Donald Trump propuso trasladar a dos millones de palestinos a “casas bonitas de muy buena calidad, como una ciudad hermosa, donde sean felices”, construidas en “numerosos emplazamientos o un gran emplazamiento en otros países”. Vaciar la Franja de Gaza. Entre tanta generosidad no se ahorró la amenaza: “Un lugar donde puedan vivir y no morir, porque Gaza es una garantía de que van a terminar muriendo”. Lo único que le faltó decir fue que Israel necesita un espacio vital.
El programa de Trump para que Medio Oriente no se convierta “en un infierno”, como supo decir después de que toneladas de bombas entregadas a Israel por los norteamericanos redujeron a escombros la Franja, significa dar curso a “la solución final”, a la limpieza étnica que comenzó con la expulsión -la Nakba- en 1948.
Los “dispersados” en 1948 -la diáspora palestina- son 6 millones de personas que desde entonces viven en las tiendas de campaña de 59 campos de refugiados en El Líbano (800.000), Jordania (2 millones), Siria, Cisjordania y la misma Franja.
Ahora Trump propone dispersarlos en distintos países árabes y tomar el control del territorio: “Estados Unidos se hará cargo de la Franja de Gaza, y también haremos un trabajo con ella. Será nuestra”, dijo. Y aseguró que si fuera necesario enviaría tropas norteamericanas: “Vamos a tomar el control de ese lugar y lo vamos a desarrollar, a crear miles y miles de puestos de trabajo».
No son solo consideraciones geopolíticas, Trump “planteó un negocio para construir una “Riviera del Oriente Medio”. Turismo y casinos sobre el exterminio de por lo menos 47.000 gazatíes –170 mil según la revista The Lancet. No en vano el enviado de Trump para Medio Oriente, Stevie Witkoff, no tiene en su legajo antecedentes diplomáticos, pero sí un prontuario de desarrollos inmobiliarios.
Netanyahu y el gobierno de guerra del Estado sionista tiene su propia hoja de ruta: la construcción de un Gran Israel- el Eretz Israel bíblico- a costa del genocidio palestino, una política que antecede largamente el ingreso de las milicias el 7 de octubre.
En Cisjordania ya hay 700 asentamiento y aproximadamente un millón de colonos. Netanyahu aprobó en 2024 la mayor incautación de tierra palestina en tres décadas y arma a los colonos para que se apoderen del territorio a un ritmo nunca visto. Este mes anunció que el ejército sionista permanecerá en Yenin.
A pesar de los términos del acuerdo de paz, Israel no se ha replegado del sur del Líbano, lo que significa que sus 15.000 soldados ocupan el 25% del país. En el mapa de Medio Oriente, que Netanyahu mostró a la Asamblea General de Naciones Unidas en 2024, no existían territorios palestinos. La segunda parte del acuerdo de intercambio de rehenes por prisioneros palestinos y el retiro del ejército sionista de Gaza, ha sido suspendido, como preveía una mayoría de observadores. Trump y Netanyahu están rediseñando el Medio Oriente.
Según los asesores de Trump, solo un puñado de miembros del círculo íntimo conocía el plan y altos funcionarios de Defensa dijeron que se enteraron durante la declaración pública del presidente. «Nadie sabe lo que está pasando», aseguró un funcionario al Wall Street Journal.
El primer ministro saudí Mohamed bin Salmán rechazó sin matices el traslado de la población gazatí y exigió que Israel reconozca al Estado palestino y privilegie la tregua en la Franja. La salida de los “dos Estados” ya se encontraba muerta antes de la masacre sionista. La oposición a la Riviera de Gaza, sobre la base de dos Estados, es una estafa. El rechazo de un conjunto de potencias a la transferencia de población y a la toma de la Franja por parte de Estados Unidos, no tiene una contrapartida digna de ese nombre. El destino de Palestina lo determinará una guerra mundial, o la insurgencia internacional de masas contra el Estado sionista. Trump y Netanyahu se ha complotado para producir un cambio de régimen en Irán.
