Segunda Parte
Ésta es la segunda parte de un discurso de Nick Beams, secretario nacional de Socialist Equality Party (SEP) de Australia y miembro del comité editorial internacional del World Socialist Web Site (WSWS), pronunciado en reuniones públicas en Sydney y Melbourne el 9 y el 15 de abril. La primera parte se publicó el 12 de mayo. Beams, un experto internacional sobre la política económica Marxista, es autor de artículos y análisis sobre globalización y economía política.
Hay un profundo significado en el hecho de que la crisis financiera que sufre ahora el capitalismo mundial haya estallado en Estados Unidos, corazón de la economía mundial.
Si echamos un vistazo a la historia de la economía durante el siglo XX, ésta se divide aproximadamente en dos partes iguales. Los primeros 50 años fueron dominados por las consecuencias destructivas de la ruptura de la economía mundial, tras el poderoso período de expansión que caracterizó el siglo XIX. Después de 1945 comenzó un nuevo período de expansión que parece haber puesto fin a los terribles acontecimientos de las décadas anteriores.
Esta expansión posterior a la guerra se fundó sobre todo en la fortaleza de la economía de Estados Unidos Es este poder económico, y no sólo su victoria militar en la Segunda Guerra Mundial, lo que permitió que Estados Unidos estableciera las bases de un período de expansión capitalista sin precedentes. El acuerdo de Bretton Woods de 1944 estableció un nuevo sistema monetario internacional y el Plan Marshall de 1947 garantizó la reconstrucción de la Europa devastada por la guerra.
Este crecimiento económico sin precedentes vio florecer todo tipo de ilusiones reformistas, principalmente las relacionadas con el programa del keynesianismo. El keynesianismo sostuvo que las depresiones, al igual que las de la década de los años 1930, eran ahora cosa del pasado porque los gobiernos y las autoridades financieras eran capaces de regular la economía capitalista a través del gasto y el control de los tipos de interés.
Parecía que las contradicciones del capitalismo habían sido superadas, pero éstas volvieron a la superficie una vez más a finales de los años 1960. La base del auge de posguerra residió en la expansión de la tasa de beneficios hecha posible por la expansión de los nuevos sistemas de producción estadounidenses al resto del mundo. Ahora, sin embargo, la tasa de beneficio comenzaba a declinar.
Además, las contradicciones inherentes del sistema monetario internacional creado por el Acuerdo de Bretton Woods comenzaron a reaparecer. Este acuerdo representó un intento para superar la contradicción central que ha plagado de problemas al sistema capitalista mundial: aquella entre el desarrollo de la economía mundial y la división del mundo en estados-naciones rivales.
Hacía tiempo que el capitalismo había superado los confines establecidos por los estados-naciones y los mercados nacionales. Incluso, el mercado nacional mayor de todos?el de Estados Unidos?ya no era suficiente. Para los gobernantes de Estados Unidos, ésta fue una de las principales lecciones de la década de 1930. Ninguna economía nacional podía funcionar sin una economía mundial viable.
Una economía mundial viable requería un sistema monetario mundial. Pero ¿qué podría funcionar como moneda mundial? Un regreso al patrón oro había sido intentado en los años 1920 pero había resultado desastroso. ¿Sería posible establecer algún tipo de papel moneda y un sistema de crédito mundial? Ésta fue la propuesta de Maynard Keynes. Sin embargo, un papel moneda y un sistema de crédito mundial necesitaban una autoridad política y financiera mundial para administrarlos. Y para que eso tuviera lugar, Estados Unidos y otras grandes potencias capitalistas habrían tenido que ceder su autoridad a tal organismo. Estados Unidos ciertamente no estaba dispuesto a hacerlo y por tanto se adoptó un compromiso. El dólar de Estados Unidos funcionaría como moneda internacional, respaldada por oro a razón de 35 dólares por onza.
