La suba constante del dólar es la señal de una crisis financiera inminente y de una crisis política de alcances indeterminados. Quienes hacen el trabajo de zapa de esta devaluación paralela tienen u$s7 mil millones en contratos de futuros, vinculados a la cotización del mercado oficial. Una mega devaluación les reportaría un beneficio colosal. Se repite la novela que protagonizaron Vanoli y Kicillof en 2015, en beneficio de los Caputo y los Sturzenegger.
Otro tanto ocurre con quienes guardan la soja o no liquidan la exportación agroindustrial. Una devaluación sería, además, un doble premio para quienes sacaron divisas del país. Hay una fuerte especulación sobre la quiebra del Banco Central y sobre la quiebra del Tesoro. Sobre ella se monta una crisis política. La consecuencia inmediata de una devaluación sería la suba de precios y de tarifas, en medio de una inflación que es del 3% mensual, a pesar de la caída del consumo y de la demanda agregada.
El gobierno enfrenta una crisis de reservas por varias razones. Una es el pago de los intereses de la deuda externa durante el tiempo de la negociación con los fondos internacionales. Para conseguir un alargamiento de plazos de la deuda no se le ocurrió nada mejor que pagar por adelantado. La razón principal, sin embargo, es la gestión capitalista de la pandemia.
Por un lado, los subsidios a la población sin empleo fueron financiados por medio de Leliqs, a una tasa anual del 40%, o sea mediante deuda pública. Entre Leliqs y pases pasivos, el Central acumula una deuda de casi tres billones de pesos. En el mismo plano, financiar la pandemia, se ubica el aumento de la deuda del Tesoro. La gestión económica de la pandemia se convirtió en un negocio bancario y financiero.
Por otro lado, las grandes empresas recibieron rescates de todo tipo: préstamos subsidiados, aportes no retornables e incluso créditos corrientes que fueron derivados a la especulación cambiaria. La pandemia precipitó, en todo el mundo, un rescate sin precedentes del capital, no de la vida. Quedó expuesto el rol nefasto de la privatización de la salud, de los ajustes y del enorme deterioro de las condiciones de vida de los pueblos.
El neoliberalismo o el anarco capitalismo atribuye la crisis a un exceso de pesos en circulación, no añade que esos pesos los tienen en su poder los capitalistas, financiados por el estado, no los trabajadores. La maniobra de usar los pesos para llevar el dólar a 170 pesos, para vender luego la soja o cobrar la diferencia en el mercado futuro, es mucho más que un "puré".
Todo esto ocurre, incluso en mayor medida, a escala mundial. La deuda pública alcanza la friolera de US$ 80 billones, el ciento por ciento del PBI de todo el mundo. Es el dinero volcado por el estado al capital. La deuda pública norteamericana alcanzó los US$ 28 billones, un 140% del PBI. En lugar de instrumento de salida para una crisis humanitaria, el capitalismo opera como una pesada carga adicional para el ser humano. En Argentina ha sumido el salario y la jubilación en una miseria sin precedente, y agravado la atención de la salud, la vivienda y la educación. La mega devaluación en ciernes amenaza llevar a la Argentina trabajadora a una catástrofe. A la pandemia le quiere sumar una hiperinflación.
La operación devaluatoria apunta a acelerar un acuerdo con el FMI. Más allá de alargar los plazos de pagos de la deuda dejada por Macri, el reclamo es que el gobierno solicite un préstamo de emergencia y que otorgue al FMI la tutela de un plan económico. Acelerar, asimismo, las reformas previsionales y laborales. Significaría descuartizar al gobierno con mucha anticipación al vencimiento de su mandato. De otro lado, el elenco devaluador reclama despojar a la actividad económica del peso de las restricciones de salud; una gran parte del establishment mundial caracteriza a las cuarentenas o confinamientos de cualquier tipo como una estatización de la economía. La piedra libre podría terminar en un ‘rodrigazo’.
El gobierno de los Fernández se encuentra inmovilizado por todas estas contradicciones. Superan su capacidad de arbitraje y de gestión. El nudo será cortado, por un lado, por crisis políticas al hilo y, por el otro, por movilizaciones populares.
Jorge Altamira
16/10/2020
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