martes, mayo 20, 2008

REVOLUCIÓN ANTES DE LA REVOLUCIÓN.


Los sueños de Bolívar en la independencia venezolana

En 1797, el pintor español Francisco de Goya dibujó en sus Caprichos un aguafuerte llamado “El sueño de la razón produce monstruos”. Allí el pintor duerme, y el trabajo de su sueño genera fantasías aberrantes: murciélagos gigantescos, gatos y búhos se adueñan de la escena. Lo inquietante es que la razón no despierta, la pesadilla se impone sobre la vigilia y de alguna manera el sueño se realiza. Diez años después la fe liberal de Goya iba a sufrir un duro golpe, gracias a la bárbara invasión de Napoleón Bonaparte a España, que fusila, viola y quema en nombre de la razón ilustrada ¿La revolución burguesa liberaba sus fantasmas en la noche del sueño para sujetarlos a la luz del día, o los monstruos de su propio sueño eran la verdad oculta que sostenía su actividad, su reverso de pesadilla?
Para coronar su libertad en nombre de la razón y la humanidad, el revolucionario burgués debió hacer lo opuesto a aquella idea universal: imponer la pesadilla del trabajo asalariado en Europa y Estados Unidos, el colonialismo en América, Asia y África. El exceso del sueño dominó la verdad de la revolución burguesa ilustrada y “despierta”.
Como parte de esa ola revolucionaria, Simón Bolívar era el hijo rebelde de la oligarquía cafetalera de Nueva Granada, que construyó su base de poder sobre la economía de plantación y la explotación de esclavos negros. Nacido en Caracas hacia 1783, durante su juventud viajó por Europa y se unió a las logias liberales junto a Francisco de Miranda, leyendo a Rosseau, Montesquieu y Voltaire. En 1805 juró ante las ruinas Roma no detenerse hasta ver liberado su país de la dominación española, y en 1810 se unió a la insurrección que tomó el poder en varias capitales coloniales. En la abigarrada coyuntura de la guerra civil abierta por la revolución de independencia comienzan los interrogantes sobre el verdadero papel de Bolívar, más allá del mito.
Para Marx -que escribe un artículo periodístico en 1857 lleno de invectivas contra el libertador- el inventor de la “Patria Grande” era “el canalla más cobarde, brutal y miserable…”. Con escasa evidencia, Marx construyó una leyenda negra en torno a la figura de Bolívar, que se incorpora a la revolución solo cuando esta es inminente, mal militar y peor americano en la medida que permitió la reorganización de las tropas realistas en el fuerte de Puerto Cabello, y entrega a Miranda a los españoles para salvar su pellejo en 1812.
Otra historia, que no es la historia es la de la de las clases subalternas, que constituyeron el motor de la revolución de independencia bajo sus propias reivindicaciones. La “guerra social” contra los blancos (un 20 % de la población total), reunió a las diferentes castas y clases oprimidas de Venezuela –esclavos negros (15 %), “pardos” o mulatos (50%), indígenas (15 %), y también “orilleros” o criollos pobres-. Para horror de los revolucionarios liberales blancos en América, el levantamiento popular asumió la bandera realista, y la lucha de clases se expresó en la forma de protesta contra la esclavitud, visualizada para las mayorías negras, mulatas y mestizas como una guerra contra los amos blancos. Del mismo modo que ocurrió con la rebelión de Tupac Amaru en 1780 con la consigna de “viva el rey y muera el mal gobierno”, el reclamo de redistribuir las tierras de los blancos en boca de caudillos realistas como José Boves, no era demagogia sino el significado de que el tiempo de la revolución burguesa de independencia era desbordado por el tiempo de la revolución popular antiesclavista, de bandera realista. El enemigo visible para las clases y castas oprimidas del Antiguo Régimen colonial era la oligarquía blanca de las colonias, no las monarquías que se encontraban muy lejos allende el mar.
De allí la popularidad de Boves, asturiano pobre emigrado de España, luego simpatizante de la causa independentista en 1810 y más tarde jefe de las tropas realistas, el caudillo de los llaneros pobres caracterizados por Bolívar como hordas de maleantes. Y es que efectivamente, la lucha de clases impulsada por los llaneros hacía que en cada pueblo tomado por los realistas, todos los blancos eran ejecutados, incluyendo mujeres y niños. Tal como había ocurrido en Haití hacia 1791, el boomerang de la esclavitud y el colonialismo retornaba invirtiendo el salvajismo de la relación entre el amo y esclavo. Acosado por las tropas de Boves, en 1814 Bolívar tuvo que refugiarse en Jamaica y luego en Haití, el primer estado de esclavos liberados.
Allí el presidente Petión le brindo armas y recursos bajo la promesa de que aboliera la esclavitud. ¿Cuándo triunfó la independencia? No bien Bolívar se dio cuenta que debía ganar a las clases populares liberando esclavos, ganó la mitad de la guerra. La ofensiva victoriosa de 1815 y 1816, el giro de los llaneros que acompañaron a Sucre y los independentistas -una vez que la reconquista española no accedió a las demandas de los alzados- son las mejores pruebas. La luz de Bolívar surgió con su proyecto de unidad latinoamericana, ya decepcionado de sus aliados europeos y profeta del ascenso estadounidense.
Las pesadillas de Bolívar continúan con el apoyo de un régimen centralizado aunque constitucional, aquella “monarquía vestida de república” que retomaría Juan Bautista Alberdi para diseñar el estado oligárquico. Pero también con el fusilamiento de líderes independentistas populares como el mestizo Manuel Piar en nombre del orden, mientras personajes más acomodados como Santander obtienen el perdón. El mismo Bolívar confesaría arrepentido en una carta: “Lo que más me atormenta es el justo clamor con que se quejarán los de la clase de Piar y de Padilla. Dirán, con sobrada justicia, que yo no he sido débil sino a favor de ese infame blanco, que no tenía los servicios de aquellos famosos servidores de la patria”.
Paradójicamente, Gabriel García Márquez en su novela El general en su laberinto y el mismo Chávez en un discurso con motivo de la visita de Fidel Castro hacia agosto de 2001 excusan a Bolívar de aquellas muertes. Si no existe la “memoria completa” -como ocurre con la sociedad el recuerdo divide y es antagónico, y toda memoria es memoria selectiva- ¿no sería mejor para la salud de la revolución bolivariana no sólo rescatar el mito como potencia política de la historia, sino también la misma historia de las debilidades de Bolívar, reconociéndole en su dimensión humana tanto miserias como grandezas?

Fuentes:

Roberto López Sánchez, “El protagonismo popular en la historia de Venezuela”, en Revista Única, Universidad Católica Cecilio Acosta, Venezuela.
http://www.simon-bolivar.org/bolivar/bolivar_y_ponte.html
http://www.simon-bolivar.org/bolivar/SB_y_la_resurreccion.html
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/b/bolivar.htm

Esteban Campos para Prensa De Frente -

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