I Parte: La economía mundial
Lenin explicó que la política es economía concentrada. La inestabilidad general encuentra su expresión en las bolsas mundiales, el nerviosismo de los inversores se manifiesta en crisis periódicas de los mercados bursátiles.
La economía norteamericana todavía es la principal fuerza motriz de la economía mundial. Se recuperó tras el colapso de la burbuja bursátil de 2000, pero los economistas anuncian ahora un crecimiento más lento, o incluso una recesión. Por ahora, la economía estadounidense ha evitado una recesión pero sí existe una desaceleración de su crecimiento. En el primer trimestre sólo creció un 0,6 por ciento.
El 29 de junio, The Economist, publicaba lo siguiente: "Existen muchos signos amenazadores. El mercado inmobiliario, desde hace tiempo el principal sostén del boom económico de EEUU, comienza a flojear. Los impagos en el mercado de préstamos de alto riesgo crecieron incluso más allá de lo inquietante. La inflación subyacente, que excluye la alimentación y la energía, no se ha estabilizado exactamente: los precios del consumo subieron un 2,2 por ciento en mayo. Esta situación, unida a un tibio crecimiento del PIB, están provocando nerviosismo entre los consumidores".
Los inversores están preocupados, entre otras cosas, por el aumento de los tipos de interés, un proceso que también va asociado con el pico máximo de un boom. Sin embargo, es imposible ser precisos sobre el ritmo del ciclo económico. Todo lo que podemos decir es que una recesión en EEUU es algo inevitable. La economía no es una ciencia exacta, la economía capitalista es un sistema caótico y es imposible hacer predicciones exactas.
Entre los economistas burgueses hay mucha perplejidad y emiten ideas contradictorias sobre la situación. En un momento hablan de deflación, después manifiestan el peligro de la inflación. El resurgimiento de la inflación es una realidad en los países principales. Se trata de un fenómeno típico asociado al pico de un boom, junto con un aumento abrupto de los beneficios y también de los salarios. En el ciclo actual, sólo ha desaparecido el último de los aspectos.
La deuda de las familias
Es verdad que durante los últimos veinte años no se ha producido una recesión severa, sino dos relativamente suaves. Esta es una de las partes del problema que tiene la burguesía. El error de los economistas burgueses es que asumen que las tendencias observadas en el período pasado se pueden proyectar en el futuro. No han aprendido nada de esta verdad elemental: que en economía el pasado no es una guía para el futuro. Se han tranquilizado con un falso sentimiento de seguridad, imaginan que una recesión mundial está fuera de cuestión, pero esa idea está totalmente equivocada.
Durante los últimos quince años, la inflación ha estado relativamente estable. Esta situación se ha debido a una combinación de circunstancias, en primer lugar, la propia globalización, que ejerce una presión descendente sobre los salarios y los precios. Como resultado de ello, los capitalistas y los economistas han permanecido indiferentes ante la inflación, los bancos centrales han permitido una política monetaria muy laxa, acumulando problemas para el futuro en forma de una burbuja crediticia. En el futuro, se verán las consecuencias y veremos una crisis global de sobreproducción agravada por una contracción profunda del crédito y el colapso de los precios inmobiliarios y bursátiles.
El consumo en EEUU ha estimulado el crecimiento del PIB, pero a costa de una tasa de ahorro personal negativa, un crecimiento cargado sobre la deuda familiar y un enorme déficit por cuenta corriente. Incluso cuando el mercado inmobiliario ya se desacelera, los estadounidenses todavía siguen gastando, esta situación es insostenible.
Por ahora, sin embargo, los capitalistas y sus economistas favoritos están actuando como una banda de borrachos en una fiesta salvaje: se lo están pasando muy bien y en su estado etílico imaginan que la fiesta durará eternamente, este tipo de personas invariablemente se levantarán con una mala resaca. Hace diez años, Alan Greenspan avisó contra la "exuberancia irracional" de los mercados, pero después los estimuló arrojando un poco de exuberancia irracional de su propia cosecha.
En el último período, la burguesía se ha despojado de todo tipo de cautela. Han actuado de manera irresponsable desde el punto de vista capitalista. Los Republicanos solían ser el partido de los presupuestos equilibrados, un dólar fuerte y finanzas públicas saneadas. Ya no es así, ahora presiden el boom del consumo, la caída del dólar y déficits enormes. Cuando George W. Bush llegó al cargo, el gasto gubernamental era del 18,5 por ciento del PIB, en 2006 era un 20,3 por ciento.
