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sábado, abril 25, 2020
El rechazo ideológico y derechista a los médicos cubanos favorece la pandemia
Acerca de la polémica que ha generado la llegada de profesionales de la salud desde La Habana.
La Confederación de Médicos de la República Argentina y organizaciones afines salió a rechazar la llegada de las brigadas de médicos provenientes de La Habana. Organizaron, incluso, un “cacerolazo” gorila. Los argumentos serían que la Argentina no tiene faltante de personal de salud, que los médicos cubanos implicarían un costo extraordinario y que había que “verificar la matrícula de los profesionales cubanos”.
La primera idea roza el ridículo. La dotación de personal tiene carencias urgentes. Es el resultado de décadas de descentralización y deterioro presupuestario. El personal faltante, en muchos casos, se debe a la negativa de querer asumir cargos muy mal pagos (es decir, el bajo nivel salarial), y en otros casos a que el gobierno congela directamente los nombramientos para no aumentar la planta de personal El Hospital Evita de la zona sur del Gran Buenos Aires, por ejemplo, desvinculó a 130 profesionales en 2019, aduciendo falta de fondos.
La Argentina tiene un sistema laboral fragmentado y la mayoría de quienes trabajan en el sistema sanitario sufren el “pluriempleo”, es decir, tiene que trabajar en más de un lugar a la vez, tanto de lunes a viernes como fines de semana. Ni el gobierno provincial ni el nacional han avanzado, a su vez, en la centralización y el comando único en salud, lo que deja afuera de la pelea contra la pandemia los recursos del ámbito privado.
En segundo lugar, 500 médicos provenientes de Cuba, que tendrían un salario similar a sus pares argentinos (de monto muy bajo, por cierto), serían una ayuda de excelente calidad profesional por un costo que equivale, a modo de comparación, el 2% de lo que el gobierno va a gastar en subsidiar a las patronales con plata del Anses, algo que no ha sugerido el rechazo ni de estas entidades ni de la burocracia sindical.
A su vez, la experiencia en catástrofes de las brigadas cubanas es casi incuestionable. Trabajaron en África contra el ébola, en Haití contra la catástrofe humanitaria, entre otros ejemplos, y llevaron la pelea contra el coronavirus a 18 países del mundo. El rechazo de esta entidad corporativa no es otra cosa que la defensa los intereses de las clínicas privadas contra la salud de la mayoría de la población.
A este rechazo derechista se sumó el presidente de la Asociación de Médicos Municipales, Jorge Gilardi. La burocracia sindical que no pelea contra la precarización laboral ni contra los magros salarios de Ciudad, que calla frente a los sobreprecios de los barbijos (“atados con gomita”) de Rodríguez Larreta en CABA, que no dice nada del contagio del coronavirus en hospitales como el Zubizarreta y que es cómplice del “5x1” que quiere llevar adelante el gobierno porteño, se suma a esta oleada derechista. Quienes luchamos sabemos de qué lado estar.
Lo que resulta interesante de esto es, además, observar las diferencias que explican el colapso del sistema de salud argentino en contraposición a la medicina cubana, que lleva su pelea contra la pandemia a todo el mundo.
¿Por qué Cuba “exporta” profesionales de la salud?
Las brigadas sanitarias cubanas ya se desplegaron en 18 países del mundo desde la expansión del Covid-19. Esta capacidad (en La Habana se encuentra la mayor cantidad de profesionales de salud por persona) es fruto de un servicio médico gratuito y universal de alcance casi total. No se nos escapa que el sistema de salud en la isla está sufriendo cambios; hay un proceso de privatización, como sucede con la “Comercializadora de servicios médicos cubanos S.A” que tiene clínicas de primer nivel y hotelería cinco estrellas, destinada a turistas extranjeros, los altos funcionarios del Estado cubano y el servicio diplomático extranjero. La contrapartida es que los hospitales de la isla han sido abandonados en su infraestructura y en su atención.