Pero la propia expansión de la economía capitalista en el auge posterior a la guerra, hecha posible también por el mismo sistema monetario internacional de Bretton Woods, adelantó la contradicción en el corazón de ese sistema—entre el papel del dólar de los Estados Unidos como moneda internacional y su función como moneda de un estado-nación, los Estados Unidos
A fines de los años 1960, los dólares que circulaban en la economía mundial sobrepasaban en mucho la cantidad de oro poseída por Estados Unidos que supuestamente los respaldaba. En respuesta a una gran demanda de dólares?y movimientos para convertir los dólares de papel en oro, debilitando así la posición de Estados Unidos?el presidente Nixon puso fin al Acuerdo de Bretton Woods el 15 de agosto de 1971, mediante el fin de la conversión dólar-oro. En 1973, después de infructuosos intentos de establecer relaciones fijas entre las principales monedas mundiales, comenzó el régimen de moneda flotante.
La desindustrialización de Estados Unidos
El colapso del sistema de Bretton Woods fue una primera expresión de la disminución relativa en la situación económica de Estados Unidos frente a otras grandes potencias capitalistas. Este declive asumió un aspecto desolador a finales de los años 1970, a medida que el dólar bajó a mínimos históricos y el capitalismo mundial experimentó estanflación—una combinación de rápida inflación con bajo crecimiento, recesión y niveles de desempleo récord después de la guerra.
En 1979, Paul Volcker fue nombrado presidente de la Junta de la Reserva Federal de Estados Unidos y puso en marcha un esfuerzo concertado, en nombre de la clase capitalista de América, para superar estos problemas.
El "shock Volcker", como llegó a ser conocido, aumentó los tipos de interés a niveles históricos. La política de Volcker tenía dos objetivos interrelacionados: elevar el valor del dólar estadounidense y asegurar su posición como la preeminente moneda mundial (con todas las ventajas que esto reportó a Estados Unidos), y eliminar las secciones no rentables de la industria norteamericana, obligando a través de una reestructuración de la economía de Estados Unidos la restauración de la tasa de beneficio.
Estas medidas implicaron una implacable ofensiva contra la clase obrera americana, empezando por el despido de los controladores de tránsito aéreo y la destrucción de su sindicato, PATCO, en 1981, el desarrollo de métodos informáticos de producción y gestión (el PC fue desarrollado por primera vez en 1981), y el establecimiento de redes mundiales de producción para utilizar los recursos de mano de obra barata.
El "shock Volcker" tuvo algunos efectos. El mercado bursátil inició una recuperación constante a partir de 1982 y la tasa de beneficio comenzó a aumentar. Pero el capitalismo norteamericano estuvo lejos de gozar de una fase de expansión. Los años 1980 terminaron con la crisis del ahorro y préstamo, cuando más de 1000 instituciones de ahorro y préstamo quebraron en lo que el economista John Kenneth Galbraith llamó la "más grande y más costosa empresa en malas practicas públicas, malversación y robo de todos los tiempos", a un coste global de 160 mil millones de dólares. El mercado bursátil colapsó en octubre de 1987 y la recesión se estableció hacia 1990.
La economía de los Estados Unidos y mundial en conjunto no iniciaron una nueva fase de expansión hasta que un cambio histórico tuvo lugar en el terreno económico?la caída de los regímenes estalinistas de la Unión Soviética y Europa del Este y la apertura de las economías de China e India. Esto puso a disposición nuevas y enormes fuentes de mano de obra barata, duplicando la fuerza de trabajo mundial según algunas estimaciones, y transformando la propia estructura del capitalismo americano, una transformación que está en la raíz de la actual crisis financiera.
Al final de la Segunda Guerra Mundial, el capitalismo estadounidense había logrado su posición de supremacía económica sobre la base de su poder industrial. A pesar de la pérdida de su relativa superioridad durante el auge de la posguerra, cuando la industria europea y japonesa se expandió, la industria de Estados Unidos siguió siendo una fuerza a tener en cuenta. Durante los últimos 30 años, sin embargo, hemos visto la desindustrialización de la economía norteamericana y el aumento de las finanzas como su componente dominante y más dinámico.
