lunes, mayo 26, 2008

La resistencia contra la ofensiva batistiana


En el discurso pronunciado el 30 de marzo del 2002 por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en la Tribuna Abierta de la Revolución efectuada en Buey Arriba, provincia de Granma, y con algunos datos añadidos después por el autor, se relacionan los combates contra la última ofensiva de las fuerzas de la tiranía. He aquí fragmentos de aquella intervención
Con Ramiro y Guillermo conversaba al llegar a este lugar que me trae tantos recuerdos, o que nos trae el recuerdo de esas montañas no lejanas, donde se reconstruyó el Ejército Rebelde y obtuvo sus primeras victorias; que logró reponerse de aquella persecución incesante, agravada por casos de traición que estuvieron a punto de llevarnos al exterminio total de nuestras modestas fuerzas.
Aquí muy cerca está el teatro de operaciones de la Columna 4, dirigida por el Che Guevara que tanto queremos y que tanto recordamos. Por estos caminos pasó él cuando fue a tomar el cuartel de Bueycitos; recuerdo que era alrededor del 31 de julio, al día siguiente de la muerte de Frank País, y tomó aquel cuartel —me contaba Ramirito que la defensa bien atrincherada estaba constituida por unos veintitantos hombres—; allí ocuparon alrededor de 20 armas y constituyó una compensación ante el inmenso dolor que todos sentíamos por la muerte de Frank País.
Aquí libró muchos combates, porque aquí se había instalado una de las fuerzas más agresivas y más sangrientas de la tiranía, educada en el odio y estimulada por el consumo de la droga, ya que era habitual en ellos tratar de incrementar su valor fumando marihuana. Y era, efectivamente, de las más combativas, su jefe llegó a la Sierra de teniente y se fue de coronel, sí, coronel herido de un balazo en la cabeza al final de la última ofensiva enemiga.
Muy cerca de aquí combatió Guillermo con una tropa, y Ramiro quedó al frente de esas posiciones al lado de acá del Turquino, en el flanco derecho al este de La Plata, donde estaba ubicado el mando central del Ejército Rebelde; allí también estaba un hospital rústico de madera y guano que era muy importante, y estaba Radio Rebelde en el pico de una montaña, con un kilowatt de potencia, que llegó a escucharse en todo el país y se escuchaba más que cualquier otra emisora.
Es inolvidable que muy cerca de aquí se produjo, cuando ya estábamos abriendo nuevos frentes, algo que ocurrió con anterioridad y no había mencionado, el ascenso a Comandante, a finales de febrero de 1958, de Raúl y Almeida y la creación de dos columnas, la "Frank País", al mando de Raúl, y la "Mario Muñoz" —un médico heroico que murió en el Moncada— al mando de Almeida. Ambos tenían la misión de avanzar hacia el este: Raúl, la de apartarse de la Sierra Maestra y después atravesar el llano por las proximidades de Palma Soriano hasta las montañas de lo que después fue el Segundo Frente Oriental, y Almeida para crear el frente guerrillero en las proximidades de Santiago de Cuba. Fue necesario mandar a buscar la fuerza de Almeida, dos meses y medio después, en un momento muy crítico, porque después del fracaso de la huelga de abril, la tiranía, envalentonada, lanzó 10 000 soldados de sus mejores tropas, apoyados por la aviación, tanques, artillería, etcétera, contra el frente número uno de la Sierra Maestra, realmente contra la Comandancia General, allí donde estaba Radio Rebelde, el hospital y el mando.
