viernes, octubre 16, 2020

Trigo HB4: glufosinato de amonio, o el pan y los fideos contaminados


Un agrotóxico más nocivo que el glifosato. 

 Con la aprobación del trigo transgénico HB4 empezó a ser común hablar del glufosinato de amonio. Es un agroquímico solo conocido por los técnicos inmiscuidos en esta práctica. 
 Lo que es esencial saber es que, de llegar a comercializarse ese trigo, en tu mesa habrá pan, fideos, pizzas, galletitas y todo lo que contenga harina portando residuos de este producto.  
La firma Bayer-Monsanto comercializa el más conocido desde hace bastante tiempo: Liberty. Siendo su fórmula química glufosinato de amonio: amonio-(-3-amino-3-carboxipropil metil fosinato)…20 g.
 Desde 2011/2021 se usa en los cultivos transgénicos de soja, maíz, algodón, pero aplicado sin restricciones desde 2018 cuando el gobierno de Cambiemos lo liberó al uso público. Pero ahora que el gobierno de Alberto Fernández aprobó el primer trigo transgénico, no se sabe cuál será su adopción. Hay problemas serios en el tema comercialización, ya que en el país varias cerealeras y organizaciones de productores se han manifestado en contra, al igual que en Brasil, primer comprador de nuestros trigos. 
 No hay dudas que la utilización del glifosato ya no es eficiente para el control de varias especies de malezas que han desarrollado resistencias a ese producto, y por lo tanto las empresas en los últimos años han desarrollado eventos resistentes a glifosato, glufosinato e isoxaflutole, facilitando el control de malezas resistentes a partir de herbicidas con diferentes mecanismos de acción. 
 El glufosinato de amonio es un herbicida organofosforado, foliar de amplio espectro, no sistémico, no selectivo y según las empresas que lo producen es de características ambientales favorables. 
 La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo clasifica como moderadamente peligroso (Grupo II). En Argentina ya hace años el investigador del Conicet Andrés Carrasco consideró al glufosinato de amonio un producto “más tóxico que el glifosato”. Explicaba además que “quien utilice estos nuevos OGM combinará la aplicación de dos herbicidas en el proceso de pulverización, aumentando los riesgos a la salud y el ambiente”. 
 Recientemente, otro investigador Argentino, Damián Marino, expresó: “La FAO (la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) establece que para el glifosato la ingesta diaria admisible, es decir lo que se supone que una persona puede consumir sin que le genere efectos, es de 0,3 miligramos por kilo de peso corporal. Para el glufosinato de amonio es de 0,02 miligramos. La FAO te está diciendo entonces que el glufosinato es 15 veces más tóxico y más problemático que el glifosato”. Químicamente son prácticamente iguales, la única diferencia entre ellos es un átomo de carbono. 
 Otras investigaciones internacionales han determinado que la exposición a glufosinato afectó el peso relativo y de los órganos de importancia como riñones, pulmones, vesículas seminales, glándulas coagulantes y testículos, así como también causa alteraciones sobre los parámetros de calidad, ADN y cromatina espermática, afectando dos etapas de la espermatogénesis, lo cual podría impactar negativamente en la capacidad fértil masculina. 
 Como dice Marino: “No hay ningún justificativo ético ni científico para la aprobación del trigo transgénico”. Promocionado como “la primera variedad transgénica del mundo”, capaz de tolerar situaciones de sequía y salinidad, en realidad esconde sus genes de resistencia al glufosinato de amonio.
 La base de la comida argentina es el trigo. Sólo el interés de las empresas incentiva esta aprobación de este transgénico, a lo que se suma la desesperación del gobierno de Alberto Fernández por encontrar otro atajo para conseguir dólares para el pago de la deuda. El trigo HB4 no debe aprobarse. 

Raúl Stevani

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