Armando Hart Dávalos
Ante los graves desafíos de nuestra época, pienso que debe prestarse atención a cómo el espíritu asociativo y solidario de la especie humana, y sus fundamentos objetivos, contribuyeron a marcar su singularidad en el reino animal. No se ha subrayado suficientemente una de las claves de la historia natural: la necesaria asociación de sus elementos componentes para forjar la vida. No ha sido suficientemente tomado en cuenta que la vida espiritual y moral tiene enormes posibilidades de desarrollarse y enriquecerse promoviendo a un plano más alto el papel de la educación y de la cultura, esta última como síntesis necesaria para la interrelación entre los factores esenciales de la vida individual y social.
Obviamente, esta función de la cultura y de la ética solo se manifiesta a plenitud cuando se articula con la ciencia, unida a un concepto integral de la misma, es decir, asumida como lo creado por el hombre a partir de la transformación de la naturaleza. Es necesario, asimismo, tener una visión de las raíces históricas de este proceso con el apoyo de la filosofía, la sociología, la psicología, la antropología, entre otras disciplinas. Esta concepción nos lleva a la idea de la integridad de las diversas ramas de la cultura y, por tanto, de la ciencia.
En Cuba y en América Latina, la cultura ha desempeñado históricamente un destacado papel y forma parte de sus esencias espirituales. El tema de la ética vinculado a una visión utópica de alcance universal está presente desde los tiempos fundacionales. Desde entonces lo ético, lo científico y lo político en su diversidad se articulan como identidad indisoluble. Nos viene a los cubanos de la tradición de pensadores como Félix Varela y José de la Luz y Caballero, y se revela con altura máxima en el caso de José Martí. El crisol de ideas martianas sobre la ciencia del espíritu es extraordinariamente elocuente.
Es importante para los cubanos estudiar la relación filosófica entre el pensamiento de Marx y el de Martí. Se trata de un tema que debe evaluarse con todo rigor y comprendiendo las sustancias que los unen y las diferencias en distintos aspectos que parten de circunstancias y condicionantes diversos en uno y otro caso. Es la única manera de ser martiano y marxista.
Hagamos el análisis del tema filosófico que de manera concreta planteó la Revolución cubana cuando Fidel y el Che, desde los años sesenta del pasado siglo, insistieron en la importancia de los factores morales en la construcción de una sociedad nueva.
Uno de los problemas más complejos que ha tenido la historia de las ideas dentro de la cultura de lo que se denominó civilización occidental ha sido la relación entre lo que llamamos durante aquellos años, en su forma más inmediata, estímulos morales y estímulos materiales. Este tema fue uno de los que más interesaron y preocuparon al Che.
A casi medio siglo de distancia de aquellas polémicas, hay que ir a su esencia y abordar su examen en un plano mucho más amplio para poder entender qué era lo que se estaba discutiendo. Envueltos en abordar problemas coyunturales y, desde luego, apasionados por la búsqueda de maneras puntuales de solución, no pudimos ir entonces a su más profunda raíz. Como luego hemos subrayado, esto se relaciona con los vínculos entre la superestructura y la base económica, uno de cuyos puntos nodales está en la ética o la moral.
Subestimar lo espiritual es un error mayor si se trata —y de esto es de lo que se trataba en las polémicas de los años sesenta— del análisis de los móviles y la orientación del comportamiento humano. Porque es en el comportamiento humano donde se genera la vida espiritual. En el fondo de los errores presentes en la visión europea socialista estuvo haber intentado trasladar una verdad filosófica —el factor material como última instancia— al análisis concreto de la conducta de los hombres, que es, en todo caso, un factor de primera instancia. Ni Marx, ni mucho menos Engels, plantearon, en el plano filosófico, que los factores económicos son los únicos determinantes. Esto se ve, con meridiana claridad, en los últimos trabajos de Engels. Algunos, al tratar de manera reduccionista el factor económico, no lograron entender lo que planteaba el Che al contrastar los estímulos morales y materiales. En ese sentido, la agudeza dialéctica del héroe guerrillero le permitió arribar a conclusiones mucho más cercanas a la esencia del pensamiento humanista de Marx.
El esclarecimiento científico y filosófico del papel de la subjetividad en la historia social puede hacerse con la experiencia del siglo XX y a partir de la filosofía y las ideas éticas cubanas. En lo subjetivo está el tema central de la cultura cubana que brinda orientación adecuada para interpretar correctamente la interrelación dialéctica que existe entre las leyes económicas y las categorías de la superestructura. En haber ignorado esta vinculación, como hemos insistido, radica una de las causas fundamentales del derrumbe del socialismo europeo. Para resaltar el papel de la cultura y por tanto de la ética, es indispensable estudiar el legado intelectual de los grandes pensadores cubanos del siglo XIX.
Es que el siglo XX concluyó con una gran interrogante filosófica de enorme importancia para la práctica política: el carácter de lo que se ha llamado objetividad y lo que se denominó subjetividad. Solamente a partir del pensamiento materialista y dialéctico podremos entender hoy la dimensión del drama.
Nos parece necesario, en el caso cubano, repasar cómo tempranamente en nuestra historia, el maestro José de la Luz y Caballero (1800–1862) abordó el asunto. Luz estaba interesado en [...] demostrar cuán difícil es separar los fenómenos que constituyen las ciencias morales de aquellas que dan origen a las que llamamos intelectuales, atribuyéndoles un origen y naturaleza diversos, pues para mi ver no son más que diferentes modos de ver una misma ciencia [...] Esto es, existe la misma relación entre la moral y las ciencias intelectuales que la que se aprecia entre la química y la física.
Esto lleva a Luz, en primer lugar, a los métodos de investigación. Critica a los que sugieren que existan dos tipos de investigaciones contradictorias: [¼ ] la interna y la externa no siendo ella en realidad más que la misma función, ora aplicada al conocimiento de los objetos exteriores, ora al de los fenómenos internos; por lo cual sólo la razón de su objeto, pero no de su principio, podrá clasificarse la observación como interna y externa; modo de clasificar que no es de lo más claro ni científico y por lo mismo tanto más tachable en este género de investigaciones que más que ningunas otras deben hermanar el precepto con el ejemplo en materia de precisión [¼ ]
La enorme significación de estas conclusiones queda de manifiesto cuando apreciamos que hoy el problema clave que debe dilucidar el pensamiento filosófico es precisamente la articulación entre lo objetivo y lo subjetivo.
En la medida en que se desbroce ese problema se allanarán los caminos prácticos para desarrollar una sociedad más justa, plena, culta y solidaria, la del socialismo del siglo XXI.
Fuente: Granma
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