El presidente argentino Alberto Fernández emprendió una larga gira internacional para participar en el Foro por la Paz, organizado por Francia, y en la reunión anual del G20, que en esta oportunidad se llevará adelante en Bali, Indonesia. Maliciosamente, algunos columnistas políticos han interpretado el viaje como una evasión, casi una huida frente a los problemas domésticos: la crisis económica y las internas del Frente de Todos. A raíz del calendario en el exterior, el presidente estará fuera del país cuando la vice Cristina Kirchner hable el 17, en el acto por el día de la militancia.
En París, Fernández sostuvo antes del foro una reunión bilateral con el presidente galo Emmanuel Macron. Es la quinta vez que se encuentran. Fuentes del gobierno argentino se encargaron de subrayar la “buena relación” con el Palacio del Elíseo. El propio Alberto llegó a la cita “efusivo”, según La Nación (11/11), y en la conferencia de prensa conjunta lo definió como un amigo con el que comparte puntos de vista comunes.
El temario del encuentro, de todos modos, lo fijó el presidente francés: la situación económica argentina; los acuerdos bilaterales entre los dos países; la guerra en Ucrania y la situación venezolana. De su propia cosecha, Fernández apenas logró colar la cuestión de la eliminación de los “sobrecargos” del FMI, un caballito de batalla cada día más deslucido, sobre todo después de que esa petición no prosperara en las negociaciones del leonino pacto de Argentina con el organismo financiero.
Macron tiene sus razones para fingir una amistad con el mandatario argentino. Los intereses franceses en el país vienen en crecimiento: la firma Eramet acaba de anunciar una inversión de 700 millones de dólares para explotar un yacimiento de litio en la provincia de Salta. Ese desembolso estuvo antecedido por todo tipo de presiones al gobierno para lograr mayores ventajas.
Al mismo tiempo, hay compañías francesas participando del consorcio H2Ar para el desarrollo del llamado “hidrógeno verde”. Otra firma francesa que talla en la Argentina es Dreyfus, del agronegocio, que se vio favorecida por el llamado “dólar soja”.
Francia, una potencia imperialista, participa del copamiento de los recursos naturales argentinos y busca ampliar esta agenda de negocios. Macron supo exhortar también a Fernández, el año pasado, a un entendimiento con el FMI basado en un “programa que permita restablecer la estabilidad macroeconómica”. Léase, las políticas de ajuste que ya están en curso.
La guerra y la paz
El Foro por la Paz, que tuvo a Fernández en uno de los paneles, reúne anualmente (desde 2018) a distintos países, conmemorando la fecha aniversario del armisticio que puso fin a la primera guerra mundial. Pero, para usar las palabras de Enrique Santos Discépolo, es un atropello a la razón que Francia encabece un “foro por la paz”, tratándose del tercer exportador mundial de armamentos. En 2021, vendió material bélico por 28 mil millones de euros a otros países del viejo continente y a naciones de Medio Oriente (ABC, 30/3). Rivaliza, en este aspecto, con los propios Estados Unidos, que lograron desplazar a París recientemente del negocio de la venta de submarinos nucleares a Australia, a través del Aukus, un pacto que integra también el Reino Unido.
Las agencias de noticias destacaron los llamados de Macron en el cónclave a la paz en Europa. Y el presidente argentino intentó subirse al carro, asegurando que trabaja junto al francés por una “mesa de diálogo entre Rusia y Ucrania”. Se ha señalado menos, sin embargo, que el presidente galo ratificó la continuidad del envío de armamento a Kiev, a la que ya ha suministrado obuses, misiles antitanques y radares. Si no ha hecho más, se excusó hace poco el jefe de Estado, es porque tiene a su cargo -como miembro de la Otan- otro flanco: Rumania, país vecino de Ucrania, donde este año apostó más soldados, blindados ligeros y pesados. Es parte de un cerco de la alianza atlántica contra Rusia que viene desde mucho antes del estallido de la guerra. “Se arman hasta los dientes en el nombre de la paz”, cantaba Joan Manuel Serrat.
La cuestión venezolana iba a abordarse en el foro este viernes. Según un artículo del madrileño El País (10/11), Macron busca reimpulsar las frustradas negociaciones entre Nicolás Maduro y la oposición de derecha, bajo la perspectiva de elecciones presidenciales “libres” (léase, con injerencia internacional) en 2024. El colombiano Gustavo Petro jugaría, en este esquema, un rol de intermediario, como el que posiblemente también quiera cumplir Fernández.
En su análisis, Macron parte de dos constataciones: el fracaso de la tentativa golpista de Juan Guaidó, que le vuelve a dar bríos a la línea de una transición pactada, y el propio estallido de la guerra en Europa, que hace más apetecible el petróleo de Caracas. Para Maduro, sin embargo, cualquier acuerdo estaría condicionado a fuertes concesiones políticas y económicas. Los gobiernos “nacionales y populares” de Argentina y Colombia se postulan como ruedas de auxilio de este nuevo ensayo.
Un dato de la gira de Fernández es que, a su arribo a París, empezaba una huelga del transporte por reivindicaciones salariales. Francia viene de un paro general y ceses de tareas sectoriales ante una creciente inflación que deteriora el poder adquisitivo de los ingresos obreros.
Macron busca comportarse como un estadista internacional, pero, al igual que a Fernández, la situación doméstica lo complica.
Gustavo Montenegro
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