La masiva participación de jóvenes se tradujo en la ocupación multitudinaria de la Plaza Dignidad horas antes del cierre de las mesas de votación. La Plaza Dignidad se encontraba custodiada por Carabineros, pero fue tomada por los militantes de la Primera Línea. Poco más tarde, y a un año de la denominada “marcha más grande de Chile” -superada luego por más de dos millones de mujeres el pasado 8M- miles de manifestantes llegaron a celebrar el inminente triunfo en las votaciones. La movilización duró hasta la madrugada, bien pasado el toque de queda nocturno que rige en Santiago.
Apenas contadas un tercio de las mesas escrutadas, Piñera dio un discurso por cadena nacional desde La Moneda, para advertir que “una Constitución nunca parte de cero, porque siempre debe recoger la herencia de las generaciones que nos antecedieron.
Ni el oficialismo ni tampoco la oposición confían en que la rebelión se apegue a las normas y propósitos del calendario electoral de los próximos dos años. Pretenden, como máximo, encontrar alguna fórmula para que el Estado asista a la población pauperizada por el régimen de las Asociaciones de Fondos de Pensiones (AFP), la apropiación de los recursos naturales, la liquidación de los derechos laborales, y el lucro de la educación y la salud. Si esta concesión mediocre no ocurrió con viento económico a favor, con viento en contra se estrellará frente a la crisis, que ya ha dejado un 25% de desocupados. La apuesta tiene en el momento una perspectiva desfavorable, para decirlo con lenguaje timbero. La norma que obliga a la Convención a reunir dos tercios de los votos para aprobar los artículos constitucionales, podría ofrecer un instrumento de bloqueo al intento constitucionalista en su conjunto. Las elecciones presidenciales que tendrán lugar antes que la Convención complete su tiempo de funcionamiento, es un incentivo para que el gobierno y la derecha saboteen la confección de una carta constitucional.
Los trabajadores chilenos son totalmente conscientes de que ellos vienen marcando la pauta de la situación política del país, es lo más relevante de la situación política. La continuación del gobierno, su política anti-obrera, los vaivenes de la crisis económica y, sobre todo, la crisis humanitaria que ha dejado planteada la pandemia, plantea una agudización revolucionaria de la lucha de clases. La constituyente que se ha abierto es, con todas sus artimañas, la imposición de un proceso de acumulación de fuerzas potencialmente revolucionaria contra el régimen vigente. A cada paso por la lucha de cada reivindicación popular y contra los impedimentos y maniobras que el régimen desee colocarles, las trabajadoras y trabajadores chilenos reunidos en ollas comunes, comité de cesantes, asambleas populares, organizaciones sindicales, estudiantiles y de mujeres, ganan convicción y fuerza sobre sus posibilidades de derrocar al gobierno. Asoma la lucha por el retiro del 10% de sus fondos de pensiones. En las bases que no confían en los partidos tradicionales, ni en las escisiones que han salido de ellos, hay un reclamo por para que la elección de delegados a la Convención sea decidida en asambleas populares. Lo contrario es visto como una confiscación de derechos políticos.
¡Viva la rebelión chilena! Los trabajadores y trabajadoras del mundo abrazamos orgullosos su nueva victoria.
Javiera Sarraz
26/10/2020
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