El tema del Coloquio reciente fue realmente singular: “Ceder para crecer”. Es que parecía poner de manfiesto la preocupación de las grandes patronales por el derrumbe de la economía y, como corolario, una rebelión popular. La agenda dividió de entrada a los panelistas. Robert Murchison, el magnate naviero, dijo, según Clarín, “me preocupa la palabra ceder”. La periodista, Silvia Naishtat, apuntó: “Un punto de división es el tema del Coloquio” y lo ligó a “El temor empresario ante posibles desbordes” (Claín, 13/10). Otros empresarios fueron, previsiblemente, más enfáticos: “Habrá desbordes advirtió el gerente de una planta de neumáticos”. ‘¿Ceder o no ceder?’ se acabó convirtiendo en en un dilema existencial para los asistentes al evento.
El historiador Juan Carlos Torres, en un tono probablemente irónico, se interrogó: “¿La empresas van a ceder autoridad…?” “... los que más tienen van a extender la mano…?” Para disipar ilusiones acerca del “crecimiento” que auguraba el Coloquio señaló que “desde 1950 sólo 13 países en desarrollo pasaron a ser desarrollados”. Ese año, sin embargo, fue el punto de partida de un crecimiento generalizado que duró dos décadas. Desde los 70 la curva de desarrollo comenzó a decrecer, y desde la crisis asiática de los 90 del siglo pasado se convirtió en una crisis mundial. Que esta línea descendente se haya mantenido como tendencia luego de la incorporación de China, Rusia y el ex bloque soviético a la economía mundial, marca abiertamente un retroceso. La situación no podría ser peor en el momento actual, con la crisis climática, la pandemia, la guerra mundial y el debut de una nueva crisis financiera.
El tema de “ceder” plantea, por sobre todo, una cuestión de método político para las grandes patronales. Lo apuntó, primero, el embajador norteamericano, Mark Stanley, cuando le espetó a Rodríguez Larreta para que tome la iniciativa de una coalición política con el gobierno en forma inmediata. La idea sería la siguiente: no es posible llevar adelante un ajuste o una megadevaluación sin el cierre de la llamada grieta entre los dos frentes políticos en presencia. Lo señala claramente La Nación (14/10): “...los crujidos todavía presentes en el FdT y la radicalización política contrastaba con la visión institucional de IDEA de combatir la grieta y pedir consensos”.
En ausencia de esta posibilidad, algunos participantes del Coloquio plantearon achicar la grieta para poder llegar a las elecciones de octubre del año que viene. Es la política que lleva adelante Massa, con el apoyo del FMI y de La Cámpora. Para el Swiss Medical, Belocopitt, “Massa está haciendolo que tiene que hacer….hay que llegar a la elección” – entusiasmado por el aumento feroz de las cuotas para la salud privada y prepagas. El ‘aguante’ se manifiesta también en el tratamiento del Presupuesto 2023, que será votado, a diferencia de lo que ocurrió con el precedente, por JxC en pleno. Luciano Laspina, el vocero económico del macrismo, no dejó dudas: “este es el primer presupuesto kirchnerista que presenta un recorte en el gasto público”. “Ceder”, aunque no para “crecer”, se ha transformado en la consigna del oficialismo y la “oposición”. La Nación apunta a más: se podría actualizar el consenso de 2017 para bajar impuestos.
En este cuadro, la Iglesia, obviamente, “llamó al diálogo”. Para el ex Syngenta, Antonio Aracre, “Ceder para crecer... requiere compromisos” (La Nación) y apoyar a Larreta, Manes y Alberto Fernández. Vaca Muerta fue señalada en el evento, como el modelo a seguir. . “Estos consensos son los sueños de los petroleros... (Donde) ha habido una política de Estado”. El petróleo fue siempre la vaca sagrada del kirchnerismo, desde las privatizaciones de Menem, hasta las pseudo estatizaciones que abrieron el acuerdo con Chevrón. El corresponsal de La Nación resalta:“Techint vive su mejor momento con la actual gestión…” “todos se encargaron de ensalzar a La Cámpora... Agustín Jerez, presidente de Enarsa”.
El Coloquio de IDEA ha constituído siempre una palanca de presión a los políticos patronales. La American Chamber lo resumió de este modo: “las empresas deben tener un rol (político) más activo”. Pero en este juego de compromisos para hacer frente a una situación que asume características pre-revolucionarias, quien más se destacó fue la burocracia sindical, fundamental en el entramado del poder. “Concesión sindical”, tituló Clarín (14/10). “No se le puede sacar a las empresas más de lo que pueden pagar”. Fue, en efecto, lo que planteó Pignanelli, del Smata, que ha supervisado la mayor caída del poder adquisitivo del salario en toda la historia. No son las patronales las que “ceden”, son las direcciones sindicales. En su intervención, el burócrata del Smata relató las tribulaciones que tuvo que enfrentar para hacer frente al lock out de las patronales del Neumático y al bloqueo de los depósitos por parte de los trabajadores. Las patronales, naturalmente, agradecen el gesto, pero no confían que esta burocracia pueda ejercer su función de contención si una reordenamiento político más general, que devuelva la iniciativa al Estado.
El Coloquio no alcanzó el propósito de acordar una posición común. El ya mencionado Araqre advirtió que no se puede hacer una devaluación tradicional, dada la “dolarización de la economía”, para no mencionar con todas las letras a la deuda pública que está en dólares o ajustada al dólar. Ante este cuadro explosivo descartó la viabilidad de “un plan de estabilización”, que sería “una tarea de años”. La libetaria Mondino arrimó a esta caracterización que “el peso está destrozado”. Esto es que no existe sistema de precios y que la dislocación resultante puede convertirse en hiperinflación y en desabastecimiento. La capacidad del estado para imponer un plan de estabilización y el restablecimiento de la moneda sigue más menguada que antes del Coloquio. En la reunión de Mar del Plata no se hizo alusión a la deuda pública, sea en el mercado externo, sea en el local, ni a la acumulación inflacionaria de deuda del Banco Central – que Miguel Pesce, su presidente, acaba de describir como un mecanismo de fomento del ahorro. Ningún panel abordó la crisis liquidez internacional y la fuga de divisas de todos los países al dólar, o la creciente crisis en China. Fue un Coloquio provinciano. Tampoco encaró un asunto clave: “Ceder para crecer”, ¿significa un arreglo de trastienda para los jucios penales que enfrenta la jefa del Frente de Todos?
En el tiempo que llevó el Coloquio se registraron planteos muy ajenos a “ceder” para lo que sea. Pichetto, Bullrich y Morales calificaron al conflcito de Villa Mascardi como un antetado a la soberanía nacional, que deberían remediarlo las fuerzas armadas. Lejos de ‘ceder’, exigen el enjuiciamiento de las autoridades que negociaron salidas con las organizaciones mapuches. Otros figurones del macrismo reclamaron la aplicación del código penal a la dirección del Sutna y a los padres de los jóvenes que han ocupado escuelas. La mayor parte de las patronales que asistieron al Coloquio comparten la posición de quienes abogan por un régimen de estado de sitio. El Coloquio dejó en evidencia que los asistentes son muy conscientes de la crisis de poder que se desarrolla en Argentina y que están muy activos en el seguimiento de esta crisis y en determinar su desenlace.
Jorge Altamira
14/10/2022
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