Egipto, Jordania y otros aliados de EE.UU. también advirtieron a Trump que “reubicar” a los palestinos amenazaría la estabilidad de Oriente Medio y “socavaría el impulso de décadas de EE.UU. y sus aliados para una solución de dos Estados”. La estabilidad en cuestión ha dejado de existir por completo, lo mismo que la salida bi-estatal.
El Partido Demócrata de EE.UU. ha adoptado también el lenguaje opositor, como si durante su gobierno Biden no hubiera preparado el terreno, armando el brazo del exterminio con la entrega de “un arsenal de armas destructoras de ciudades” incluidas al menos 10.000 bombas de 907 kg que devastaron manzanas enteras. Trump ha asegurado a Netanyahu que el gobierno norteamericano proveerá a Israel bombas de mayor tonelaje aún.
El Wall Street Journal, el diario que controla el multimillonario Rupert Murdoch e hizo campaña por Trump, opinó que la idea de “tomar el control de Gaza divide a la base de MAGA”, es decir al trumpismo. No podría ser de otro modo, cuando no se han creado las condiciones internacionales que habilitaron al hitlerismo a hacer lo mismo con millones de judíos.
Para que el plan funcione, dice WSJ, “Trump tendría que persuadir a los países vecinos que se resisten a acoger a los dos millones de palestinos de Gaza, sacar a esas personas de su hogar, enviar potencialmente fuerzas o contratistas estadounidenses para destruir municiones sin explotar y edificios en estado de derrumbe, atraer a empresas para nivelar y construir en Gaza cuando su seguridad no esté garantizada”. El diario ya está evaluando la posibilidad del asunto.
El senador republicano Lindsey Graham le bajó el precio al planteo de Trump: “el enfoque, dijo, será muy problemático» “Sugeriría agregó, que volvamos a lo que hemos estado tratando de hacer, que es destruir a Hamás y encontrar una manera para que el mundo árabe se haga cargo de Gaza y Cisjordania, de una manera que conduzca a un Estado palestino con el que Israel pueda convivir». Más guerra, más escombros, más muertos para tener un ‘Estado palestino’.
Así las cosas, la vocera del gobierno, Karoline Leavitt, dijo el miércoles que los contribuyentes no tendrían que cubrir el costo de desarrollar Gaza, que la “reubicación de los palestinos sería temporaria” y que “no se enviarían tropas estadounidenses a la región”.
El Secretario de Estado y portavoz de Donald Trump, Marco Rubio, describió la propuesta como una oferta «muy generosa» solo para ayudar en la retirada de escombros y la reconstrucción, “sin que Estados Unido aporte un solo dólar” (“mientras tanto es obvio que la gente tendrá que vivir en algún sitio”). La ‘limpieza étnica’ está a la orden del día.
En una reunión con Netanyahu en el Pentágono, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, declaró que el ejército está «preparado para estudiar todas las opciones» para la reconstrucción de Gaza, aunque voceros del Estado Mayor Conjunto y del Comando Central, responsable de las operaciones militares en Oriente Medio, “aún no han recibido una solicitud formal para redactar un plan para enviar tropas a Gaza”.
Rubio insistió en que la postura de Trump «no pretendía ser una medida hostil» sino las tareas de reconstrucción “para que la gente pueda volver a entrar”.
El ministro de Defensa Israel Katz ya ordenó al ejército los preparativos para facilitar la emigración de un gran número de palestinos de Gaza a través de cruces terrestres, así como mediante “arreglos especiales para la salida por mar y aire”. La orientación general del imperialismo es la expulsión, el exterminio. Un plan largamente preparado; lo divulgó, hace un año, Jared Kuchner, el yerno de Trump.
Con el verso de ‘terminar con las guerras’, Trump las eleva a una nueva etapa en el marco de una guerra imperialista en todos los terrenos.
Olga Cristóbal
06/02/2025
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