miércoles, febrero 12, 2025

La guerra comercial de Trump y su impacto en Argentina


El presidente norteamericano ordenó la imposición de nuevos aranceles del 25% sobre todas las importaciones de acero y aluminio en Estados Unidos. 

 Donald Trump acaba de ordenar la imposición de nuevos aranceles del 25% sobre todas las importaciones de acero y aluminio en Estados Unidos. Mal que le pese a Javier Milei, que es un fanático del magnate, en Argentina la medida impactará sobre las exportaciones de grandes empresas siderúrgicas como Aluar, Acindar, Ternium y Tenaris perjudicando a la economía tomada de conjunto. 
 La política de Trump afectará la exportación de productos argentinos –por unos 600 millones de dólares anuales– y supone un golpe contra la competitividad de las empresas que los venden. Aluar, que pertenece a Madanes Quintanilla, destina aproximadamente el 40% de su producción a Estados Unidos; Tenaris, del Grupo Techint, también envía productos al gigante del norte. Lo mencionado se combina con otros problemas que afrontan los patrones argentinos, como el dólar barato, el “atraso cambiario” y la reciente flexibilización del régimen antidumping –que beneficia fundamentalmente a China– dispuesta por el gobierno libertario. 
 Una retracción de la actividad podría afectar la producción local y perjudicar también a las pequeñas y medianas empresas vinculadas a las grandes compañías. Los capitalistas probablemente se valgan de todo esto para reforzar las presiones por reventar los convenios colectivos de trabajo e ir por una devaluación para abaratar la fuerza de trabajo, proteger la industria local y competir en mejores términos en el mercado internacional. También podrían avanzar en más despidos, recortes y suspensiones como ya ocurrió en Acindar, Tenaris y Aluar. Son todas políticas de ataque contra los trabajadores. 
 Argentina tiene déficit comercial con Estados Unidos (importa más de lo que exporta); y la medida del gobierno norteamericano no hará más que agravarlo y reforzar la explotación imperialista del país. En este marco, Milei viajará por novena vez a Estados Unidos y tratará de negociar el prometido tratado de libre comercio con Washington y el nuevo acuerdo con el FMI. Algunos han planteado que tendría que aprovechar para negociar con el gobierno norteamericano una revisión de la medida, como ocurrió en 2018 cuando Trump habilitó un cupo de exportaciones sin aranceles. 

 Cimbronazo 

Los mercados financieros no recibieron con mucho agrado el anuncio de Trump y las acciones de muchas acereras del mundo comenzaron a caer. En este contexto, por otro lado, el dólar se fortaleció y el precio del acero se disparó un 6% en el mercado de Chicago. Las contradicciones de la economía mundial no tardaron ni un segundo en recrudecer. 
 Trump busca revertir el declive de Estados Unidos como potencia hegemónica a través de la guerra comercial y de la guerra en sí. Con sus últimas medidas apunta principalmente a asestarle un golpe a China, su archienemigo, que está inundando el mercado global de acero barato. Ya había aplicado aranceles del 10% contra el gigante asiático, que reaccionó implementando tarifas a productos que importa desde Estados Unidos, iniciando una investigación antimonopolio contra Google e imponiendo sanciones a empresas norteamericanas.
 Desde la Casa Blanca también anunciaron aranceles recíprocos y posibles gravámenes a la importación de semiconductores, productos farmacéuticos, petróleo y gas. Trump viene de congelar hasta el próximo mes otros aranceles contra México y Canadá; a cambio, estos fortificaron el control de las fronteras.
 En la Unión Europea, por su parte, se está debatiendo cómo responder a los embates trumpistas. Hay algunos sectores que quieren ir hacia un choque frontal y otros que promueven una política de contemporización. El magnate, con todo, pretende someter a los países europeos y hacer primar los intereses del gran capital estadounidense.
 Entretanto siguen su curso las guerras imperialistas en Ucrania y en Medio Oriente, y no hay salidas a la vista. Se viene una agudización de la crisis capitalista y Argentina es un eslabón débil en el marco de la disputa de los capitalistas por el reparto del mundo. 
 Rechazamos tanto el fortalecimiento como la devaluación del peso, dos salidas capitalistas que implican pasarle la factura de la crisis a la clase trabajadora. Los trabajadores tenemos que salir a luchar por lo nuestro y enarbolar un programa propio que incluya el desconocimiento de la deuda externa, la ruptura con el FMI y la nacionalización bajo control obrero de la banca, el comercio exterior y la industria toda. 

 Nazareno Suozzi

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