Los especialistas aseguran que esa gran diferencia entre las dos principales potencias económicas del mundo se debe a que China, desde los primeros momentos tomó las medidas pertinentes para controlar la enfermedad, en contraposición de Estados Unidos cuyo presidente Donald Trump desestimó la gravedad del virus.
El retroceso norteamericano viene ocurriendo desde la última década y se incrementó con la aparición del coronavirus, debido fundamentalmente a la desidia de sus funcionarios para enfrentarla.
Varios datos señalan las debilidades del gigante estadounidense pues a pesar de que es una potencia con recursos y capacidades muy importantes para el bienestar de la mayoría de sus habitantes, el salario real hoy es más bajo que hace 40 años.
Bajo esa premisa, el empleado promedio debe trabajar el doble de años que tres décadas atrás para pagar el precio de un pequeño apartamento.
El nivel de desigualdad ha empeorado progresivamente entre la población con el estancamiento de los salarios reales en comparación con el costo de la vida. Casi 50 millones de personas se hallan por debajo de la línea de pobreza y el 36 % de los norteamericanos carecen de seguro médico que les dan acceso a una atención especializada de salud.
En la última década los suicidios aumentaron 24 % y a la par disminuyó la esperanza de vida que se sitúa en solo 76.10 años. En Cuba, un país en desarrollo y bloqueado económica y financieramente por Washington esa índice es de 78,2 años.
Recientemente el Departamento de Comercio informó que la economía del país se contrajo en el segundo trimestre de 2020 al ritmo más rápido de su historia y supone la mayor debacle desde la Segunda Guerra Mundial.
Según la Oficina de Análisis Económico de ese Departamento, el Producto Interno Bruto (PIB) real disminuyó a una tasa de 32,9 % en el segundo trimestre de 2020 motivado por los desastrosos efectos de la pandemia. En el primer trimestre fue de menos 5 %.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estimó la caída del 7,3 % del PIB estadounidense para 2020, cifra que se podría alterar si se mantiene o incrementa la ola de coronavirus.
Mientras, China emerge como la potencia que terminará el año de la pandemia con crecimiento económico positivo. Si en el primer trimestre su PIB se situó en menos 6,8 %, en el segundo trimestre creció un 3,2 % superando todos los pronósticos de los analistas.
La Oficina Nacional de Estadísticas del gigante asiático indicó que “en el segundo trimestre el crecimiento pasó de ser negativo a positivo”, en un contexto de reactivación de la economía tras el estancamiento provocado por el coronavirus y que “las perspectivas del mercado son buenas en general”.
En términos nominales, la riqueza total de China en el primer semestre se situó en 45,66 billones de yuanes (6,53 billones de dólares).
Para el gobierno de Beijing ha sido fundamental la política sanitaria adoptada en toda la nación mediante la cual ha podido controlar la covid-19, incluso en personas asintomáticas.
Desde el 16 de agosto no registra contagios locales y solo se han detectado casos importados, personas que inmediatamente pasan a una cuarentena de 14 días.
Como es lógico, esta forma de detener la proliferación de la enfermedad, contrasta con las aplicadas en Estados Unidos y otras naciones occidentales. Para alcanzar ese logro ha resultado imprescindible la aplicación de una política de salud gratuita.
La agencia IHS Markit informó que las exportaciones representaron el 20 % del total global entre abril y junio, siete puntos porcentuales más que en el mismo período de 2019, y también se aplicó la alternativa de elevar el consumo interno entre su amplia población.
En la recuperación del gigante asiático ha influenciado la rápida transformación digital de su economía que estaba creciendo con fuerza antes de la pandemia, y que con ésta se aceleró.
En 2018 ya representaba el 34,8 % del Producto Interno Bruto (PIB), porcentaje que fue creciendo año tras año por encima del crecimiento del Producto.
Zhang Jun, decano de la Facultad de Economía de la Universidad de Fudan y director del Centro de Estudios Económicos de China explicó que las familias al no poder salir de sus casas, adoptaron aplicaciones como JD.com, Meituan, Eleme y Pinduoduo para compras diarias de productos.
Las empresas aprovecharon las herramientas digitales, desde plataformas de comunicación como Enterprise WeChat y DingTalk hasta contratos electrónicos, para mantener sus negocios en funcionamiento.
El resultado final ha sido que China se encamina hacia su reactivación económica, mientras que en Estados Unidos aun no se ve la luz al final del túnel.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
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