miércoles, abril 29, 2020

La Viena de fin de siglo, de Carl Schorske: Klimt, Freud y compañía, en tiempos de la agonía liberal



Lecturas en cuarentena.

Publicado en 1979, Viena fin de siglo- Política y Cultura constituye un ejemplo extraordinario de lo que se ha dado en llamar historia cultural, escrito por el norteamericano Carl Schorske (a quien debemos también La socialdemocracia alemana 1905-1917 - La gran escisión, un libro de inconmensurable valor que lamentablemente permanece sin traducción al castellano).
Apasionado e inquisitivo, erudito y pedagógico, minucioso y universal, Viena… aborda a la capital del entonces imperio austrohúngaro en un momento de transformación que excede por mucho el de las fronteras de esa ciudad: el de la agonía del liberalismo a fines del siglo XIX (acorde con el salto del capitalismo a su etapa imperialista). Una agonía que trae consigo el auge del irracionalismo y el corrimiento de eje desde la historia hacia el individuo atormentado y las construcciones mitológicas, y que halla su expresión en manifestaciones culturales y políticas de Viena que -de Freud a las doctrinas antisemitas, de Klimt al sionismo- extienden hasta el día de hoy su influjo.
El libro se compone de siete ensayos, escritos durante los ‘60 y ‘70 (un período en que la vida intelectual en Estados Unidos, con su carga de desmoralización de liberales y radicales, se le aparecía a Schorske similar al de aquella Viena).
El primero de ellos, “La política y la psiquis: Schnitzler y Hofmannstahl”, desprende a partir de las obras de estos escritores cómo el arte pasa para los intelectuales burgueses de ser una forma de asimilación con la aristocracia a una vía de escape ante una realidad amenazadora, signada por el desarrollo de movimientos de masas antiliberales que representaban nuevos grupos sociales, tanto por izquierda (socialismo) como por derecha (el socialismo cristiano y el pangermanismo antisemitas, el nacionalismo eslavo). Schorske sentencia que “en la definición del hombre moderno como un ser condenado a recrear su propio universo, la cultura vienesa del siglo XX había encontrado su voz”.
El ensayo dedicado a la Ringstrasse (la calle amplia que separa a la ciudad histórica de los suburbios de Viena) es catalogado en un texto de Beatriz Sarlo, con justicia, como la “base de unidad” del libro. Los liberales que gobernaban desde 1860 buscaron plasmar en las obras construidas (que, por su concentración, tuvieron “un impacto visual como ninguna otra reconstrucción urbana del XIX”), sus ideales de individualismo y de preeminencia de la vida civil y política sobre la iglesia y el poder militar, construyendo los edificios de gobierno, la universidad, el teatro en distintos estilos históricos. Así “pasó de ser un cinturón de aislamiento militar a uno de aislamiento sociológico”, ante las masas de los suburbios. Luego, la agonía del liberalismo se hará sentir en los críticos tradicionalistas de la Ringstrasse (que la acusan de “arquitectura deshumanizada”) pero -con más efectos prácticos- en quienes traen el mensaje del modernismo urbano, y en edificaciones para instituciones de “asistencia social” de inspiración religiosa y antisemita.
La agudeza de Schorske para combinar biografía e historia brilla en “La política en un nuevo registro: un trío austríaco”, que recorre la carrera de tres figuras desde su origen liberal a convertirse en prominentes doctrinarios antiliberales, que expresan una “rebelión contra la razón” que tendrá trascendencias -diversas- en el ámbito político. Mientras que los recorridos de los antisemitas Georg Von Schönerer (referente del pangermanismo) y Karl Lueguer (del socialismo cristiano) interesan particularmente para ver las bases sociales y la dinámica constructiva de sus collages ideológicos, con importantes similitudes con el nazismo y ultraderechas actuales; el de Theodor Herzl, padre del sionismo, muestra el carácter arcaizante e irracionalista de esta doctrina y cómo el concepto de “nación judía” es acuñado por el entonces denominado “Rey de los judíos” en pos del control de masas a las que antes había despreciado y temido.
En el punzante capítulo dedicado a “La interpretación de los sueños” y a las circunstancias biográficas en las que fue creado, Schorske echa mano de las propias armas del psicoanálisis para trazar un camino que va de las expectativas políticas y profesionales de Sigmund Freud a su frustración y a la creación de una “teoría ahistórica del hombre y la sociedad”, con la que volver tolerable un mundo político que está fuera de órbita y fuera de control.
Mientras Freud escribía aquel texto canónico, afirma el autor, “Gustav Klimt se dedicaba a una tarea no muy distinta como explorador del arte”. Schorske sitúa toda una etapa de su producción pictórica en el marco de la crisis del yo liberal, en la que plasma las potencias -y las amenazas- del deseo, la frustración psicológica y el malestar metafísico ante la vida moderna. Y muestra como frustrantes experiencias públicas, en particular con unos murales por encargo, son el eslabón intermedio hacia su conversión en un “pintor de la buena vida de una clase alta aislada”.
El libro concluye con dos capítulos relativos a la figura del jardín en el arte, que al decir de Schorske buscan mostrar “el cambio radical que experimenta gradualmente el arte al perder el vínculo con la realidad social durante los cincuenta años de decadencia liberal”. Al primero, que recorre expresiones literarias de la fase inicial del proceso, siguen los “estallidos” de dos grandes de la vanguardia expresionista, el pintor Oskar Kokoschka y el músico Arnold Schönberg.
Una lectura formidable.

Tomás Eps

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