Hay tantas cosas tergiversadas en esta historia que resulta difícil saber por dónde empezar, así que empezaremos por el reciente titular de El Nuevo Herald, la versión en español del Miami Herald, que reza así: "Disidente cubana dice que el gobierno acosa y no permite defensa".
Aparte del hecho sorprendente de que a la mujer cubana en cuestión, Martha Beatriz Roque, se le brinde gratis la plataforma de un importantes diario usamericano para que se defienda… y no lo haga –lo cual es algo que nunca se les ofrece a los acosados por el gobierno de USA–, emitiré aquí una hipótesis al azar: supongo que si el gobierno cubano tampoco la invitó a que apareciese en el programa televisivo de política “Mesa Redonda”, en el que se revelaron sus avariciosos mensajes electrónicos exigiendo el pago por los servicios prestados, quizá fuese para evitar que los televidentes la lincharan. Porque Martha no recibe dinero de un cualquiera, sino de alguien muy siniestro: Santiago Álvarez, el benefactor de Luís Posada Carriles, autor material de la voladura de un avión de pasajeros cubano en 1976, en la cual murieron las 73 personas que iban a bordo.
Álvarez, lo recordará el lector, fue quien hizo pasar ilegalmente al anciano terrorista Posada Carriles desde México a USA escondido en su barco, el Santrina, delito por el cual aún no ha sido enjuiciado, ya que el gobierno está dándole tirones de orejas por su extraña colección de armas, que incluye “ametralladoras, rifles, explosivos C-4, dinamita, detonadores, un lanzagranadas y munición”, según señala el Miami Herald.
Fidel Castro fue el primero en denunciar que Posada Carriles había llegado en el Santrina, no en un bus por la frontera de Texas como alegó el propio terrorista, pero a pesar de ello la prensa usamericana siguió insistiendo durante mucho tiempo en el cuento del bus. La patraña dio resultado, pues al final fue lo que el gobierno utilizó para acusar y sentenciar a Posada Carriles a una mínima pena, en vez de plegarse al Derecho Internacional y extraditarlo a Venezuela para que allí lo juzgasen por la voladura del avión en 1976.
Cuando Martha no pedía dólares (o euros) por teléfono para sí misma y para otros, se dedicaba a escribirle al juez que supervisa la acusación fiscal de Álvarez, lo cual podría haber funcionado de no ser porque la carta se perdió en la Sección de Intereses de USA en La Habana (USINT). Martha comprendió las consecuencias y le escribió a Carmen Machado, su confidente de Miami e intermediaria con los terroristas: “Es un problema grave, pues la Seguridad seguro que saca el papel original por la mesa redonda, o un libro, o quizás me vuelvan a juzgar por ello, pues nunca ha habido pruebas contra mí a pesar de los años que he cumplido. Quería que lo supieras y que se lo contaras a mi amigo, del que yo también estoy orgullosa.”
Martha no es la única que acepta dinero de gente tan despreciable. Las “Damas de Blanco” –que son una creación del servicio de relaciones públicas del gobierno usamericano– también aceptan dinero terrorista. Se trata de las esposas cubanas de los denominados disidentes, que se manifiestan vestidas de blanco y con un pañuelo de ese color en la cabeza, en una cínica apropiación de la memoria de las argentinas Madres de la Plaza de Mayo, que exigen el retorno de sus hijos, desaparecidos durante la dictadura militar que apoyó el gobierno de USA.
Los genios de las relaciones públicas que se inventaron a las “Damas de Blanco” han tenido en cuenta la docilidad de la prensa y la limitada capacidad de recuerdo de la gente, excepción hecha de Hebe de Bonafini, una auténtica Madre de la Plaza de Mayo, que respondió con toda franqueza al insulto en una entrevista que le hizo Salim Lamrani en 2005:
Lamrani: Las autoridades cubanas arrestaron y condenaron a severas penas de prisión a varias personas que la prensa internacional califica de “disidentes”, por haber colaborado con la aplicación de las sanciones económicas contra Cuba y por recibir emolumentos de Estados Unidos. La prensa francesa muchas veces ha hecho alusión a las “Damas en Blanco”, familiares de estos “disidentes”, que efectúan marchas en La Habana para pedir la liberación de los suyos. Varios periódicos se han referido a estas personas calificándolas de las “madres de la Plaza de Mayo cubanas”. ¿Qué piensa Hebe de Bonafini, la presidenta de la asociación de las Madres de la Plaza de Mayo?
De Bonafini: Primero, déjeme decirle que la Plaza de Mayo está en Argentina y en ninguna otra parte. Nuestro pañuelo blanco simboliza la vida mientras que estas mujeres de las que usted me habla representan la muerte. Ésta es la diferencia más importante y más sustancial que hay que señalar a estos periodistas. No vamos a aceptar que nos comparen o que utilicen nuestros símbolos para pisotearnos. Estamos en total desacuerdo con ellas.
