La lucha de clases “desde arriba” ha hallado su expresión más intensa, global y retrógrada en Argentina, con la elección de Mauricio Macri como presidente en diciembre de 2015. Durante los primeros dos meses en el poder, Macri ha revocado por decreto multitud de políticas socioeconómicas progresistas aprobadas durante el pasado decenio e intenta desalojar de las instituciones públicas a las voces independientes.
Al contar con una mayoría hostil en el Congreso, ha asumido poderes legislativos y ha procedido al nombramiento de dos jueces del Tribunal Supremo violando la propia Constitución.
El presidente Macri ha efectuado una purga en los ministerios e instituciones del Estado para expulsar a las personas nombradas por el gobierno anterior consideradas como críticas y reemplazarlas por leales funcionarios neoliberales. Ha detenido a dirigentes de los movimientos populares y perseguido a miembros del gabinete anterior.
A la vez que acometía la reconfiguración del Estado, el presidente Macri ha puesto en marcha una contrarrevolución neoliberal que incluye una devaluación de la moneda del 40% y ha elevado el precio de la canasta básica un 30%; el fin de una tasa a todas las exportaciones agrícolas y minerales (excepto la soja); un tope de aumento salarial del 20% por debajo del aumento del coste de la vida; un incremento del 400% del precio de la electricidad y del 200% del del transporte; despidos masivos de empleados públicos y de la empresa privada; uso de balas de goma para romper las manifestaciones de huelguistas; medidas para realizar privatizaciones a gran escala de sectores económicos estratégicos; un desembolso de 6.500 millones de dólares a acreedores de fondos-buitre y especuladores (con un retorno del 1000%) y ha contraído nuevas deudas.
La guerra de clases de alta intensidad del presidente Macri tiene como objetivo revertir el bienestar social y las políticas progresivas puestas en marcha por los gobiernos de los Kirchner en los últimos doce años (2003-2015).
El presidente Macri ha declarado una nueva versión despiadada de la guerra de clases desde arriba, que sucede a un modelo cíclico neoliberal de largo plazo en el que hemos presenciado:
1- Un gobierno militar autoritario (1966-1972) acompañado de una intensa lucha de clases desde abajo seguida por elecciones democráticas (1973-1976).
2- Una dictadura militar acompañada de una intensa lucha de clases desde arriba (1976-1982) que produjo el asesinato de 30.000 trabajadores.
3- Una transición negociada a la política electoral (1983), una crisis inflacionaria y la profundización del neoliberalismo (1989-2000).
4- Crisis y caída del neoliberalismo y una lucha de clases insurreccional desde abajo (2001-2003).
5- Regímenes de centro-izquierda Kirchner-Fernández (2003-2015), favorables a un pacto social entre los trabajadores, el capital y el régimen.
6- Régimen autoritario neoliberal de Macri (2015) y agresiva lucha de clases desde arriba. El objetivo estratégico de Macri es consolidar un nuevo bloque de poder formado por la industria agro-mineral local y la oligarquía banquera local, los banqueros e inversores extranjeros y el aparato político-militar, con el fin de aumentar de forma considerable los beneficios abaratando la mano de obra.
El origen del aumento de preponderancia del bloque neoliberal puede encontrarse en las prácticas y políticas de los anteriores gobiernos Kirchner y Fernández. Dichas políticas fueron diseñadas para superar las crisis capitalistas de 2000-2002 canalizando el descontento de las masas populares mediante reformas sociales, estímulos a las exportaciones agro-minerales e incremento del nivel de vida mediante impuestos progresivos, subsidios a la electricidad y los alimentos y aumento de las pensiones. Los programas progresistas de Kirchner se basaron en el boom de los precios de las materias primas. Cuando estos se vinieron abajo, la “coexistencia” capital-trabajo se disolvió y la alianza de empresarios, clase media y capital extranjero, liderada por Macri, aprovechó la defunción del modelo para hacerse con el poder.
La lucha de clases impulsada desde abajo se había visto gravemente debilitada por la alianza del mundo laboral con el régimen de Kirchner, no porque este le beneficiara económicamente, sino porque el pacto desmovilizó las organizaciones de masas activas en el periodo 2001-2003. A lo largo de los siguientes 12 años, los trabajadores formaron parte de negociaciones sectoriales (paritarias) con la intermediación de un “gobierno amistoso”. Las alianzas “sectoriales” y los asuntos de la vida cotidiana reemplazaron a la conciencia de clase. Los sindicatos perdieron su capacidad para propiciar la lucha de clases desde abajo e incluso para influir en los sectores más populares. La clase trabajadora quedó en una posición vulnerable y se encuentra debilitada para oponerse a la despiadada ofensiva neoliberal contrarreformista.
A pesar de ello, las medidas extremas adoptadas por Macri –la tremenda caída del poder adquisitivo, la espiral inflacionaria y los despidos masivos- han provocado los primeros pasos de un renacimiento de la lucha de clases desde abajo.
Las huelgas de profesores y funcionarios motivadas por los recortes salariales y los despidos se han disparado en respuesta a los recortes en el sector público y los decretos ejecutivos arbitrarios. Los movimientos sociales y en defensa de los derechos humanos han convocado manifestaciones esporádicas en respuesta al desmantelamiento de las instituciones que perseguían a los oficiales del ejército responsables por el asesinato y la desaparición de 30.000 personas durante la “guerra sucia” (1976-1983).
Mientras el régimen de Macri continúa profundizando y ampliando sus medidas reaccionarias destinadas a abaratar los costes laborales y reducir los impuestos empresariales y el nivel de vida con el fin de atraer capital con la promesa de mayores beneficios; mientras la inflación se dispara y la economía se estanca debido a la caída de la inversión pública y del consumo, existen probabilidades de que la lucha de clases se intensifique. Todo indica que antes de que finalice el primer año del gobierno Macri se acentuarán las huelgas y otras formas de acción directa.
A las grandes organizaciones de clase capaces de movilizar la lucha de clases desde abajo, debilitadas por un decenio del “modelo corporativo” de la era Kirchner, les llevará tiempo reconstruirse. La gran incógnita es saber cómo organizar un movimiento político de ámbito nacional que vaya más allá del rechazo a los candidatos electorales afines a Macri en las próximas elecciones legislativas, provinciales y municipales y cuándo hacerlo.
James Petras
Traducido para Rebelión por Paco Muñoz de Bustillo
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