Así y todo contrasta con aquellos países en los cuales la inserción privada en la salud es múltiple. Según el diario estadounidense New York Times, “un bebé estadounidense tiene un 50% más de posibilidades de morir que uno cubano” (19/1/19). A su vez, un informe de la publicación Modern Healthcare indica que una cirugía de cadera que en USA tiene un costo de alrededor de los 12.500 dólares en Cuba sale alrededor de 15 como mucho, mientras que un trasplante de riñón que en La Habana puede llegar a tener 4.900 dólares de costo en EE.UU. sale casi 10 veces más.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, con cifras del 2014), Cuba tiene de gasto en salud el 11,1 % del PBI. La Argentina, en ese mismo índice, no llega al 5%, y tiene la mitad de gasto social en salud per cápita que La Habana.
Estos números están lejos de ser mágicos ni azarosos. Al margen de los debates sobre el castrismo y la revolución en la actualidad, Cuba armó una coordinación y un comando único en esta materia. Esto implicó que el sistema sanitario no tenga que “competir” contra el lucro, algo que ha llevado a muchos Estados al deterioro y a la desinversión en salud para favorecer a los privados. La Argentina y la provincia de Buenos Aires son particulares ejemplos de esto último.
Argentina, PBA y un sistema sanitario colapsado
La pandemia ha expuesto de manera sideral el vaciamiento del sistema de salud en nuestro país. La Argentina, por ejemplo, tiene siete mil respiradores para 40 millones de personas y no cuenta con las camas de internación suficientes, dos tercios de las cuales se encuentra en el sector privado. El país, fruto de la carencia de elementos de protección, ha llegado al primer puesto del ranking de mayor porcentaje de trabajadores y trabajadoras de la salud con contagio, con una tasa del 14%.
La provincia de Buenos Aires, lugar al que irían las brigadas cubanas, es un ejemplo bien concreto de esto. En 2019, el gobierno de Vidal redujo el presupuesto de salud del 6,3% al 5,5%. Kicillof (en sintonía con toda la partida nacional) extendió este presupuesto con un 55% de inflación encima, y no realizó ninguna inversión significativa desde la llegada del coronavirus. El gobernador no se guardó ningún gasto, eso sí, a la hora de pagar 250 millones de dólares de deuda y sostener los vencimientos provinciales.
Esta situación se traduce en faltante de insumos y carencia de elementos de protección. Uno de los kits entregados a fines de marzo tenía mascarillas para trabajos de pintura en lugar de barbijos. A su vez, la provincia de Buenos Aires tiene una escasa capacidad de internación, mientras que la OMS recomienda 7 camas cada mil habitantes, en el sector público (provincial y municipal) PBA cuenta con un 1. En términos salariales, la oferta de la Provincia (rechazada por la CICOP) es de llevar el básico inicial a $ 42.414, por debajo de la canasta familiar.
Como en muchos otros países del mundo, la necesidad de pedir apoyo de profesionales de Cuba, algo que defendemos absolutamente, expone una situación de colapso que marca la imposibilidad de pelear con recursos propios contra la pandemia.
Siempre con las y los trabajadoras/es
Desde el Partido Obrero y el FIT, rechazamos la campaña derechista, gorila y proyanqui de las entidades corporativas, la burocracia sindical y los medios de comunicación como La Nación e Infobae. A su vez, planteamos que las medidas a tomar contra el colapso sanitario son la triplicación del presupuesto y la centralización del sistema de salud, el pase a planta de las y los trabajadoras y trabajadores que no estén en esa condición y la contratación de concurrentes y egresados y egresadas de las distintas carreras vinculadas a la salud a nivel nacional próximos a rendir el examen de residencias. El país debe dejar de pagar la deuda y poner todos los recursos al servicio de la lucha contra la pandemia.
La pelea por la salud implica una lucha contra el lucro privado. Peleamos contra la pandemia luchando contra el capitalismo. En la Argentina y el mundo.
Emiliano Bonfiglio y Santi Nuñez
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