Lamrani: Pero sin embargo exigen la liberación de los suyos. ¿No le parece legítimo?
De Bonafini: Estas mujeres defienden el terrorismo de Estados Unidos. Ellas defienden el primer país terrorista del mundo, el que más sangre tiene en las manos, el que más bombas lanza, el que invade más países, el que impone las sanciones económicas más fuertes contra los demás. Estamos hablando de la nación que es responsable de los crímenes de Hiroshima y Nagasaki.
Estas mujeres no se dan cuenta de que la lucha de las Madres de la Plaza de Mayo simboliza el amor por nuestros hijos desaparecidos, asesinados por los tiranos impuestos por Estados Unidos. Nuestro combate representa la Revolución, la que nuestros hijos y nuestras hijas quisieron hacer. Su lucha es diferente, pues defienden la política subversiva de Estados Unidos que sólo contiene opresión, represión y muerte.
Lamrani: ¿Qué intereses defiende lo que se llama la “disidencia cubana”, según usted?
De Bonafini: Los intereses de Estados Unidos, por supuesto. Hay que estar ciego o ser deshonesto para no verlo. Sólo tiene que leer los informes publicados por el Departamento de Estado norteamericano, en que está dicho que un presupuesto de 50 millones de dólares se destina a la fabricación de una oposición en Cuba. La información es pública y está disponible. Los propios disidentes como se les llama se reúnen con el señor James Cason y están a sus órdenes. Estos disidentes se han pronunciado abiertamente por el mantenimiento de las sanciones económicas que tanto dañan al pueblo cubano. ¿Quién, salvo Estados Unidos, apoya las sanciones económicas? ¡Dígame!
Veamos ahora algunos de los sórdidos detalles de las transacciones en curso. No vamos a molestarnos en traducir todos los mensajes electrónicos de Martha (Martuchita) a sus amigos de Miami, pero haremos un par de observaciones:
1) En su conferencia de prensa del lunes 19 de mayo sobre este asunto, el portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack, se hizo el tonto.
Afirmó repetidamente que no entendía de qué manera llegó a Cuba el dinero de los terroristas (en el bolsillo del diplomático usamericano número uno, Michael Parmly) e insistió en que el Derecho Internacional no se había infringido. Quizá no, pero sí la ley de USA, incluso si McCormack se negó a admitirlo. Se trata de una ley que, tristemente, quien esto escribe ha sufrido en persona y tiene que ver con el brillantemente humanitario edicto de George W. Bush, según el cual sólo se pueden enviar 300 dólares por trimestre a ciudadanos cubanos y sólo puede hacerlo un miembro de la familia que viva en USA. Cuando uno va a Western Union, rellena una declaración jurada que se archiva en la Oficina de control de activos extranjeros y, cada vez, ha de jurar que no ha enviado más que el máximo permitido. Pero eso es sólo para el ciudadano ordinario. Martuchita se sale de lo ordinario y sus amigos también.
2) Carmen Machado, que asimismo atiende por Carmenchu o Carmita, es la mensajera de Álvarez que contactaba con Martha de forma habitual. Fue lo bastante engreída o estúpida como para utilizar su correo electrónico del trabajo, Carmen.Machado@HCAhealthcare.com, en sus intercambios epistolares. Machado es (casualmente) coordinadora financiera en el Hospital Aventura entre Miami y Fort Lauderdale.
El Hospital Aventura, tal como indica la dirección de correo electrónico de Carmen, pertenece a la Hospital Corporation of America, “el más importante operador privado de instalaciones de cuidados sanitarios del mundo”, donde el senador Bill Frist amasó su fortuna. Frist se deshizo de sus acciones justo antes de que se publicasen unos “decepcionantes beneficios” de la corporación, y lo hizo con el pretexto de que se estaba postulando para presidente y quería evitar cualquier conflicto de intereses. Numerosos ejecutivos lo acompañaron en su clarividencia, pero por desgracia para ellos no se postularon como Frist y, cuando los accionistas demandaron ante la justicia a la compañía, ésta llegó a un acuerdo extrajudicial y tuvo que pagarles 20 millones de dólares.
Fuente en inglés: http://machetera.wordpress.com/2008/05/20/dialing-for-dollars-in-cuba/ y http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=5194&lg=en
Esta traducción en Cubadebate: http://www.cubadebate.cu/index.php?tpl=design/opiniones.tpl.html&newsid_obj_id=11735
Esta traducción en Tlaxcala: http://www.tlaxcala.es/pp.asp?reference=5207&lg=es
Artículo publicado el 20 de mayo de 2008
Machetera
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