Patricia Bullrich acaba de echar al funcionario número dos del Ministerio de Seguridad, Vicente Barreiro, acusándolo de corromper el proceso de licitación de servicios de comida para el Servicio Penitenciario y presentando una denuncia en la Oficina de Anticorrupción (de paso, qué le hace una mancha más al tigre, al gobierno libertario). El organismo en cuestión es un buzón, allí han caído también las denuncias de los corruptos funcionarios del “capital humano” de Pettovello sin que se conozca investigación alguna. El status público de la denuncia, sin embargo, ha sido muy manifiesto.
Bullrich ya venía de deshacerse de otros macristas que integraban cargos menores en los últimos meses y también lo hizo con Sebastián García de Luca, el secretario de Articulación Federal, que está identificado políticamente con Rogelio Frigerio, el gobernador de Entre Ríos. En el macrismo caratulan este nuevo episodio como un salto en la ruptura en curso, por el alineamiento de Barreiro con Ritondo y Macri. Es un contragolpe por el reciente “golpe de Estado” que Macri orquestó al vaciar la conducción del PRO de Buenos Aires, liderada por una bullrichista. Ritondo es el apuntado para reemplazarla, lo cual no sería disputado por Bullrich que está armando su propio espacio: “Apertura Republicana”, con Diego Valenzuela, el intendente de Tres de Febrero, y con Sebastián Pareja, armador provincial de La Libertad Avanza. Sería la ruptura definitiva de Bullrich con Macri. La ministra de Milei, que ha quedado en minoría en el PRO, defiende una clara línea fascistizante dentro del gobierno, con el Protocolo Antipiquetes y el reciente reclutamiento de una seguidora de Bukele para el reemplazo de Barreiro en el Ministerio de Seguridad.
Esta crisis en el macrismo es la continuación de la disgregación completa de Juntos por el Cambio, dividido hoy entre los pichetistas, la Coalición Cívica, radicales y macristas. De parte del macrismo, existe una negativa a fusionarse con el gobierno de Milei, lo cual sería en verdad una disolución del PRO en los libertarios, que es la tendencia que lidera Bullrich. El macrismo le está dando apoyos importantes en el Congreso a Milei, con la Ley Bases y con la posibilidad de apoyar un eventual veto presidencial en el Senado a la ley de movilidad jubilatoria. Adelante con todo lo que sea una agenda para aplacar a la fuerza de trabajo. Los macristas cuestionan el default energético que el gobierno estableció con las generadoras eléctricas mediante un bono, por obstaculizar las “seguridades jurídicas” derivadas del incumplimiento de los contratos. Numerosos macristas se han pronunciado por liberar cuanto antes el cepo cambiario. Macri también cuestiona los alineamientos de Milei con la ultraderecha española en detrimento del conservador Partido Popular. Al llamado “avance de la ultraderecha mundial” el macrismo “no la ve” por el momento. De conjunto, es un distanciamiento político vinculado a la precariedad política de Milei, de las gigantescas contradicciones económicas del gobierno libertario y el temor a desaparecer por completo cuando naufrague la experiencia libertaria.
Para Milei, desde el vamos la ruptura de los partidos patronales de la Argentina fue un terreno para hacerse de componentes que directamente carecía. Sin embargo, con los retazos de la “casta” ha llenado inmensos espacios para conformar una “casta al cuadrado” que ha presentado casos de corruptelas, negociados, dietazos y choques internos en un período récord. Los libertarios no tienen en absoluto cuadros políticos que no provengan de la casta o la hayan integrado largamente en el pasado. Ahí están los Francos, Caputo, Sturzenegger, los gobernadores y hasta la burocracia sindical, pero también y fundamentalmente toda una serie de líneas intermedias que son reclutadas del peronismo y lo que era Juntos por el Cambio.
Esta ruptura del PRO no viene sola. Viene acompañada por la de los liberticidas, con expulsiones de funcionarios, legisladores y concejales; del peronismo, que ha perdido los gobernadores del Norte y enciende velas por la disputa KK (Kirchner-Kicillof); la UCR, e incluso la que tramita el FIT-U desde hace un década. En medio de una crisis económica con visos de catástrofe, la política patronal no encuentra una brújula.
Emiliano Fabris
25/06/2024
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