La importancia de esta transformación puede ser comprendida si analizamos los procesos fundamentales de la acumulación capitalista. Uno de los mayores descubrimientos de Marx fue dejar al descubierto el secreto de la acumulación capitalista. Él puso de manifiesto que la fuente primordial de la riqueza capitalista es la plusvalía que el capital extrae del empleo de mano de obra asalariada. En la sociedad capitalista, la riqueza toma muchas formas deslumbrantes. Hay beneficios industriales, ingresos que devengan la tierra y la riqueza por aumentos en el valor de activos?acciones, casas, terrenos. A veces, parece que el dinero puede de alguna manera engendrar dinero por arte de magia, como si simplemente la riqueza proviniera de una cosa.
Marx puso de manifiesto que, en última instancia, estas diversas formas de riqueza capitalista representan la división de la plusvalía extraída de la clase obrera entre los distintos propietarios.
En el volumen II de "El Capital", Marx explicó que para el poseedor del capital en forma de dinero (los bancos e instituciones financieras) "el proceso de producción aparece simplemente como un vínculo intermedio inevitable, como un mal necesario en aras de hacer dinero. Todas las naciones con un modo de producción capitalista, por lo tanto, se hallan sometidas periódicamente a un febril intento de hacer dinero sin la intervención del proceso de producción." El proceso representado aquí por Marx como "periódico" se ha convertido ahora en una característica permanente del capitalismo estadounidense.
Las siguientes cifras indican el alcance de este proceso. En 1982, los beneficios de sociedades financieras constituían el 5 por ciento del total de los beneficios empresariales después de impuestos. En 2007, supusieron hasta el 41 por ciento, aunque la parte de las empresas de valor añadido sólo aumentó del 8 al 16 por ciento. Entre 1982 y 2007, la proporción de los beneficios del sector financiero aumentó seis veces en términos del PIB de Estados Unidos Como el comentarista del Financial Times Martin Wolf ha señalado, detrás de este auge estaba una subida del apalancamiento de la economía. La deuda era ahora la piedra filosofal, convirtiendo el plomo en oro. Ahora el proceso de desapalancamiento amenaza con convertir de nuevo el oro en plomo. El proceso de apalancamiento avanzó de manera constante en el decenio de 1990 y luego despegó después de 2000.
En un artículo publicado el 19 de marzo de 2008, The Economist señaló: "Desde el año 2000..el valor de los activos mantenidos en Fondos de Inversión Libre (Hedge Funds), con sus tasas más elevadas y mayor efecto apalancador, se ha quintuplicado..El valor del mercado de cobertura por riesgos crediticios...ha subido a unos asombrosos 45 billones de dólares. En 1980 la deuda del sector financiero era sólo una décima parte del tamaño de activos de deuda no financiera. Ahora representa la mitad
"Este proceso ha convertido a los bancos de inversión en máquinas de deuda que comercian intensamente con sus propias cuentas. Goldman Sachs está utilizando alrededor de 40 mil millones de dólares en capital como base de 1,1 billones de dólares de activos. En Merrill Lynch, la más apalancada, 1 billón de dólares en activos se tambalean sobre unos más o menos 30 mil millones de dólares en acciones. En mercados en crecimiento, tales apalancamientos crean magníficos retornos sobre el capital. Cuando los mercados están en peligro, una pequeña caída en el valor de los activos puede arruinar a los accionistas."
Si bien este proceso de apalancamiento se centró en los Estados Unidos, ha sido un fenómeno mundial. En 1980, el balance financiero global fue aproximadamente igual al PIB mundial. En 1993, era el doble de tamaño y, a finales de 2005, había aumentado a 316 por ciento?o más de tres veces el PIB mundial.
