domingo, abril 19, 2020

Bolsonaro fuerza la salida del ministro de salud



Un nuevo salto en la crisis política de Brasil.

A través de su cuenta de Twitter, Henrique Mandetta anunció este jueves 16 su dimisión como ministro de salud de Brasil por orden del presidente Jair Bolsonaro. Esta salida forzada representa un nuevo capítulo en la enorme crisis política que atraviesa el país, y es que el manejo de la pandemia por parte del presidente -así como la agudización de la crisis económica- lo ha llevado a fuertes choques al interior de su gabinete.
La eyección de Mandetta constituye un gesto de autoridad por parte de Bolsonaro, quien venía sosteniendo públicamente diferencias con su ministro respecto a las medidas frente al Covid-19. Entre los rumores de todo tipo que circularon estas semanas, algunos hablaban de un presidente completamente desautorizado por las fuerzas armadas y algunos de sus ministros, que aparecían apuntalando a Mandetta frente al desastroso manejo de la pandemia por parte del presidente. Bolsonaro se encuentra sumamente debilitado. Mientras crecen las versiones sobre reuniones de las fuerzas armadas con el vice Hamilton Mourao, de cara a un potencial relevo político, el mandatario ha denunciado un complot para destituirlo por parte del jefe de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, el gobernador de San Pablo, Joao Doria, y la Corte Suprema (Brasil 247, 17/4).
Con el despido de Mandetta, Bolsonaro busca avanzar también hacia un levantamiento de las medidas de aislamiento social, aun a costa de un agravamiento de la pandemia, en función de los intereses de las patronales.
Brasil acumularía al día de la fecha, según las cifras del gobierno, más de 30 mil casos confirmados. Pero estos números quedaron en los últimos días en el ojo de la tormenta. Un estudio realizado por investigadores de un consorcio de universidades e institutos, el comúnmente denominado Centro de Operaciones de Salud e Inteligencia, arrojó que las estadísticas reales podrían superar en 12 veces a las oficiales. A esta investigación se sumó también la desarrollada por la Universidad de San Pablo y la Universidad de Brasilia, que indica que la cantidad real de contagiados podría ser no 12, sino 15 veces mayor (El Cronista, 14/4).
La comunidad académica del Centro de Operaciones de Salud e Inteligencia advierte que la enorme disociación numérica se debería, no sólo a un ocultamiento de cifras, sino sobre todo a la reducida cantidad de tests (296 por cada millón de habitantes). Este es precisamente uno de los motivos, más allá de la negativa del mandatario a declarar la cuarentena, que desató el cortocircuito entre Bolsonaro y Mandetta. El exministro de salud presionó constantemente por hacer más abarcativos los testeos y llevarlos a cabo ante cualquier caso de sospecha. Sin embargo, el presidente se sostuvo firme en realizarlos sólo a los pacientes graves, lo que explicaría para los académicos esta ausencia absoluta de un registro asertivo de contagios.
Al respaldo de Mandetta salieron rápidamente los gobernadores que ocupan la primera línea del grupo más enfrentado al presidente, como es el caso de Wilson Witzel de Rio de Janeiro -recientemente contagiado de coronavirus- o Doria, uno de los grandes protagonistas de esta crisis política, quien declaró este jueves 16 que “Brasil enfrenta dos virus: el coronavirus y el Bolsonarovirus”. Los gobernadores instrumentaron medidas de cuarentena y se distanciaron de Bolsonaro en defensa propia. De todos modos, hay una enorme hipocresía en sus declaraciones, puesto que impulsan cuarentenas limitadas en sus estados, que habilitan a patronales de rubros no esenciales a seguir operando.
Bolsonaro ya había intentado destituir a Mandetta en una reunión convocada el lunes 6 en el Palacio del Planalto, intento que se habría visto frustrado por la rotunda oposición del general (y jefe de gabinete) Walter Braga Netto -a quien la prensa lo había definido de manera rumorosa como ‘el nuevo presidente operacional’-, los ministros, el Congreso y el propio vicepresidente. Fue el mismísimo vice, Hamilton Mourão, el que, literalmente, declaró tras la reunión: “Mandetta sigue en combate. ¡Él se queda!”. Algunas versiones, sin embargo, consideran que los integrantes del “ala militar” habrían aceptado finalmente la salida de Mandetta (O Globo, 13/4), dándole la estocada final.
Desde su comienzo, el gobierno de Bolsonaro ha estado marcado por todo tipo de disputas en sus propias vísceras, comenzando por la rivalidad con el propio Mourão, que ha actuado como contrapunto del primero en cuestiones claves como el vínculo con China y la cuestión venezolana.

Los trabajadores

En el escenario de crisis, los ex candidatos presidenciales Fernando Haddad (PT), Ciro Gomes (PDT) y Guillerme Boulos (Psol), junto a otros referentes políticos, reclamaron la renuncia de Bolsonaro. La línea del PT consiste, en nombre de la lucha contra Bolsonaro, en tender lazos con otros sectores de la derecha. Por medio de esta rosca, el PT busca reconquistar el apoyo de la burguesía.
En medio de la ofensiva brutal del gobierno contra las masas (despidos, suspensiones masivas, privatizaciones, etc.), la CUT y las principales centrales sindicales permanecen en el inmovilismo. Esto a pesar de la disposición a la lucha de los trabajadores, que se vio en numerosos paros y reclamos laborales y por condiciones de seguridad e higiene ante la pandemia.
Los trabajadores de Brasil tienen que interceder en la escena política de manera unificada y bajo un programa propio. Es necesario la organización por la prohibición de todas las actividades no esenciales. Por la prohibición de despidos. Licencias sin afectar el salario. Centralización del sistema de salud. No pago de la deuda externa. En esta perspectiva, es necesario poner en pie un plan de lucha, que apunte hacia la huelga general, para echar a Bolsonaro.

Gustavo Montenegro y Manuel Taba

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