El Bosque Andino Patagónico posee una superficie aproximada de más de 3 millones de hectáreas repartidas en la franja oeste de las provincias de Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. Desplegado como alfombra sobre la cordillera de Los Andes, el BAP, desde el punto de vista de su vegetación, pertenece a la región de los bosques subantárticos y pertenecen a esta misma región subantártica junto con Nueva Zelanda, la Antártida y las islas subantárticas. Muchas de las proyecciones e hipótesis sobre la vegetación cuyos restos yacen debajo de los témpanos de la Antártida se basan en los estudios de la vegetación del BAP. La pérdida de estos bosques no solo representa pérdida de biodiversidad presente, sino el conocimiento de cómo fue la misma en el pasado, cuando la “tierra” estaba compuesta por un solo continente. El capital científico-cultural que contienen estos bosques está siendo liquidado por el desprecio de una organización social capitalista en avanzado estado de descomposición.
Los incendios han reducido a cenizas las casas de más de dos centenares de familias. La semana pasada, sin embargo, el gobernador Weretilneck afirmaba que la situación estaba controlada, escondiendo la tragedia por la cual estaban pasando los lugareños… todo para no indisponer a los turistas. La jugada fue peligrosa, puesto que se dejó a los mismos hasta el último momento en los refugios de montaña. En el pico de la crisis ígnea, el gobernador de Chubut, “Nacho Torres”, dio rienda suelta al discurso fascistoide, llegando a afirmar que los incendios fueron provocados por “gente del conurbano bonaerense” que iría a la Patagonia a ocupar y delinquir. La prueba que apuntalaría estas “hipótesis” sería “una botella de vidrio" (¿?). Se han difundido abundantemente, sin embargo, videos de tendidos eléctricos que friccionan con los pinos, que no son correctamente podados, lo que es responsabilidad de las prestadoras de electricidad. De otro lado, es sabido que el 95 % de los incendios es producido por la mano del hombre, en una lógica capitalista de urbanización y uso del suelo (para vivienda, para actividad agroganadera o para turismo).
En un orden más general, el aumento de la cantidad e intensidad de los incendios es producto del calentamiento global y la tropicalización de las temperaturas cada vez más al sur del globo. En la Patagonia, así como sucedió en California también, la estación seca fue más larga e intensa de lo habitual, llevando a niveles mínimos la humedad de los ecosistemas. Los vientos, que sobran en el sur, son un condimento fatal para estos fenómenos. Pero el cambio climático, provocado por la emisión pavorosa de gases de efecto invernadero, es una comprensión de la cual los lobistas del petróleo de Vaca Muerta quieren privar a los trabajadores, que son los que más sufren las consecuencias de estos fenómenos.
Los gobernadores de Río Negro y de Chubut no ahorraron, sin embargo, agradecimientos a “Pato” Bullrich y al gobierno del negacionismo climático tirando números de cantidad de brigadistas de ataque al fuego, algunos aviones fumigadores reconvertidos en hidrantes y soldados del ejército. Lo que se observa en los videos es otra cosa: un desborde del personal idóneo por la masividad de los incendios. Los brigadistas tenían que escalar cerros empinados utilizando las mangueras y desmalezando en el mismo proceso, lo que indica que estas situaciones no han sido correctamente previstas y planificadas. Esto nada tiene que ver con la capacidad y voluntad de los brigadistas, que es sobradamente demostrada. Tiene que ver con una orientación política. Las temporadas de incendios están siendo enfrentadas con una ola de despidos masivos en el Servicio Meteorológico Nacional y en el Plan Nacional de Manejo del Fuego, dos pilares fundamentales a la hora de montar el plan de ataque al fuego en el terreno.
La campaña fascistoide de los Torres y los Weretilneck pretende ocultar una política de vaciamiento presupuestario de los programas de protección medioambiental, mientras benefician con ajustes fiscales criminales a unos pocos financistas de la Bolsa, que luego acaparan lagos y montañas, poniendo cerco de alambre y guardias privadas, al patrimonio natural… que es de los trabajadores.
Patricia Urones
05/02/2025
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