“El groncho y la dama” era un sketch de un programa de humor en televisión de hace décadas. Allí la intención del guion de conciliar clases antagónicas mediante la presentación de tipos sociales fue superada por el arte de la actuación. A él le tocaba actuar “El groncho” que atravesaba la pantalla accionando un trabajo minucioso, previo, de construcción de una conducta, un carácter. Sin que el público note ningún rastro de ese trabajo previo, tarea de artista.
Señala a La Nación Pepe Soriano, compañero de escena en una obra exitosa de los últimos años, que “Hugo, era de una formación, de un rigor, de una seriedad que no es frecuente. Es un ejemplo de contención. Él decía ‘Menos es más’”.
Los personajes que creó eran verosímiles, parecían “de verdad”, en comedia, drama o tragedia; sin despegarse de la idea de ficción él mostraba que existían, con todas sus contradicciones, como reflejo de la humanidad.
Antes de ser actor ejerció oficios de todo tipo. Hasta pasó por una fábrica de armas, en la cual duró poco porque armó un revuelo al quejarse de las condiciones de trabajo. Cuando de casualidad encontró la actuación como su tarea en la vida. Empezó a actuar y, a la par, a estudiar: “estudié teatro toda la vida. Por el deber de nada, sino por el placer de la búsqueda de construir una conducta, un carácter”, dijo.
Huguito Araña era otro personaje, allí creó una mariquita periodista que reporteaba figuras o estrellas. El carácter simpático que le imprimió estaba inscripto en la mirada popular del “tipo” social de la época, como las mariquitas que nombraba el poeta Federico García Lorca. En esa época la lucha por los derechos de los homosexuales y las personas diversas empezó a ser consistente y desde organizaciones lo cuestionaron considerándolo un “cliché” que desvirtuaba el objetivo de la lucha. Pero al mismo tiempo, adolescentes o niñes en la época tenían también otro mirar, como lo recuerda ayer en su Instagram Emiliano Figueredo: “Cuando veía a Huguito Araña sentía que ser puto como él podía ser divertido y no estaba tan mal. Eso lo logra un actor que interpreta con amor y conciencia”.
Fue una cita de honor asistir a su actuación en 1938 Un asunto criminal. Fue la ocasión para ver a dos grandes: él y la actriz Beatriz Spelzini, ambos alumnos desde jóvenes de su maestro de actuación Augusto Fernandes, autor y director de esa pieza de madurez. La escena se asentaba desde la mirada de la época de ascenso del nazismo, en Bariloche. El director se preguntaba allí por “los crímenes que están ocurriendo. Por qué razón hay tantos, por qué razón hay tanto maltrato con las mujeres, tanta muerte. No solo en Argentina. Creo que los roles se corrieron desde que la mujer comenzó a emanciparse”. Fueron actuaciones magistrales de ambos. Y sirve como documento, para decir que Hugo Arana fue un gran actor en todos los terrenos de la actuación, en la comedia, en el drama y en la tragedia.
Estuvo casado con la actriz polaca Marzenka Novak, por 44 años hasta que ella falleció en 2011. “Ella era polaca, su humor era muy distinto, pero nos gustaba el humor del otro”, señaló, y contó que se enamoraron al verse actuar.
Había sido internado tras sufrir una fuerte caída en su domicilio, dice un diario, y posteriormente un estudio de rutina determinó que tenía Covid. Y dice Juan, su hijo, que “pudo haber ingresado al sanatorio con coronavirus, o quizás se lo contagió allí”. Hurgar en el tema es un asunto político donde deberíamos considerar el estado del sistema de salud, pero alejaría del homenaje a su memoria, objeto de esta nota.
Justo antes de escribirla miré en Youtube el video de los ensayos avanzados de Intervención Ferreyra, una acción teatral que invadirá los parques en el aniversario del asesinato de Mariano Ferreyra. Ví allí actrices y actores jóvenes dando una batalla en la historia, ganando el espacio libre donde nació el teatro, con actuación -otra e igual a la de Hugo- y me trae alegría.
El actor en estos días señalaba que no era sencillo llegar a fin de mes con una jubilación mínima y tras varias operaciones. 55 años de vida en la escena de cine, televisión y teatro. La última actuación de Hugo Arana fue con Moro Anghileri, una microficción en internet llamada No te olvides de mí. Su personaje era el de un señor que estaba internado en un geriátrico. Solo recomendable para quienes no teman llorar.
Iván Moschner
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