneda. No sorprende, en este cuadro, que Domingo Cavallo haya propuesto la utilización del dólar como “medio de circulación corriente”, sin decir, por supuesto, que los salarios y jubilaciones seguirán circulando en la moneda 'mala' -el peso argentino. Después de la fabulosa emisión para remunerar a los exportadores y tenedores de la deuda pública, los “especialistas” llaman a remediar estos 'excesos' con una vuelta de tuerca en materia de ajuste fiscal. Es lo único que saluda el FMI en su informe, a saber, la reducción del gasto social en 0,7% del PBI, y de los subsidios energéticos (tarifazos) en otro 0.5% para 2023.
Hiper
Los 'analistas' financieros hacen coro para decir que la deuda del Banco Central no es explosiva, puesto que los bancos privados carecen de otra demanda de dinero que no sea la del propio Central. Lo que “celebran” es el virtual colapso del crédito privado, cuando la tasa de interés efectiva roza ya el 110% anual. La moneda no sólo ha caducado como medio de circulación sino también como promesa de pago. Pero en lo que respecta FMI, las 'recomendaciones' son explícitamente devaluatorias, y la orientación del gobierno también. El informe del Fondo culpa de la insuficiente acumulación de reservas a las “elevadas importaciones”.
El gobierno ha respondido a esa queja con el reforzamiento de los controles. Como esas medidas limitan el flujo de materias primas a la industria, se refuerza la perspectiva de una recesión hecha y derecha para el 2023. Pero al mismo tiempo, el gobierno acelera la devaluación del dólar comercial y multiplica los desdoblamientos, como ocurre con el tipo de cambio destinado a turismo y gastos en el exterior ("dólar Qatar"). La consecuencia de este nuevo paso devaluatorio será el encarecimiento de los ya prohibitivos servicios turísticos en el país, en vísperas de las vacaciones. En el plano del precio de los alimentos, el gobierno se enfrenta con una grave sequía, por un lado, y el agravamiento de la guerra internacional, del otro.
El gobierno -y el FMI- juegan por ahora la carta de la inflación galopante. El 'plan de estabilización' que se menea en algunos mentideros exige condiciones políticas que el actual gobierno no puede asegurar. Mientras tanto, la disolución monetaria asegura un escenario de licuación de los salarios, jubilaciones y gastos sociales: ningún esquema de ajustes paritarios puede evitarlo, con una inflación mensual del 6/7%.
Tiempo de descuento
Las 'advertencias' del FMI colocan la cuenta regresiva, no ya sobre un plan económico determinado, sino sobre el propio gobierno de los Fernández. La mentada “estabilización” exige una devaluación general que licúe la deuda en pesos y, con ella, una reestructuración general de la deuda pública, asociada a un plan de guerra contra la clase obrera. (Según dicen los diarios, los técnicos del FMI, junto con otros de la UBA, trabajan en estas horas en una reforma previsional reaccionaria). Este es el telón de fondo económico de la desintegración del gobierno y del propio régimen político. Los rumores de adelantamiento electoral también miran a Washington. La clase obrera tiene por delante un desafío colosal, para intervenir en esta crisis con su propia salida.
Marcelo Ramal
11/10/2022
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