En Italia son casi 200 mil los casos de Covid-19 confirmados, casi 27 mil las personas fallecidas y unas 62 mil las que se han recuperado satisfactoriamente. En las unidades de cuidados intensivos (UCI) aún permanecen unas 2.000 personas.
El norte del país sigue siendo el más castigado. Aquí se concentra más del 70 por ciento de los casos de coronavirus y el 78 por ciento de fallecidos. La región Lombardía encabeza esta dramática lista con el 37 por ciento de las personas contagiadas y casi el 51 por ciento (14 mil) de los fallecidos totales.
Considerando que se trata de datos ampliamente subestimados debido a la gran cantidad de personas asintomáticas y a la falta de test masivos sobre los muertos, la situación en Italia sigue siendo crítica. Sin embargo, la curva de contagios muestra un aplanamiento paulatino.
Esta inversión de tendencia se refleja sobre todo en la cantidad de nuevos casos y de pacientes internados en las UCI.
De acuerdo con los datos del Observatorio nacional sobre la salud en las regiones, para finales de junio todas las regiones italianas deberían llegar a tener cero nuevos contagiados de coronavirus.
Ante este escenario un poco más alentador y una situación económica que va deteriorándose día tras día[1], Confindustria[2] intensificó la presión sobre el gobierno para que permita la reapertura gradual de más actividades productivas y la flexibilización de la cuarentena.
El 4 de mayo será el inicio de la llamada “fase dos”.
¿Una señal de esperanza?
“La presión de los empresarios es muy fuerte, aunque la situación sigue siendo muy complicada”, dijo a La Rel, Vittorio Agnoletto, médico del trabajo y docente de Salud y políticas de la globalización en la Universidad Estatal de Milán.
“La pregunta es si durante estas semanas de cierre los empleadores se han organizado para reabrir bajo estrictas medidas de seguridad, adoptando protocolos que eviten el contagio.
Pienso a la adquisición de dispositivos de protección personal, garantizar la distancia entre trabajadores, horarios escalonados de entrada y salida, reorganización de los comedores.
La impresión ̶ continuó Agnoletto ̶ es que no se ha hecho mucho. Además, la escasa capacidad inspectiva de las autoridades podría desencadenar una reapertura indiscriminada de actividades”.
Por otro lado, las autoridades municipales deberán readecuar las condiciones, la logística y la frecuencia de recorridos del transporte público.
El también ex eurodiputado (GUE/NGL[3]) lamentó que, desde el Estado, no se está promoviendo la realización de test de Covid-19 para las personas que volverán al trabajo.
El alto costo de la prueba (entre 120 y 280 euros) desalentará a las y los trabajadores a practicársela, elevando el riesgo de contagio.
“Reactivar la economía es necesario, pero hay que hacerlo garantizando la seguridad y salud de trabajadores y trabajadoras.
No podemos permitir que se repita lo que pasó con el personal sanitario, con cientos de médicos y enfermeros contagiados y fallecidos, y la tasa de contagio más alta de Europa”, manifestó Agnoletto.
La enseñanza que queda
La pandemia de Covid-19 ha dejado en evidencia que el Servicio sanitario nacional no supo responder de manera eficaz a un problema serio de sanidad pública.
Esto es el resultado de un proceso de privatización indiscriminado de la salud. La región Lombardía es el ejemplo más evidente de ello.
“Aquí el 40 por ciento del gasto sanitario público está destinado a clínicas privadas que tienen convenio con el Estado. Como cualquier empresa, estas estructuras lo que buscan es generar ganancias, y lo hacen curando enfermedades.
Paradójicamente, a la sanidad privada no sólo no le interesa la prevención, sino que la considera un ‘enemigo’ porque le resta clientes y utilidades.
Por esto invierten principalmente en sectores muy rentables de la medicina y casi nada en servicios de emergencia y prevención primaria”, explicó el especialista en Medicina del Trabajo.
Lamentablemente, el modelo sanitario impuesto en las últimas décadas ha llevado a Italia a ser el país miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que menos gasta en medicina preventiva.
El lucro en primer lugar
Además, las políticas de salud pública fueron poco a poco impregnadas por la lógica “mercantilista” del sector privado. El resultado fue una reducción sistemática de personal e infraestructuras sanitarias, unido al abandono de la acción preventiva.
“Durante las primeras semanas de la pandemia, la primera línea de defensa, es decir los médicos de familia, el personal de emergencia, los instrumentos de participación ciudadana, fue abandonada a su suerte.
Esto hizo que el impacto sobre la estructura hospitalaria fuera directo y brutal, y rebasó la capacidad de respuesta”, aseveró Agnoletto.
Para medio paliar las dificultades, las autoridades regionales decidieron reubicar a cientos de personas enfermas en los asilos por ancianos, pagando “generosamente” el servicio.
La muerte por coronavirus de casi 3 mil personas de la tercera edad en las Residencias sanitarias asistenciales (RSA) ̶1.700 solo en Lombardía ̶ es parte de esta lógica mercantilista.
Para Agnoletto, entonces, la tragedia que está viviendo el pueblo italiano muestra el fracaso de un modelo que privilegia lo económico en detrimento del derecho universal a la salud.
“Cambiar no es fácil porque hay una relación de fuerzas e intereses muy desigual. Ojalá que lo que vivimos despierte la conciencia de la gente, de las organizaciones que luchan por la tutela de la salud y que el nivel de concientización de la población crezca”, concluyó.
Giorgio Trucchi
Notas:
[1] En 2020 la caída de la economía será superior al 8 por ciento y la deuda pública alcanzará el 155 por ciento del PIB.
[2] La principal organización representativa de las empresas industriales y de servicios.
[3] Grupo Confederal de la Izquierda Unitaria Europea / Izquierda Verde Nórdica.
Fuente: Rel UITA
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