Estos asesinatos constituyen una declaración de guerra a Irán, aunque a diferencia del bombardeo de la embajada iraní en Siria en marzo pasado, cuando fueron asesinados varios altos oficiales de la Guardia Revolucionaria, no hubiera violado el espacio aéreo de Irán. Aquel episodio desató el intercambio de misiles balísticos y de crucero entre ambos países, el primer choque militar directo en toda la historia. El asalto a Gaza por parte del estado sionista no se limita, como queda en evidencia, a una respuesta feroz contra el asalto de Hamas al sur de Israel el 7 de octubre del año pasado. Ha sido, desde el comienzo, la punta de lanza de una guerra en todo el Medio Oriente, con eje en la guerra contra Irán. Es precisamente lo que Netanyahu declaró en Washington, hace una semana, ante una audiencia conjunta de ambas cámaras del Congreso: “...cuando Israel combate a Hamas, estamos combatiendo a Irán”, un señalamiento crucial cuando Israel había desvinculado a Irán, en el pasado, de la responsabilidad de la acción emprendida por Hamas. Netanyahu prosiguió: “Cuando estamos combatiendo a los Houthis, estamos combatiendo a Irán. Y cuando combatimos a Irán, estamos combatiendo al enemigo más criminal y radical de los Estados Unidos (...) Nuestros enemigos son vuestros enemigos, nuestro combate vuestro combate, y nuestra victoria será vuestra victoria”.
Estados Unidos, en efecto, es la fuerza motriz de esta escalada de la guerra. Por de pronto, ha servido la información de inteligencia para ubicar a Haniyeh. “En mayo pasado, señala dropnewssite, funcionarios de la Administración (Biden) le transmitieron al Washington Post que la Casa Blanca había ofrecido a Israel “inteligencia sensible para ayudar a los militares israelíes a ubicar la locación de los líderes de Hamas…”. En forma paralela a estos asesinatos, tuvo lugar la reunión entre el secretario de Defensa norteamericano, Austin, con su par sionista, Yoav Gallant, que justificaron el asesinato de Fuad Shukr en Líbano, pero guardaron silencio con relación al de Haniyeh. Un comunicado del Pentágono, acerca de esta reunión, refiere a una “discusión acerca de las amenazas que plantean un amplio círculo de grupos terroristas apoyados por Irán”. Estados Unidos, aun enfrascados en una violenta escalada en Ucrania, es el principal soporte en la reposición de armamento y municiones del ejército sionista, e incluso en una elevada ayuda económica frente a la explosión que la guerra ha provocado en el Tesoro de Israel. La magnitud de la escalada de la guerra que anuncia el asesinato cometido en territorio iraní, queda en evidencia en la reacción del régimen de Turquía, que se declaró dispuesto a participar en una guerra contra Israel. Estados Unidos ha enviado una decena de buques de guerra al Mediterráneo para acompañar al portaaviones FD Roosevelt.
El impacto de estos acontecimientos ha relegado a un segundo plano la reunión que ha tenido lugar en Pekín entre todo el espectro de organizaciones palestinas, bajo el patrocinio de China. Las promesas de terminar con las divergencias entre varias de ellas con la llamada Autoridad Palestina y reforzar la unidad de ese espectro político tiene una importancia secundaria respecto a la decisión de China de intervenir en otra acción política en la región. Meses atrás había logrado el restablecimiento de relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudita. La escalada de guerra del sionismo, que llega al Asia Central, convierte al planeta en un territorio único de guerra, al que se acaba de incorporar a Venezuela y a toda América Latina. La crisis política venezolana ha superado el estadio de una negociación política para entrar en una etapa de asedios militares. EEUU ha abandonado el frente que habían tejido Brasil, Colombia y México, para reconocer como gobierno legítimo al que formaría Eduardo Gonzáles Urrutia bajo la tutela de Corina Machado.
En este escenario, se destaca la función política ‘sui géneris', que ha desplegado Netanyahu en Estados Unidos. Con un gobierno, -el de Biden- que ha perdido gran parte de la dirección política del país, a la espera de que acabe su mandato, y una división política creciente que incorpora una fascistización del discurso y la acción política, Netanyahu concurrió al Congreso norteamericano para unificar a los círculos imperialistas en torno a una escalada militar en medio de una campaña electoral. Tuvo un apoyo masivo en el Congreso, a excepción de una fracción del partido Demócrata que prefiere defender al sionismo desde las sombras (Bernie Sanders, Ocasio-Cortes). Lo mismo obtuvo de la candidata Kamala Harris que ensaya un discurso progre para neutralizar la oposición política popular a la guerra. Con 40 mil muertos oficiales y 160 mil extraoficiales (bajo los escombros) en Gaza, Netanyahu se ha convertido en el portavoz de los planes de guerra del Pentágono ante todos sus interlocutores. Una proeza para quien lidia en su país con un pedido de prisión por enriquecimiento ilícito, y en la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra. Con esta política, los rehenes que la población israelí quiere rescatar con vida acabarán bajo los escombros, junto a decenas de miles de palestinos.
Esta guerra criminal ha reforzado las convicciones y el espíritu de lucha de las masas del Medio Oriente. Así lo señalan diferentes encuestas y los testimonios que recogen los medios, y fundamentalmente el estado de sublevación en Cisjordania ante el creciente despojo que realizan los colonos armados y el ejército sionista contra la población palestina. La guerra imperialista ha penetrado al interior de los procesos políticos de la mayor parte de los países. Es la divisoria política fundamental.
Jorge Altamira
02/08/2024
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