De este sitio partió el batallón de Sánchez Mosquera y contra ese ba-tallón, durante 10 días, Ramiro, al mando entonces de la Columna 4, y Guillermo con parte de las fuerzas de Santiago enviadas como refuerzo, retuvieron su avance, luchando encarnizadamente, con la experiencia que ya ambos poseían. Aquel batallón armado hasta los dientes y con fama de ser el mejor de los batallones, se encontró con la resistencia, podíamos decir, de varias escuadras; no voy a decir una compañía. Éramos demasiado pocos. Hace unos minutos le preguntaba a Guillermo, debe haber tenido unos 30 o 40 hombres en esa zona y trataba de impedir que el batallón enemigo llegara al firme de la Sierra desde esta dirección. Aquella ofensiva, la última, la iniciaron el 25 de mayo, cuando habían concentrado todas sus fuerzas de tierra y aire. También actuaban por el sur las fragatas de la marina para aislarnos y hostigarnos.
En ese momento, 25 de mayo, cuando iniciaron la ofensiva por Las Mercedes, en el flanco izquierdo de nuestro frente, éramos bastante menos de 300 hombres, no llegaba siquiera a 200 la fuerza con que contábamos para resistir; pero ya habíamos solicitado a Almeida que regresara con no menos de 50 hombres experimentados de las fuerzas próximas a Santiago de Cuba, que habían llegado ya a la zona, de la Columna 4, para esa fecha. A Camilo, que estaba en el llano, le pedimos también que regresara y fueron llegando en un momento oportuno.
Aproximadamente tres semanas después de iniciada la ofensiva, como la lucha se hacía más intensa, el cerco en torno a La Plata, atacada por varios batallones desde distintos puntos, se estrechaba, las fuerzas para defenderla eran insuficientes, y una vez finalizados los combates en Buey Arriba, el batallón de Mosquera, que no pudo llegar al firme de la Sierra para avanzar desde allí hacia la Comandancia, recibió órdenes de marchar hacia el oeste para penetrar en Santo Domingo, en las inmediaciones de La Plata, a fin de atacar desde esa dirección nuestro puesto de mando, adonde llegó el 19 de junio, tras vencer la resistencia de dos escuadras rebeldes emboscadas, movimiento que fue bastante sorpresivo. Esto trajo la necesidad de mover las fuerzas que estaban defendiendo el firme más allá del Turquino, a fin de crear una defensa más estrecha y sólida. El 28 y 29 de junio, horas antes de que llegaran los refuerzos de Almeida y de Camilo, fuerzas de la Columna 1 asestaron un golpe fuerte a dos batallones que al mando de Sánchez Mosquera intentaban tomar La Plata, ocasionándoles grandes bajas y pérdida de vidas y armamentos que pasaron a nuestro poder. Al día siguiente, 30 de junio, en horas de la noche y ya con el apoyo de las fuerzas de Almeida, de Ramiro y de Camilo, aprovechando la desmoralización del enemigo, contraatacamos desde varias direcciones, poniendo en duro aprieto a los dos batallones, aunque no logramos dispersarlos ni rendirlos. Con la llegada de aquellos refuerzos fue que sumamos aproximadamente 300 hombres, y contra ellos se estrellaron los 10 000 soldados de las mejores tropas de la tiranía, en una lucha sin tregua que duró alrededor de 70 días.
Avanzaron ellos más o menos durante 35 días, hasta que, habiendo recibido severos y crecientes golpes, comenzaron a retroceder bajo tenaz persecución de nuestras fuerzas, que crecía en número en la medida que ocupábamos las armas al enemigo. Durante un periodo de tiempo similar atacamos nosotros, y estuvo a punto de acabarse la guerra en aquel momento; por suerte para ellos, y tal vez por agotamiento de nuestros hombres que andaban ya descalzos, pudieron escapar sus últimas unidades. Mosquera, que estaba cercado con su batallón, fue herido durante una difícil y compleja retirada. Al cabo de 70 días disponíamos de más de 900 hombres armados; puede decirse que la única fuerza con la que no pudimos contar, ni era correcto trasladar, era la fuerza del Segundo Frente, dada la distancia imposible de vencer en breves días, y porque considerábamos que con aquellas que estábamos reuniendo podía derrotarse la ofensiva.

Fuente: Granma

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