Uno de los principales factores que sostienen este proceso ha sido la reducción de los tipos de interés. Esto ha sido posible, a su vez, porque se ha reducido la inflación—un producto, nada menos, de la producción de mercancías más baratas en China y otros lugares. En otras palabras, existe una simbiótica—se podría decir que hasta parasítica—relación entre el aumento del capital financiero y la apertura de nuevas y enormes fuentes de mano de obra barata.
¿Cómo, entonces, es la plusvalía extraída de los trabajadores chinos distribuida entre los diferentes sectores del capital?
El suministro de crédito barato ha desempeñado un papel muy importante en la adquisición de terrenos y la construcción de centros comerciales (acabamos de ver, por ejemplo, los problemas encontrados por la empresa australiana "Centro", que entró en problemas cuando el crédito barato sobre el que se había basado para ampliar adquisiciones de centros comerciales se secó al final del año pasado).
El suministro de crédito barato impulsa los precios de los activos, incluidos los de centros comerciales. Esto significa que los propietarios deben aumentar los alquileres con el fin de recuperar sus inversiones. Sin embargo, las empresas minoristas gigantes tales como WalMart en Estados Unidos —el mayor importador de productos procedentes de China y ahora el mayor empleador de mano de obra en Estados Unidos —pueden pagar estos precios debido al gran margen de beneficios que es capaz de obtener por el bajo costo de los bienes que importan de China.
La extracción de la plusvalía tiene lugar en la producción de estos bienes. Es fruto de la gran diferencia entre el valor de la fuerza de trabajo (salarios) de los trabajadores empleados y el valor de las mercancías básicas que producen, y que se distribuye entre los distintos titulares de la propiedad—una cierta porción para WalMart, algo para el propietario del centro comercial en forma de alquiler y otra parte para las empresas financieras que proporcionaron el dinero para su construcción.
El proceso de inflación de activos puede continuar siempre y cuando exista crédito barato y los activos pueden atraer suficientes ingresos. Pero si cualquiera de estos dos requisitos cesa, entonces el proceso se desarrolla en la dirección opuesta.
Tras la caída de los mercados bursátiles y las burbujas punto.com, el mercado de la vivienda en Estados Unidos experimentó un auge inflacionario a base de crédito barato, comenzando a finales de los años 1990, pero acelerando rápidamente después del final de la recesión de 2000-2001.
El nuevo paradigma era el modelo de "crear y distribuir". Los proveedores de hipotecas harían disponibles los fondos para la compra de casas y entonces venderían inmediatamente las hipotecas a firmas financieras, recogiendo unos honorarios por haber originado la deuda. Luego, las deudas hipotecarias se agregarían y manipularían hasta crear diferentes paquetes para ser vendidos a otras instituciones—a los fondos de inversión libre o a vehículos especiales de inversión, creados fuera de los libros de contabilidad de los bancos y otras entidades financieras.
Los ingresos de estos valores respaldados por activos eran proporcionados por el comprador de la casa. No era necesario examinar de cerca la seguridad financiera del comprador porque en caso que él o ella dejaran de pagar, un nuevo préstamo podía ser organizado, o, en su defecto, la casa podía ser vendida a un precio más elevado.
Sin embargo el proceso finalmente tropezó con un obstáculo insuperable: la disminución en los salarios reales de la clase obrera de Estados Unidos, algo que ha estado en marcha durante los últimos 30 años, salvo por un breve período a finales de la década de 1990, y que ha continuado desde el final de la recesión en 2001.
Y esto no es un declive temporal. Como ha señalado el economista estadounidense, Robert Reich, todos los diversos mecanismos utilizados para mantener los ingreso — como la entrada de las mujeres en la fuerza de laboral, jornadas más largas y, por último, mayor endeudamiento, especialmente a través de préstamos con garantía hipotecaria sobre los hogares — se han agotado. Millones de trabajadores estadounidenses y sus familias están enfrentando una catástrofe de que el posible precio de venta de su casa caiga por debajo de lo que aún deben y el valor de la vivienda se vuelva negativo; proceso que se está repitiendo en todo el mundo.
Nick Beams
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