Según expertos en operaciones especiales, sin el aporte de la agencia norteamericana y los consejos de agentes israelíes expertos en el engaño cuerpo a cuerpo, Betancourt seguiría en la selva.
La inteligencia, que es lo inesperado, parece ser el actor central de la trama polifónica que recorre la liberación de la franco-colombiana Ingrid Betancourt y los demás rehenes. Inteligencia quiere decir, aquí, servicio de inteligencia, es decir, espionaje, infiltración, interceptación de soportes de comunicación, seguimiento satelital y montajes ficticios que sirven para desmantelar los objetivos del enemigo o apoderarse de sus presas de guerra. Según coinciden en narrar fuentes convergentes, la Operación Jaque que desembocó en la inesperada liberación de los rehenes es una creación original de los servicios de inteligencia colombianos que contaron con el apoyo tecnológico de la CIA y el savoir faire de los servicios israelíes. Jaque es un “caso de escuela”, admitían ayer en París varios especialistas en servicios de inteligencia. Jaque, sin embargo, tiene un precedente similar del cual el gobierno de Alvaro Uribe parece haberse inspirado. Sus creadores fueron paradójicamente las mismas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Las FARC han sido, ahora, víctimas de la misma trampa que el grupo guerrillero tendió en abril de 2002 para secuestrar a doce diputados de la Asamblea Departamental del Valle del Cauca, en la ciudad de Cali.
El 11 de abril de hace ocho años, un comando de la guerrilla con hombres disfrazados como si fueran miembros del ejército colombiano llegó a Cali en un bus y un camión. A las once menos cuarto, los hombres ingresaron en la Asamblea Departamental del Valle del Cauca. Apenas entraron se pusieron a gritar que había una amenaza de bomba y se ocuparon de poner a salvo a los diputados. Se llevaron a doce y los hicieron subir al bus. Cuando estaban fuera de Cali les anunciaron que estaban secuestrados. Falsos militares secuestraron a verdaderos diputados de la misma manera en que falsos guerrilleros liberaron el miércoles a auténticos rehenes. El operativo montado por las FARC hace ocho años tenía como meta presionar al gobierno para que aceptara un acuerdo humanitario. Cabe puntualizar que once de los doce diputados secuestrados murieron el año pasado en el curso de un controvertido episodio. La guerrilla anunció que las once personas habían “muerto en combate en una operación de rescate por parte de un grupo no identificado, después de atacar el campamento”. El gobierno siempre negó que sus fuerzas hubiesen operado en esa región. Las FARC tardaron más de tres meses en entregar los cuerpos al Comité Internacional de la Cruz Roja. Los peritajes forenses demostraron que los hombres habían sido ejecutados a mansalva. Este año, según las informaciones que figuraban en la computadora del Nº 2 de las FARC, Raúl Reyes, se supo que las FARC habían ultimado a once diputados luego de que confundieran a una unidad de las FARC con una del Ejército de Liberación Nacional, ELN.
El semanario colombiano Semana confirma en su portal Internet esta hipótesis. El semanario escribe: “Según contó una fuente de inteligencia, fue cuando se les ocurrió inspirarse en la operación más sofisticada que jamás había hecho la guerrilla”. Semana también ahonda las informaciones y análisis aparecidos en la prensa francesa que vinculan la CIA e Israel con la Operación Jaque. Esta tiene su punto de partida en la información que la misma guerrilla suministró a través de las pruebas de vida de los secuestrados que fue entregando y de los mensajes y otras pruebas de vida interceptados por el gobierno colombiano. Bogotá interceptó el año pasado pruebas de supervivencia que estaban destinadas al presidente venezolano, Hugo Chávez, que debía traerlas a París. El segundo elemento decisivo del dispositivo Jaque fue el espionaje electrónico y los barridos satelitales: “El apoyo de la tecnología y el know how israelí fueron fundamentales para realizar este trabajo de espionaje electrónico”, dice la revista.
El diario francés Libération publicó ayer una entrevista con Eric Micheletti, redactor en jefe de la revista Raids y experto en fuerzas especiales. El especialista es contundente cuando afirma: “La CIA y los israelíes participaron en esta operación de infiltración”. Micheletti afirma que cree “en la influencia de los servicios de inteligencia israelíes. (...) También está la marca norteamericana. No se trata de la DEA (servicios norteamericanos de lucha contra el narcotráfico), sino de la CIA. (...) Es seguro que los colombianos se beneficiaron con los satélites norteamericanos y de los servicios de inteligencia: interceptaciones telefónicas, consejos de los israelíes”. El experto francés agrega que “los servicios colombianos utilizaron todo lo que Estados Unidos pudo darle, y de igual manera trabajaron con los servicios israelíes presentes en Colombia. (...) Los israelíes venden su competencia y mucho material militar”.
La presencia de servicios israelíes en territorio colombiano no es un secreto para nadie. La colaboración entre Bogotá e Israel se inició en los años ’80. El investigador estadounidense Jeremy Bigwood reveló que el Batallón Colombia, una unidad comprometida con muchas violaciones de los derechos humanos, se entrenó en el desierto del Sinaí. Uno de los protagonistas más notorios de esa colaboración fue Carlos Castaño, uno de los jefes más sangrientos de las autodefensas colombianas –paramilitares– que operaron en la región caribeña del Urabá. Castaño pasó un año y medio en Israel, donde recibió los conocimientos impartidos en el curso 562. Salvatore Mancuso, otro jefe histórico de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), hoy extraditado a Estados Unidos, también se fue a entrenar a Israel.
En agosto de 2007, el diario israelí Maariv reveló que el general de reserva israelí Israel Ziv, ex comandante del regimiento de Gaza, asesoraba al gobierno colombiano en asuntos de seguridad. Pero el personaje más conocido de la saga es Yair Klein, un ex militar israelí fundador de la empresa privada de seguridad Spearhead Ltd. Klein entrenó a muchos grupos armados irregulares, desde Sierra Leona hasta Bogotá. Yair Klein fue condenado en ausencia en Colombia (2002) a 10 años de cárcel por su participación en el entrenamiento de paramilitares y narcotraficantes.
Eduardo Febbro
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