Trump, sin embargo, acaba de afirmar “que está ´ganando a lo grande´ y que las encuestas nacionales son ´fuck news´” (ídem). Comenzó esta semana un raid de visitas a distritos claves, cuando es un enfermo convaleciente de covid que contagió a más de 30 colaboradores.
Está empeñado en hacer aprobar en el Congreso, en un trámite exprés, a su candidata a la Corte Suprema lo que “daría a ésta una mayoría conservadora de 6-3 que podría conducir a fallos que revoquen los derechos al aborto, amplíen los derechos religiosos y de armas y mantengan las restricciones al voto, entre otros temas” (Reuters, 12/10).
Con relación al accionar de las bandas armadas derechistas, Biden y Harris dejaron pasar las amenazas de esas bandas a la gobernadora de Michigan, que fue amenazada. En la mayoría de los estados más disputados hace meses que se denuncia que bandas paramilitares están al acecho para actuar. En Carolina del Norte, uno de los estados más disputados, comunidades negras han denunciado el terror del supremacismo blanco. (The Guardian, 13/10). Después de lo de Michigan no se ha iniciado ninguna investigación federal.
Pero si Trump se tambalea por varios lados, no se amilana, Biden, “continúa enfrentando sus propios desafíos, incluidas preguntas persistentes sobre qué hará con la Corte Suprema” (Haaretz, 12/10). El corresponsal de este diario se pregunta: ¿”Es demasiado tarde para que Trump cambie las cosas”?, cuando encima “EE.UU. enfrenta la peor crisis de salud en un siglo”. “Los problemas que enfrenta Trump —dice— son profundos”. El calendario de viajes de Trump esta semana subraya su posición política. “Sin ganar Florida, Trump prácticamente no tiene camino a la reelección. De hecho, si Biden gana Florida de manera decisiva, toda esta charla sobre un resultado electoral retrasado podría olvidarse rápidamente” (ídem).
Norberto Malaj
13/10/2020
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