La nueva película de Netflix, Enola Holmes, está basada en uno de los seis libros de la saga de Nancy Springer, Las aventuras de Enola Holmes (The Enola Holmes Mysteries). Cuenta la historia de una muy menor hermana del clan Holmes, quien poseería la agudeza e inteligencia propia de sus famosos hermanos. Con la actuación de la estrella de Stranger Things, Millie Bobby Brown, Netflix se jugó a cautivar nuevamente al público juvenil (y no tanto) con esta nueva entrega.
Si algo se puede destacar siempre en las producciones de la plataforma es su excelente ambientación y vestuarios. Los equipos de producción le dan en el clavo a una tras otra de las ficciones que estrenan. Algo similar ocurre con el reparto de actrices y actores que hacen gala en cada propuesta. No suelen tener el mismo mérito los guiones, a los cuales en más de una oportunidad la crítica acusa de predecibles y redundantes. Enola Holmes no escapa a ninguna de estas características, aunque resulta admisible para una tarde de pochoclos.
El voto femenino en la Inglaterra de principios del siglo XX
Ambientada a principios del siglo XX (literalmente en 1900) y con un abusivo uso de la ruptura de la cuarta pared (hablar con el público mirando a cámara buscando complicidad), Enola se despierta el día de su cumpleaños 16 descubriendo que su madre la abandonó. Así comienza esta aventura de misterios donde la menor de los Holmes demostrará sus dotes de deducción detectivesca y muchas habilidades con las que su madre la ha preparado para este momento.
El fondo de la trama se relaciona con la reforma que debiera tratar la Cámara de los Lores habilitando el voto femenino, que para el año en que transcurre el film ya había tenido varios reveses parlamentarios a lo largo de las décadas. La película muestra tanto la fuerte oposición por parte del Partido Liberal y el Partido Conservador a la consagración de ese derecho -“es importante que se preserven estos ideales por el bien del futuro de Inglaterra” dirá alguno de los personajes-, como el reclamo de las mujeres por el mismo.
Las sufragistas, como se las conoció en aquella época, protagonizaron huelgas de hambre, provocaron incendios y se encadenaron frente al palacio de Buckingham: “para que te oigan hay que hacer ruido”, comentará más adelante alguien en esta película. El reclamo llegará a movilizar a una gran masa de mujeres en los años siguientes, tanto en Inglaterra como en varios países del mundo. Será esa lucha, incluso con los límites de las direcciones sufragistas -que pondrán en pausa su actividad durante la Primera Guerra Mundial, manifestando su apoyo a la “causa patriótica” de la burguesía imperialista-, la que obligará al Partido Laborista a apoyar el voto femenino, y al Parlamento británico a aprobarlo en 1918.
Sin embargo, la película de Netflix pone en escena esa lucha para luego desacreditarla de manera bastante explícita y tomar otra ruta, en que no será la organización de mujeres la que logre el derecho mediante la revuelta, sino una movida parlamentaria que aparece entrelazada con la deducción de la joven Holmes. Incluso, presentando a un sector de la aristocracia y a sus decisiones como progresistas.
¿Sherlock Holmes un aliade?
Antes de cerrar esta reseña, la fallida representación del famoso detective en este film no puede dejarse de lado.
La trama muestra a un Sherlock que no solo siente empatía, sino también orgullo y respeto hacia su madre y más tarde hacía su hermana. Incluso, sin hacer del todo gala de sus dotes deductivas, guiñará más de un ojo a Enola para que termine por resolver el misterio. Esta representación no deja de llamar la atención para les conocedores de la historia original del escritor británico Sir Arthur Conan Doyle. En aquella icónica obra, el mejor y más importante detective de Inglaterra, es un hombre distante y hasta sociópata, cuyo único interés está puesto en la complejidad que le representa la resolución de un acertijo. Sherlock solo toma casos que le signifiquen un reto y un desafío a su intelecto. No lo motivan las buenas acciones, ni la igualdad, ni siquiera (del todo) la justicia. Y finalmente, la única mujer a la que Sherlock respeta es a Miss Irene Adler, o como la llamaría Watson “la mujer”. El film elige presentar a Sherlock más bien como un «aliade», en una reconversión poco convincente y que parece más bien guiada por la popularidad del personaje.
Con tales enfoques, entrelazados con algunas imprecisiones históricas, Enola Holmes puede satisfacer a quien busque pasar la tarde perdiéndose en los escenarios de esa Inglaterra de comienzos del siglo XX, resolviendo misterios.
Beita De
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