La mayor parte ha sido gasto discrecional, y los gastos militares han supuesto un tercio del mismo. Después ha habido regalos suntuosos a los campesinos norteamericanos que se han pagado del Medicare y de la seguridad social. Toda esta situación ha creado un déficit estructural y se dejará sentir sobre las futuras generaciones de norteamericanos que padecerán la enorme carga de la deuda. También socava los mecanismos que solía utilizar la burguesía en el pasado para salir de la recesión.
El lugar de EEUU en el mundo
EEUU es todavía la economía más fuerte del mundo. Por tanto, una recesión allí tendrá efectos importantes en todas partes. Es verdad que EEUU ha perdido algo de terreno con relación a otros países, cuando solía ser el mayor exportador del mundo. Primero fue superado por Alemania y ahora ha sido superado por China, cuyo nivel de exportación de mercancías superó al de EEUU en la segunda mitad del año pasado.
El dólar está perdiendo su posición dominante en las finanzas globales. Ahora hay más billetes y monedas de euro en circulación que dólares. En el mercado internacional de bonos, el euro ha desplazado al dólar como moneda principal. Y, de acuerdo con el Financial Times, la capitalización de mercado de Wall Street ha sido eclipsada por Europa (incluyendo Rusia).
La mayor empresa del mundo todavía es norteamericana, según la revista Fortune, se trata de Exxon Mobil que ocupaba la primera posición en 2006. En realidad, Saudi Aramco, aunque no está en la lista, tiene unos ingresos mayores. Toyota está a punto de superar a General Motors como la mayor empresa automovilística del mundo. En 2006, por primera vez, China superó a EEUU en la producción de autos. La empresa japonesa Toyota producirá pronto más autos que GM, y lo más importante, China está creciendo tres veces más rápido que EEUU.
Estos datos han llevado a muchos a pronosticar que EEUU será superado por China. Goldman Sachs predice que el PIB chino (a las tasas de cambio del mercado) superará al estadounidense en 2017. En cuanto a la paridad del poder adquisitivo con EEUU, algunos auguran que China lo conseguirá sólo dentro de cuatro años. Sin embargo, estos pronósticos carecen de cualquier base científica. Lo mismo se decía de Japón antes de que su economía colapsara y tardara veinte años en recuperarse.
Mucho antes de que China supere a EEUU, su economía experimentará una crisis seria, como ocurrió con Japón. Las ingentes inversiones en manufactura, no las puede absorber el mercado interior de China (aunque también se ha expandido rápidamente). China se encamina hacia una crisis clásica de sobreproducción en el próximo período y preparará acontecimientos explosivos en este país.
En la actualidad, China es el único país importante que realmente se está desarrollando. Pero esta situación también fortalece al poderoso proletariado chino. Una recesión en EEUU, o incluso una desaceleración prolongada, precipitará la recesión en China y tendrá repercusiones en Asia y a escala global.
¿Puede Asia salvar al mundo?
Algunos economistas burgueses se consuelan con la esperanza de que la recuperación del crecimiento económico en Europa, China y Japón contrarreste los efectos de la crisis en EEUU. Pero China depende del mercado norteamericano y el resto de Asia depende de China. De este modo, en última instancia, todo el mundo depende del boom del consumo en EEUU. Esta situación es insostenible. Frente a la perspectiva de una crisis en EEUU, los economistas intentan poner una nota de optimismo diciendo que una recesión de la economía norteamericana podría compensarse con el crecimiento de la demanda en Asia de donde, según algunas estimaciones, procede más de la mitad del crecimiento mundial desde 2001.
Sin embargo, pasan por alto el hecho de que el crecimiento de Asia se ha basado, en gran parte, en las exportaciones a EEUU, mientras que la demanda interna en la región ha ido por detrás. Asia tiene un superávit por cuenta corriente combinado que supera los 400.000 millones de dólares, lo que indica que está contribuyendo mucho más a la oferta mundial que a la demanda. Si la demanda de EEUU cae, el crecimiento de las exportaciones y la producción de Asia se desacelerarán profundamente y esto, a su vez, afectará seriamente a China.
