La huelga se mantuvo: unas dos millones de personas se movilizaron en todo el país y se enfrentaron a la represión brutal que tiró bombas lacrimógenas y detuvo a más de cuatrocientas personas, principalmente en Yakarta, capital del país, Yogyakarta, Medan, Makassa, Manado y Bandung.
Concretamente, la reforma laboral elimina el salario mínimo general (ahora tomará como referencia los de las regiones, que son más bajos) y liquida varias licencias pagas (como ser por partos, horas de lactancia, enfermedades, etc). Se flexibilizan las regulaciones de control ambiental (por ejemplo, no habrá sanciones por incendios o desechos tóxicos) y de contratación a trabajadores extranjeros. Por último, aunque aún no fue especificado, se habla de un aumento en la jornada laboral y una reducción en las indemnizaciones por despidos.
El propósito de estas reformas es mejorar la “competitividad” frente a países vecinos con salarios muy bajos (como Tailandia y Vietnam) y atraer inversiones extranjeras. En el último año, unas cincuenta multinacionales abandonaron -o amenazan hacerlo- el país, trasladándose a Vietnam, Malasia o Tailandia. Además, para fines de este año, la economía entraría en recesión por primera vez en 23 años (EFE, 8/10).
Si bien tras la aprobación de la reforma se anunciaron algunas inversiones extranjeras (por ejemplo, la aerolínea lowcost Lion Air comunicó el inicio de una nueva aerolínea en el país evadiendo todas las denuncias en su contra y la investigación del vuelo fatal del Boeing 737 en octubre de 2018; la compañía Tesla, por su parte, podría fabricar baterías en el archipiélago), el cuadro de recesión global y las devaluaciones competitivas entre los Estados le ponen un límite a la pretensión del gobierno indonesio.
La extraordinaria huelga de Indonesia, el cuarto país más poblado del mundo, se suma a otros importantes procesos huelguísticos del último período a nivel global (General Motors en Estados Unidos; Correo y petroleros en Brasil; Irán; Bielorrusia, entre otros), que marcan una irrupción obrera.
El desafío de las masas trabajadoras indonesias es profundizar la lucha para quebrar la reforma laboral antilaboral y antiambiental.
Álvaro Chust
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