Cristina Fernández de Kirchner aprovechó una clase magistral (“Estado, Poder y Sociedad: la insatisfacción democrática”) dada en la Universidad Nacional del Chaco Austral, en ocasión de recibir un doctorado honoris causa, para delimitarse nuevamente del gobierno de Alberto Fernández.
CFK basó lo esencial de su crítica en la gravedad de la situación social, fundamentalmente en la caída de los salarios y el ingreso de los trabajadores (incluso presentó un gráfico que lo corrobora). Apeló a una frase lapidaria para definir al gobierno: “no estamos haciendo honor a tanta confianza que se nos ha dado”. Es decir, ratificó lo que mostraron las elecciones de medio tiempo: el abandono de una parte sustancial de su electorado se explica por el deterioro de las condiciones de vida. Y responsabilizó a esta situación de la “abominación de la política” que un sector importante de la población está procesando.
Y aunque hubo referencias a algunos funcionarios en particular (Matías Kulfas, Roberto Feletti, etc.), CFK fue más lejos y repasó sus “advertencias” previas tratando de correrse de la responsabilidad que a ella y su fuerza política les toca en el rumbo que el propio gobierno fue tomando sobre todo cuando el kirchnerismo lo integra poniendo el 60% de los funcionarios del mismo. En términos más inmediatos, omitió referirse a cómo va a actuar el kirchnerismo en relación a la estipulación de los aumentos de los servicios que se tratará en las audiencias públicas de la próxima semana. Según trascendió los funcionarios K del sector (secretarios y subsecretarios) no concurrirían a las mismas y dejarían en manos de Martín Guzmán la firma de los decretos. Es decir, dejarían correr.
La crítica fue dura y dejó claro que hay una división en el seno de la coalición gobernante. Cristina planteó la necesidad de que el Estado apele a sus recursos para intervenir, lo que éste no estaría haciendo por no haber seguido sus advertencias, por no haber impedido que un “grupo de vivos” se quedara con los beneficios del superávit comercial, etc. Lo que CFK omitió es explicar por qué en los 12 años de gobierno K esto no alcanzó para impedir el aumento de la pobreza, la inflación y la fuga de capitales.
CFK critica al gobierno pero no rompe con él, actuando además en cuestiones vitales como sostenedora de la política oficial de acuerdo con el Fondo. Es lo que hace la burocracia sindical que le responde: Sergio Palazzo, el bancario, firmando -con la felicitación explícita de CFK- un acuerdo salarial a la baja. Abel Furlán, en la UOM, habilitando a la patronal de GRI Calviño para avanzar sobre los derechos de los trabajadores.
Es lo que hizo aprobando la ley que desmanteló la actualización de las jubilaciones, o el acuerdo con los buitres privados. Por último, en el propio discurso CFK le tiró un centro a Héctor Daer, uno de los “gordos” de la CGT.
Lo mismo sucede con la defensa que hizo del gobernador bonaerense Axel Kicillof y sus funcionarios (Augusto Costa, Andrés “Cuervo” Larroque, etc.), responsables de un acuerdo leonino con los buitres acreedores de la provincia y de la represión y desalojo de Guernica. En conclusión: CFK critica el ajuste, pero sostiene la aplicación del mismo.
CFK alabó fuertemente al capitalismo de conjunto (y en particular al régimen chino) sin decir una sola palabra de la crisis capitalista mundial ni referirse a la guerra en Ucrania que sacude al mundo entero. Las referencias a los oligopolios, monopolios, la fuga de capitales (a la cual omitió calificar como tal), etc., fueron lo suficientemente difusas porque no puede establecer ningún rumbo con respecto a los mismos; por eso sostiene el pago de la deuda, incluso con el FMI, como se reafirma en el proyecto que presentó en el Senado para “que paguen los fugadores”; por eso no plantea una banca pública única que impida la fuga de capitales o el monopolio estatal del comercio exterior. Mucho menos se le ocurrió plantear una recomposición urgente de los salarios y jubilaciones para honrar tanta confianza.
CFK pretende erigirse en alternativa al gobierno que el kirchnerismo integra sosteniendo lo esencial de la política de este. Lo mismo que han venido haciendo todos los gobiernos en las últimas décadas.
Eduardo Salas
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