Las exportaciones suponen el 40 por ciento del PIB de China, aunque últimamente el crecimiento del PIB chino ha venido principalmente de la demanda interna, que ha crecido a un ritmo anual del 9 por ciento durante los últimos años. El gasto real del consumidor en China ha crecido a un ritmo anual medio del 10 por ciento durante la última década, el más rápido del mundo.
Es verdad que la economía japonesa se está recuperando. Los grandes manufactureros japoneses ahora cuentan con una capacidad de producción insuficiente por primera vez desde 1991, y planean aumentar el gasto de capital un 17 por ciento hasta marzo. Aunque EEUU sólo adquiere el 23 por ciento de las exportaciones de Japón, una cifra muy inferior a casi el 40 por ciento de finales de los años ochenta, este dato subestima el riesgo de Japón. Las empresas japonesas (como las de Corea del Sur y Taiwán) envían muchos componentes a China para el ensamblaje de mercancías, que después son exportadas a EEUU como productos acabados. Pero además, si la economía norteamericana se hunde arrastrará tras de sí al dólar, lo que metería más presión a los exportadores asiáticos.
Además, Japón tienen una masiva deuda pública y, por tanto, no está en posición de "gastar su manera de salir de la crisis" mediante la financiación de su déficit público. Taiwán, donde la demanda interior es débil, también está limitado por un enorme déficit presupuestario.
Por lo tanto, no hay bases sólidas para creer que las economías asiáticas puedan "desconectarse" de una caída estadounidense. Aunque las exportaciones chinas a EEUU han caído del 34 por ciento de sus exportaciones totales en 1999 al 25 por ciento actual (ajustando las reexportaciones que se hacen a través de Hong Kong), una caída brusca de la demanda en EEUU aún tendría serias consecuencias para China.
Un crecimiento más lento de EEUU afectará a China, India y Japón, pero también golpeará a otras economías asiáticas más pequeñas, como Singapur, Taiwán y Hong Kong, que dependen más de la demanda externa y se verán aún más afectadas. Toda Asia está interrelacionada y el crack de 1997 demostró una vez más que cuando la crisis comience, ésta saltará de un país a otro.
El dominio del mercado mundial
La idea de que se puede compartimentar la economía mundial y por tanto que una recesión en EEUU no tendrá efectos importantes, es absurda. Los economistas burgueses que defienden esta tesis, contradicen todo lo que escribieron ayer sobre el tema de la globalización. En realidad, la economía mundial hoy es más interdependiente que nunca. El orden económico internacional es muy frágil, la cadena de producción capitalista se puede interrumpir en cualquier eslabón y un factor, inevitablemente, afectará a los demás, esa es la razón del nerviosismo actual en los mercados mundiales.
La próxima crisis podría comenzar en EEUU o China. Podría precipitarse por una crisis bursátil o un aumento repentino de los precios del petróleo motivado por los acontecimientos en Oriente Medio. Cuando se llegue al punto crítico, todo el proceso se volverá en su contrario. Llegados a este punto, todos los factores que provocaron el auge se convertirá en su opuesto. El crédito masivo que ha impregnado la economía norteamericana para prolongar el boom del consumo, se convertirá en una carga enorme e insostenible, arrastrando tras de sí a la economía. Una vez más, cuando comience la espiral descendente no habrá quien la detenga.
Hace diez años, el 2 de julio de 1997, el banco central de Tailandia hizo fluctuar su moneda, el baht, después de su caída para proteger la moneda de un ataque especulativo. El movimiento desencadenó el colapso financiero y económico que rápidamente se extendió a otras economías de la región, provocando una caída profunda del crecimiento del PIB, bancarrotas empresariales y despidos de masas. Eso precipitó la crisis financiera asiática de 1997-1998, que más tarde afectó a países como Polonia, Turquía, Brasil y Argentina. Ahora se felicitan por haber salido de esa crisis pero pueden fácilmente repetirla a una escala mucho mayor.
Burbuja especulativa
En cada boom capitalista siempre hay un elemento de especulación, pero en el actual, el elemento especulativo sobrepasa lo visto hasta ahora. Las empresas de capital de riesgo privado están participando en una orgía especulativa de adquisiciones que no buscan ninguna actividad productiva sino cierres, despidos y desmantelar la industria en interés del beneficio.
