Finalmente, el magnate Elon Musk comenzó a implementar su plan de despidos masivos en la empresa de comunicaciones Twitter. El medio periodístico Business Insider ha señalado que por la noche de este jueves, en San Francisco (ciudad en la que se encuentra la sede central de Twitter), alrededor de mil trabajadores recibieron una carta que los notificaba sobre su nueva condición de desocupados. Según el mismo portal, la medida afectó también a personal de las sedes instaladas en Reino Unido y Singapur.
Musk adquirió Twitter el 27 de octubre pasado, por unos 44.000 millones de dólares. El periódico New York Times informó hace poco que la compañía no había obtenido ganancias en ocho de los últimos diez años y que ha venido reportando déficits anuales de cientos de millones de dólares. A esto se ha sumado que empresas como General Motors, L’oreal, General Mills, Audi y Pfizer suspendieron su publicidad, “a la espera de conocer las nuevas políticas de moderación de contenido en la red social” (El País, 3/11).
Los despidos, que probablemente asciendan a 3.700, forman parte de una política de ajuste para recomponer la tasa de ganancia empresarial. En esa línea, Musk viene de ofrecer el servicio “Twitter Blue”; quienes se suscriban a él podrán acceder, abonando 8 dólares mensuales, a la marca de verificación en su perfil, que certifica que es auténtico. Musk, asimismo, ha despedido ejecutivos y los ha reemplazado por un reducido grupo de asesores de confianza. El impacto de esta orientación recae fundamentalmente sobre los trabajadores, en un cuadro de bancarrota social y económica en la principal potencia capitalista del mundo.
Muchas compañías de Silicon Valley, la región de California que alberga a una gran parte de los capitales más importantes de la industria tecnológica, están avanzando en cesantías o congelando sus ofertas de empleo. Lyft, rival de Uber, viene de despedir a casi 700 empleados, un 13% de su plantilla; Striple, la plataforma de pagos de comercio electrónico, acaba de anunciar que despedirá a 1.000 trabajadores; otras compañías como Amazon, Meta (Facebook), Apple y Alphabet (Google) han rebajado el ritmo de contrataciones (El País, ídem). Se trata de una orientación que comparte la burguesía norteamericana toda, lo que ha detonado diversas luchas obreras.
Musk es un exponente muy importante de la clase capitalista mundial. Sus negocios han venido siendo alimentados por los gobiernos demócratas y republicanos a través de subsidios gigantescos y políticas proteccionistas. Así ha construido Tesla, su empresa de coches eléctricos. Musk ha sido beneficiado mediante contratos millonarios con la Nasa, gracias a esto pudo transportar astronautas al espacio y lanzar miles de satélites para proporcionar servicios de internet de alta velocidad. El magnate, asimismo, es un defensor de la política belicista y de guerra comercial del imperialismo norteamericano.
Starlink, propiedad de Musk, provee conexión gratuita a internet por satélite al gobierno ucraniano de Volodímir Zelenski para que pueda guerrear contra Rusia de la mano de la Otan. Es reconocido, a su vez, el apoyo de Musk a la dictadura proimperialista y clerical de Jeanine Añez en Bolivia. “Como señaló The Economist en abril, Musk ‘promueve la idea de que las reglas normales de la inversión no son aplicables. Describe a los guardianes de la competencia leal —reguladores y consejos— como enemigos mezquinos del progreso’ (The New York Times, 1/11). Con estos despidos en masa, el empresario busca colocar a Twitter como un ejemplo de reestructuraciones empresarias a costa de los trabajadores para salir de la crisis y dejar atrás las pérdidas. Pero deberá toparse primero con la resistencia de los miles de empleados, y luego con una tendencia a la recesión económica mundial y en ese marco a la caída de los gigantes tecnológicos.
Los trabajadores han reaccionado a esta ofensiva con mensajes en la red social, y en los tribunales. Según el diario madrileño El País, están promoviendo una demanda colectiva contra la empresa, en la que “se argumenta que Twitter no ha respetado el periodo de aviso de 60 días que la ley de California prevé para despidos en masa”. Antes de que se empiecen a consumar los despidos, los empleados habían contestado las amenazas de Musk mediante una carta, en la que exigieron que se respeten los derechos políticos de los trabajadores y que no se arremeta contra los puestos laborales.
Los trabajadores de Twitter deben organizarse para derrotar la política antiobrera de Musk.
Nazareno Kotzev
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