Hamdok llegó al poder luego de la revolución que derrocó al dictador Al Bashir, en el año 2019. Su "gobierno de transición'' fue fruto de un pacto entre civiles y militares. Handok, estuvo en el poder hasta que fue destituido por un golpe de estado, el pasado 25 de octubre. Después de semanas de levantamientos populares y bajo la presión del imperialismo yanqui, el mandatario fue restituido tras firmar un acuerdo con el líder golpista, Abdel Fattah Al Burhan, el cual revisaba, a favor de los militares, el reparto de poder y las líneas maestras de la transición que se habían concertado en 2019. Los militares no quieren que se avance en las investigaciones sobre ataques a los derechos humanos durante la dictadura ni que las empresas controladas por el poder militar pasen a manos de civiles. Este pacto fue tomado como una "traición" y fue rechazado por unanimidad por los principales actores políticos y sociales del país.
Desde su restitución, Hamdok ha estado al frente de un gobierno títere de los generales. La dimisión del primer ministro sudanés deja al Ejército al mando del Estado prácticamente en solitario.
Este martes, miles de personas participaron en las marchas en Jartum y su ciudad hermana de Omdurman. Hubo barricadas en las calles y quema de neumáticos. Las manifestaciones fueron similares en otras ciudades, incluida la ciudad oriental de Port Sudan. Las protestas del martes han sido convocadas por la Asociación de Profesionales Sudaneses y los Comités de Resistencia Barriales, que fueron la columna vertebral del levantamiento popular por la destitución de Al-Bashir y la resistencia contra el golpe de estado. El movimiento de protesta insiste en un gobierno totalmente civil para liderar la transición hacia las elecciones, una demanda rechazada por los generales que dicen que el poder será entregado solo a un gobierno electo.
Debido a que la situación es cada vez más inestable, la "troika" sudanesa -compuesta por Estados Unidos, Reino Unido, Noruega y la Unión Europea- anunció que no apoyará a un primer ministro designado unilateralmente por los militares. El imperialismo busca presionar a los militares a fin de bloquear una radicalización de las protestas. La principal preocupación de Washington es garantizar que las crecientes tensiones sociales, replicadas en toda la región, no se extiendan a sus aliados: Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y Egipto. Este último es un férreo punto de apoyo de los militares sudaneses. En caso de que se forme un gobierno islámico de cuño militar, podría intervenir en la disputa entre Etiopía y Egipto por los recursos del Río Nilo. A su vez, Sudán tiene una ubicación estratégica en el Cuerno de África, junto al Mar Rojo y la entrada al Canal de Suéz, por donde pasa gran parte del petróleo de la región.
Mauri Colón
06/01/2022
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