Las sumas gastadas en adquisiciones por apalancamiento son enormes. 32.600 millones en efectivo y la transferencia de 15.900 millones de dólares en deuda. Bell Canada Enterprises (BCE), propietario de la empresa telefónica más grande de Canadá, ha decidido comprar un fondo de pensiones de Ontario y dos empresas de capital de riesgo privado. Si se completaran, la compra no sólo sería la mayor de la historia de Canadá sino la mayor adquisición por apalancamiento de toda la historia en general. Esta noticia hace palidecer las noticias en Gran Bretaña de que una empresa de capital de riesgo privado podría comprar Virgin Media, una emisora de televisión por internet y un grupo telefónico, por "sólo" 11.000 millones de dólares.
Los fondos de inversión consiguieron mucho dinero en 2007. El índice FTSE World de Wall Street subió un 8,7 por ciento en términos de dólar durante los primeros seis meses del año. Los mercados bursátiles principales (EEUU, Gran Bretaña, Europa y Japón), todos producían unos resultados similares. Pero ahora la situación ha cambiado, existe un enorme nerviosismo y volatilidad.
Una tendencia relacionada que se ha evidenciado recientemente ha sido la debilidad de los activos inmobiliarios. Japón fue uno de los mercados más afectados con su índice J-REIT (fondo de inversión inmobiliaria) cayendo un 12 por ciento sólo en junio. Los inversores están preocupados ante la posibilidad de los préstamos riesgosos en el sector bancario, pero la cuestión principal es la economía norteamericana.
La debilidad de la economía norteamericana
La burguesía estadounidense, en su búsqueda despiadada del beneficio a corto plazo a costa de la estabilidad a largo plazo, ha creado el mayor boom especulativo de la historia. Es verdad que la economía norteamericana ha disfrutado del ritmo de crecimiento más rápido del mundo desarrollado. Pero sólo refleja el lento crecimiento en otras partes, sobre todo en Europa y Japón. La economía norteamericana ha conseguido así evitar una recesión, pero ahora está desacelerándose. La economía creció a un ritmo anual del 0,6 por ciento en el primer trimestre de 2007, menos de la mitad de la estimación inicial. Los precios inmobiliarios aún siguen aumentando, aunque es el trimestre más bajo de los últimos diez años, según datos de la Office of Federal Housing Enterprise Oversight.
EEUU podría haber perdido el liderazgo en muchos terrenos, pero todavía es el líder mundial en uno: en las deudas. Las deudas de las familias, del gobierno y de las empresas han alcanzado cifras récord en el último período. En realidad, la economía estadounidense está desafiando las leyes de la gravedad económica, tiene déficits serios a muchos niveles. Hay un nuevo boom especulativo en los precios inmobiliarios, a su vez éste ha mantenido el boom del consumo. Pidiendo más dinero prestado gracias a las hipotecas de sus viviendas, las familias han sido capaces de consumir más de lo que ganan. A pesar de las palabras tranquilizadoras de George W. Bush, la situación no es en absoluto sólida. Se basa en una deuda y un déficit enormes y, como todo el mundo sabe, la deuda hay que devolverla.
Los consumidores han conseguido financiar su estilo de vida gracias al préstamo. Como explicaba Marx, el crédito expande el mercado más allá de sus límites naturales. Pero esta situación es pan para hoy y hambre para mañana. Finalmente, provocará una crisis global de sobreproducción. Los tipos de interés más altos ya están encareciendo demasiado el crédito, la relativa debilidad de los préstamos al consumidor está haciendo que los inversores se muevan hacia mercancías como los metales, que antes estaban considerados como "pasados de moda".
Durante los últimos años, el boom del sector inmobiliario contribuyó enormemente al crecimiento de la economía, pero ahora se está desacelerando. Los consumidores ya no pueden utilizar su casa para sostener el gasto y los beneficios generados por la hipoteca de su propiedad han desaparecido. El gobierno calcula que la caída inmobiliaria redujo casi un 1% el PIB en el primer trimestre de 2007.
Una desaceleración del mercado inmobiliario tendrá un efecto en la montaña de deudas e instrumentos relacionados con la deuda que se han utilizado para financiar el boom, la enorme especulación llegará un momento en que terminará. The Economist (29/6/07) decía: "El aspecto más aterrador de los problemas de los dos fondos de alto riesgo dirigidos por Bear Stearns, ambos muy expuestos en el mercado de los préstamos hipotecarios de alto riesgo (subprime), no era que un gran banco se hundiera en activos arriesgados, sino que era la revelación de lo poco que la gente sabe sobre los riesgos que implica. El mercado estaba tan apalancado, los instrumentos eran tan complicados, que nadie parecía comprender lo que ocurriría si todo comenzaba a desenmarañarse".
Esta perplejidad y ansiedad crecientes de la burguesía son significativas. Se adentran en aguas desconocidas. En algún momento es inevitable la caída y cuando ésta llega, dialécticamente, todos los elementos que favorecieron el auge se convierten en su contrario. Durante los últimos veinte años, sólo ha habido dos recesiones tímidas, pero en la economía el pasado no es una guía para el futuro. Los economistas burgueses han intentado tranquilizarse con un falso sentido de seguridad por su tendencia a extrapolar tendencias pasadas, cuando llegue, la próxima recesión global es probable que sea severa.
La economía norteamericana es como el personaje de una película de viñetas animadas, que corre al borde de un precipicio y se mantiene corriendo en el vacío hasta que, de repente, observa que no hay nada que lo sostenga, llegado ese momento, se hunde. ¿Qué la sostiene? Las cantidades colosales de capital extranjero que llegan a EEUU para financiar estas deudas. Si cualquier otro país tuviera esas cifras, el FMI lo obligaría a recortes profundos y a introducir una política de austeridad. Pero no es cualquier país, es EEUU, ¡y EEUU es el FMI!
Este dinero extranjero es lo único que lo mantiene en pie. Ahora el dólar cae y continuará cayendo. De facto, se trata de una devaluación y es una medida proteccionista que perjudica a otros países (hace sus importaciones más caras y las exportaciones estadounidenses relativamente más baratas). Esta política tendrá efectos adversos en Europa y Asia, cuyas exportaciones a EEUU se reducirán. Pero no resolverá los problemas de EEUU. Para que realmente fuera eficaz, el dólar tendría que caer mucho más. Además, la devaluación finalmente se reflejará en precios más altos en EEUU y un nuevo aumento de los tipos de interés, amenazando con una crisis o una recesión.
El dinero que afluye a EEUU puede salir tan rápido como entró, como ocurrió en Asia en 1997. Están presentes todos los factores para una crisis seria, que agravará las enormes distorsiones del sistema: excesivo crédito, deuda, etc. Estas distorsiones no son la causa de la crisis, por supuesto, la causa es la misma que en la época de Marx, y él explicó muy claramente que la causa final de todas las crisis capitalistas reales es la sobreproducción, como veremos en China. Pero al intentar eludir una recesión con la expansión artificial del mercado mediante el crédito, simplemente posponen el resultado y la situación será peor cuando finalmente llegue la recesión.
Un boom a costa de los trabajadores
Una de las peculiaridades del boom actual es que los salarios en todos los países apenas han subido. La proporción de la renta nacional dedicada a los salarios ha alcanzado bajos niveles récord en todas partes, mientras que la parte dedicada a los beneficios está en elevados niveles récord. Estas noticias son muy buenas para los capitalistas, pero ¡no tanto para los trabajadores! En todas partes, cada vez aumenta más la desigualdad, y la concentración de capital alcanza niveles sin precedentes. Finalmente, sin embargo, la demanda se verá afectada por ese escenario.
Algunos hablan mucho de la tendencia a la caída de la tasa de beneficios, pero sólo se trata de eso, una tendencia, no es una ley absoluta como la ley de la gravedad, no se aplica a todas las circunstancias. En el tercer volumen de El Capital, Marx explicaba que hay factores compensatorios que pueden contrarrestar la caída de la tasa de beneficios durante un período, entre ellos está el aumento de la participación en el comercio mundial, y debemos tenerlos en cuenta.
En el último período hemos presenciado una expansión colosal del mercado mundial y un aumento enorme de la división mundial del trabajo. No cabe duda de que si dos mil millones de personas entran en la economía capitalista mundial, como ha ocurrido en las dos décadas pasadas, esto debe tener un efecto. La entrada de China, India, Europa del Este y Rusia en la economía capitalista mundial significa nuevos mercados y sectores de inversión muy rentables para la inversión de los capitalistas. Sin duda, esto les ha proporcionado el oxígeno que les han mantenido en pie durante el último período.
También ha tenido efectos importantes. El surgimiento de una mano de obra inmensa y nueva basada en salarios muy bajos ha ejercido en todas partes una presión descendente sobre los salarios. Hay una enorme presión para mantener los salarios bajos mientras se aumenta despiadadamente la plusvalía absoluta y la relativa, prolongando las horas de trabajo y aumentando la intensidad del trabajo, esto ha aumentado la parte de los beneficios a costa del trabajador. Se ha producido un enorme aumento de la explotación en todos los países, pero también está llegando a sus límites.
El otro efecto ha sido el abaratamiento general de las mercancías: otro de los elementos compensatorios de la tendencia a la caída de la tasa de beneficio subrayada por Marx. Este tiene el efecto de aumentar los beneficios pero también, en un efecto menor, beneficia a los trabajadores. El trabajador medio ahora puede comprar productos de alta tecnología que antes ni podía soñar: pantallas de televisión grandes, DVD, coches, teléfonos móviles, todo ha visto caer sus precios, que son accesibles para muchas personas (aunque a crédito). Este abaratamiento de las mercancías también ayuda a mantener los salarios bajo control. Pero esta situación no puede durar para siempre. Según avanza el ciclo, la inflación y los tipos de interés tienden a aumentar: hipotecas, alquileres, devoluciones de los intereses, combustible, impuestos indirectos, etc., reduciendo los salarios, creando las condiciones para una recuperación de la lucha económica.
En el último período hemos visto oleadas de huelgas y huelgas generales en Francia, Italia, Grecia, Bélgica, Canadá, Islandia, Perú, Sudáfrica, Nigeria, Egipto e Israel. Incluso en Suiza los trabajadores preparan acciones este próximo otoño. Este es un anticipo de los acontecimientos que veremos en un país tras otro en el futuro.
¿Estos factores han tenido un efecto? Sí, por supuesto que lo han tenido. Han prolongado el boom y amortiguado las recesiones durante los últimos veinte años. Pero ¿ha solucionado los problemas fundamentales del capitalismo? La respuesta enérgica es no. Marx explicó que con la expansión del crédito y la participación en los mercados mundiales, todos lo que conseguían los capitalistas era retrasar la recesión a costa de producir crisis aún más grandes en el futuro.
La burguesía está preparando el camino para una crisis masiva a escala global. Pero es imposible predecir cuando ocurrirá. Lo que sí podemos decir es que la masiva especulación que se ha producido en todos los países garantizará que cuando ésta llegue será algo muy serio. La burbuja inmobiliaria es el mayor boom especulativo de la historia, mucho mayor que el que precedió al crack de 1929.
Todo indica que el entusiasmo de los extranjeros por los activos norteamericanos está enfriándose. El costo de la guerra en Iraq es ruinoso, unos dos mil millones de dólares semanales. La consigna de la administración actual es la de Goehring: "armas en lugar de manteca". La única solución será hacer más recortes. Como no se puede tocar el presupuesto militar, los recortes vendrán de cosas como las pensiones y la sanidad. La respuesta entusiasta ante la última película de Michael Moore (Sicko) demuestra que esta política encontrará resistencia. Se ha preparado el escenario para un conflicto social importante en EEUU y en los demás países.
En EEUU se están acumulando todos los elementos para una crisis social seria, la gente está furiosa. Tenemos tendencia a dar muchos datos pero, algunas veces, se puede aprender más de una anécdota. La última película de Michael Moore, Sicko, ha tenido un impacto importante en EEUU. Cuando fue proyectada en un cine de Texas, la audiencia quedó tan conmovida que después improvisaron una reunión a iniciativa de un afro-americano que insistía: "debemos hacer algo".
Se está preparando una reacción tremenda contra toda esta situación. Algunas de las regiones más atrasadas pueden ser las primeras en unirse al movimiento revolucionario. La Biblia dice: "los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos". En el último período ha habido un movimiento de la industria en EEUU, desde el noreste, al sur y al oeste, muchas zonas antes atrasadas y reaccionarias se han industrializado y sindicalizado. Y pueden radicalizarse muy rápidamente porque son capas de la clase obrera nuevas y frescas.
La situación mundial, en la actualidad, no es una imagen bonita y tranquila. Todo lo contrario, en todas partes existe una situación explosiva. Se abrirán grandes posibilidades para las ideas del marxismo en todo el mundo. Podemos avanzar con confianza sobre la base de nuestras ideas que han demostrado, una y otra vez, ser correctas. Debemos seguir adelante con un sentido de urgencia, plena confianza en las ideas del marxismo, en la clase obrera, en la internacional y en nosotros mismos.
Alan Woods
Barcelona, 24 de julio de 2007
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